Sobre el autor

By Sócrates Symphony

Politólogo (1993); Maestría en Gerencia y Planificación Institucional (2003); doctorante del CENDES (2003-2005) y de la UNESR (2005-2009.

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sábado, 2 de mayo de 2009

Utopía tópica del pensamiento científico



Oléo, "Desierto", autora Claudia Susana Díaz


...las ideas no provienen de los movimientos,
son innatas en el hombre; pero aparecen en la conciencia
cuando se producen los movimientos…

Jean Paul Sartre
(La Imaginación. Barcelona-España, 3era edición,
Edita Edhasa/Sudamericana, 1980, p.13)


Por: RAMÓN E. Azócar A.
(Texto Inédito)

CONTENIDO





Presentación

1.- Utopía tópica de la visión paradigmática

2.- Elementos de la Investigación Cualitativa desde el punto de vista social

2.1.- La Investigación social desde el paradigma cualitativo
2.2.-Métodos de investigación cualitativa
2.3.- Lógica del diseño cualitativo y sus técnicas
2.4.- Escenarios de la investigación acción-participativa
2.5.- Lo etnográfico: descubriendo la cultura y sociedad
2.6.- Historias de vida: del relato a la rigurosidad cualitativa
2.7.- Interaccionismo Simbólico
2.8.- La Fenomenología

Textos consultados y citados que sustentan estas ideas


Presentación







El presente ensayo es el producto acabado de la madurez intelectual y académica de quien ha cursado el programa de la investigación científica desde diferentes enfoques; no es sólo aproximarse al objeto de la investigación desde la óptica cualitativa, sino indagar sus relaciones en el marco de la filosofía de la ciencia.

El aporte del autor en estos textos, constituye una nueva ventana para entender y comprender los fenómenos sociales desde la postura de las ciencias de la educación. Este primer avance de una investigación que se perfila más ambiciosa, nos descubre los diferentes afluentes de la investigación social desde el punto de vista cualitativo. Ya no es sólo relacionar índices o proyecciones estadísticas con la aptitud de un grupo en estudio, sino revisar sus conexiones y ampliar sus efectos y causas en razón de un contexto determinado.

En tal sentido, invito al lector agudo, sensible y conocedor de algunos conceptos elementales de la investigación social, a informarse acerca de las utopías tópicas (proyectos irrealizables con tendencia a realizarse) que el politólogo Ramón Azócar coloca a su consideración.



Poltg. Elys Rivas Msc.
(Investigador y docente del
Colegio Universitario Fermín Toro)







1.- Utopía tópica de la visión paradigmática



Hay diversas formas y maneras de apreciar la Ciencia. Para algunos científicos es una “sistematización del conocimiento positivo” (Wallace, 1976); para otros “una serie de conceptos interrelacionados y de esquemas conceptuales que se originan de la experimentación y la observación y que dan como fruto mayores experimentos y observaciones”.(Según J.B. Conant, citado por Wallace, 1976, p.12)

Pero quien apreciamos más cercano a nuestra idea de ciencia es a Morris Cohen: “Al referirnos a la ciencia, hacemos mayor hincapié en sus métodos que en sus resultados. En efecto, en una época de expansión científica, no sólo constituyen los métodos los rasgos más permanentes de la ciencia, sino que los supuestos resultados no son, a menudo, sino convenciones popularizadas, altamente equivocadas para aquellos que ignoran los procesos por los cuales han sido obtenidos”. (Wallace, 1976, p.23)

Porque la ciencia, reitera Cohen, comienza con el asombro o con la curiosidad activa, alcanzando espacios que se atiborran de preguntas y problemas, de allí salen los eventos de estudio, los cuales el investigador, valiéndose de un orden personal, intenta descifrarlos y determinarlos en razón de tareas que contribuyan a crear fundamentos válidos que identifiquen modelos de pensamiento.

En este sentido Régis Jolivet (1967) dice: “El término ciencia se dice desde un punto de vista objetivo y desde un punto de vista subjetivo. Objetivamente, la ciencia es un conjunto de verdades lógicamente encadenadas entre sí, de modo que formen un sistema coherente…Subjetivamente, la ciencia es conocimiento cierto de las cosas por sus causas o por sus leyes…En otro sentido, la ciencia es una cualidad que perfecciona intrínsecamente a la inteligencia en un dominio del saber, y le permite obrar en él con facilidad, seguridad y gozo”. (pp.150-151)

Para Luis Damiani el concepto de ciencia no sólo tiene que ver con un proceso de investigación y exposición del conocimiento, sino con “…el establecimiento de las generalizaciones que gobiernan el comportamiento del mundo…frente al sentido común y a la filosofía, un saber acreditado y determinante: el científico es el que posee las claves auténticas de lo real”. (Damiani, 2005, p. 18)

Deminani deja en claro que en el campo de la ciencia el mundo no es uno sólo sino muchos; el esfuerzo por crear un ideal de ciencia universal y un método, ha fracasado, se impone la diversidad y la búsqueda de la unidad temática en razón de criterios particulares de análisis que puedan tener no sólo interrelación con otros, sino que puedan auto-construirse y determinarse.

En este sentido el pensamiento de Niklas Luhmann ayuda considerablemente. Luhmann expresa que la garantía de que un conocimiento, en particular un conocimiento científico, es que pueda mantenerse en contacto con la realidad. La observación como procedimiento trata de producir conocimiento, por tanto de establecer una conexión válida con aquello a lo que llamamos realidad. “…Esa garantía –dice Luhmann- no se deposita en los sistemas psíquicos, sino en los sistemas sociales; este planteamiento nos separa de las teorías transcendentales, cuya técnica consistía en descubrir en la conciencia de los sistemas psíquicos la certeza de un conocimiento trascendentalmente válido, ya fuera bajo la forma de reglas, ya bajo la forma de certezas objetivas inmediatamente fenomenológicas” (Luhmann, 1991, p.479). La posición de Luhmann asume la observación, bajo determinadas circunstancias, como el procedimiento más fiable de acceso a la realidad. Pero la observación nunca puede ser exterior al sistema. La modernidad supone la no operatividad de un observador divino (independientemente de la cuestión de su existencia) como garantía epistemológica de la posibilidad del conocimiento intramundano.

Esto nos lleva a considerar la influencia de corrientes de pensamiento que determinan la orientación científica que ha de asumir un investigador. En su concepción de estudio no sólo influye su entorno local, sino la inclusión de sus razonamientos en razón de relaciones condicionadas por el paradigma en el cual se formó, así como por las necesidades más prioritarias en su localidad académica. En esta visión personal del investigador aparecen los primeros rasgos de lo que potencialmente pudiera ser su investigación científica. Una suerte de circunstancias que le llevan de la curiosidad a la selección de vías más expeditas para el financiamiento o el acceso a la información.

En este sentido se presenta la modernidad, la cual es un fenómeno europeo, pero la emergencia, extraversión y expansión de Europa le confirieron una dimensión mundial a través de la presencia y la interacción de los europeos con otras civilizaciones de ultramar. La palabra moderno describe una transformación social y cultural lenta pero en ascenso continuo. La idea que hizo calificar de moderna una época que para algunos parte de mediados del siglo XVII, era que el pasado se había agotado y en consecuencia había que crear un nuevo futuro.

Pero en la medida, expone Roger Scruton (1999) , que fue evolucionando la modernidad de forma gradual, los modernistas más importantes empezaron a comprometerse con el pasado que con el futuro, insistiendo que habría que rescatar las formas y procedimientos que dan emblema civilizatorio a la humanidad, para crear condiciones de tradición y alcanzar los máximos niveles de perfección en la búsqueda de una relación más directa entre la “razón y la naturaleza”.(pp.504-505)

El modernismo comenzó con un repudio del pasado; pero después, este repudio fue a su vez repudiado por algunos modernistas quienes trataron de hacer prevalecer en el proyecto modernista una reafirmación de lo que antes éste había rechazado... (Scruton, 1999, p.505)

Para Jürgen Haberman, lo que ha persistido es un abandono de la ideología de progreso y de la idea de emancipación, para tornarse hacia la aceptación de la cultura occidental como la única cultura que podemos tener. (Scruton, 1999, p.505)

En el siglo XX, y ya en buena parte del siglo XXI, la modernidad se ha vista influenciada por nuevas formas de ver la realidad del hombre en sus relaciones con sus semejantes y con la naturaleza; a esta nueva búsqueda de relaciones se le ha llamado “post-modernidad”, con cuyo calificativo se intenta describir una nueva doctrina filosófica o estética que reemplace al estéril culto del futuro visualizado por los primeros modernistas.

En percepción del filósofo francés Jean-François Lyotard, (citado por Scruton, 1999, pp.505-506), la condición postmoderna se originó en dos importantes revoluciones: 1.- el colapso la literatura de legitimación de la sociedad occidental desde la época de la ilustración; y 2.- el surgimiento de la tecnología de la informática que con una nueva proyección de las relaciones en el entorno y la sociedad, pasó a ocupar el lugar que antes había ocupado la cultura tradicional.

Se podría intuir que la postmodernidad no va plagada de creencias y tradiciones, sino de emancipaciones ante la percepción de razonamientos impuestos como verdades universales. Los postmodernos no aceptan un método; asumen métodos, experiencias y relaciones que rompen el esquema de la regla. En este mismo sentido, pero en una posición más fatalista, el propio Lyotard expone:

…puede resumirse en su más simple expresión (la postmodernidad), como la filosofía de las comas invertidas. Como en las nuevas condiciones postmodernas, sólo la gente no sofisticada puede tener creencias, valores y significado, los filósofos deben colocar todo eso entre comillas. En esa forma usamos la condición postmoderna para lograr una especia de emancipación de las narrativas del poder. (Scruton, 1999, p.506)

Esta condición de orientación e influencia del pensamiento humano, nos lleva a la consideración de los modelos o esquemas estructurados para propiciar un razonamiento verdadero en determinadas relaciones del hombre y su medio natural. Nos referimos a los paradigmas y a la forma de verlos no sólo como unidad de una diversidad de causas y efectos, sino como nudos de definición acerca de cómo un investigador se ha de relacionar con su evento de estudio, condionando la aceptación de sus conclusiones científicas a verdades inherentes a los grupos a favor del modelo que escogiera para elaborar su estudio, así como apreciado, desde el punto de vista de la contradicción, por quienes no perteneciendo a ese paradigma, ven en el esfuerzo científico elementos de coherencia y conceptualización que son válidos para la ciencia. Porque podrán persistir diversidad de paradigmas, pero sólo la ciencia como investigación y exposición de los eventos estudiados, permite unificar criterios y crear márgenes de tolerancia inscritos en el uso adecuado de métodos y enfoques analíticos.

Fritjof Capra (1999) , en su obra “El punto Crucial”, describe vivamente como se inició en el siglo XIX ese cambio paradigmático: “En la medida en que el electromagnetismo destronó a la mecánica newtoniana como teoría de mayor validez sobre los fenómenos naturales, surgió una nueva corriente de pensamiento que iba más allá de la imagen del mundo/máquina newtoniana y que llegaría a dominar no sólo las ideas del siglo XIX, sino también todo el pensamiento científico posterior: la evolución, es decir, la idea de cambio, crecimiento y desarrollo. La noción de evolución había surgido por primera vez en geología. Después de estudiar minuciosamente los depósitos de fósiles, los científicos llegaron a la idea de que el actual estado del mundo era el resultado de un desarrollo continuo causado por la actividad de las fuerzas naturales a lo largo de inmensos períodos de tiempo. La teoría del sistema solar propuesta por Immanuel Kant y con Pierre Laplace se basaba en un pensamiento evolutivo o desarrollista; la evolución era un punto crucial de las teorías políticas de Hegel y de Engels; a lo largo del siglo XIX, tanto poetas como filósofos se interesaron profundamente en el problema evolutivo”. (pp. 75-76)

De la ciencia clásica que tomó cuerpo a través del pensamiento de Descartes, analizando el mundo desde una perspectiva reduccionista y disponiendo de las partes de acuerdo con ciertas leyes causales, se pasó a la imagen de elementos aislados que existen de manera independiente y en cuyos efectos o reacciones no influye para nada los criterios de causalidad y determinismo, sino la dinámica y el relativismo, en donde la teoría científica es entendida como una aproximación a los criterios de verdad, quedando sus fines circunscritos a una descripción satisfactoria de la realidad, obligando a seguir buscando teorías explicativas de los eventos, a efecto de ampliar y mejorar las aproximaciones al conocimiento.

Los paradigmas, según Fernando Mires (2002), están permanentemente sujetos a un cambio. “No existe…ningún paradigma puramente objetivo, pues aquello que llamamos objetividad de un paradigma no es más que el resultado de un proceso ínter subjetivo de comunicación transferencial. De tal modo que cuando un paradigma está cambiando…no es él el que cambia, somos nosotros mismos quienes cambiamos, y con ello el o los paradigmas que hemos construido para establecer relaciones entre nosotros y la realidad. Eso significa que cada paradigma es un juego de relaciones múltiples, y sus modificaciones o cambios no son sólo de relaciones abstractas o teóricas, sino de actores que se relacionan continuamente entre sí”. (pp. 190-191)

En la comunidad científica se ha expresado mucho que hay una “crisis del paradigma”, pero lo que realmente hay es una “crisis de la comunicación” de esas ideas creadas desde puntos de vista de paradigmas que intentan explicar de múltiples formas un evento de estudio. Esta crisis de comunicación es una crisis del lenguaje, por lo cual, y en ello se inscriben las reflexiones de Fernando Mires, fuera del paradigma no hay comunicación, tampoco objetividad ni subjetividad; se necesita unificar un lenguaje, no perder la relación en el camino recorrido, crear significantes o conceptos que de un alcance a otro de la investigación, hagan posible la unidad cualitativa de los elementos constitutivos de un evento de estudio.

El sistema paradigmático desconoce a los agentes externos y da valor a sus propios agentes internos que crean sus laberintos e interpretaciones, no existiendo verdad objetiva fuera de sus límites, porque ellos han sido impuestos por un modo de razonamiento, y no por una aproximación sistemática de análisis y profundización del evento estudiado.

Un paradigma, siguiendo un tanto la propuesta de Thomas Kuhn, es una constelación y un modelo (Mires, 2002, pp. 185-186); una constelación porque se dan cambios internos evolutivos, independientes y radicales, que modifican la forma de relacionarnos con la realidad y su entorno; y un modelo, porque busca tomar un perfil externo que sirva de orientación para la ciencia en cuanto a cómo encarar las relaciones válidas en el contexto del interés científico de la investigación.

Fernando Mires (1999), en un acto de “tremendura intelectual”, da su definición de paradigma sustentándose en las propuestas de Popper y Kuhn: “…un estilo de ver, percibir, conocer y pensar, que es configurado predominantemente en el interior de las comunidades científicas, que recoge creencias anidadas en el pensar colectivo que no es científico, que se traduce en palabras principalmente escritas, consagradas oficialmente por manuales, y que se establece institucionalmente en organizaciones que se forman a su alrededor”.(pp. 185-186)

El paradigma positivista separa lo que en realidad está unido, aprecia que las cosas existen y punto, son inmutables y eternas; ignora el movimiento a favor del reposo, el cambio a favor de lo idéntico. Clasifica de una sola vez todas las cosas; si no hay una explicación verificable y comprobable, las cosas no existen. Mantiene la tesis de que los contrarios no pueden existir al mismo tiempo.

En una palabra, es un paradigma que niega el cambio, la separación de lo que es inseparable, la exclusión sistemática de los contrarios, y la despersonalización del investigador de su evento de estudio, lo que hace del proceso de investigación un camino desprendido de la motivación y el interés que mueven, definitivamente, los valores en un estudio científico.

Por esta razón, la opción más acertada a lo que debería ser una investigación en el ámbito de las ciencias de la educación, es la dialéctica. Desde esta percepción metodológica es posible profundizar los elementos inmersos en el evento de estudio, apreciando no sólo su razón de ser inmediata, sino sus cambios y etapas evolutivas que permitan contemplar en el reposo un aspecto relativo de la realidad, en donde el movimiento es absoluto y los contrarios se complementan. Es la dialéctica un instrumento del paradigma fenomenológico, pero a su vez es un método que permite tomar mecanismos de análisis del paradigma positivista, generándose la complementariedad básica para alcanzar en una investigación no sólo una perspectiva de forma adecuada, sino de fondo clara y concreta desde donde ir abordando soluciones y generando nuevas incógnitas.

Para Marcelo Arnold y Fernando Robles (2000), el conocimiento es el resultado de operaciones que acontecen en un sistema y la construcción de la realidad es una de sus consecuencias. Por ello, toda observación es auto referencial, siempre designa algo a lo que se pertenece. Desde el constructivismo no se duda que exista el entorno (realidad externa) y mucho menos que sean posibles contactos reales con éste, pero su distinguibilidad aparece de la mano de las distinciones que un observador dispone y en ese caso el mundo, inevitablemente se modifica. Estas afirmaciones incorporan, esgrimen Arnold y Robles, dos importantes referencias cruzadas entre sí: La diferencia entre conocimiento y objeto, que es una distinción inmanente al conocimiento; y los sistemas cognoscentes, a través de observaciones, producen conocimiento como sistemas reales en un mundo real y suponen operaciones empíricas que les implican transformaciones. Por ello, no pueden existir sin mundo, pues sin él no tendrían nada que conocer.

Es en este aspecto que el positivismo es apreciado con interés por parte de nuestra investigación; antes que nada el positivismo es un sistema de filosofía basado en la experiencia y en el conocimiento empírico de los fenómenos naturales. El propio Augusto Comte, uno de los precursores de esta línea de pensamiento, expresó en su Discurso sobre el espíritu positivo, que: “El único carácter esencial del nuevo espíritu filosófico que no está todavía indicado directamente por la palabra positivo, consiste en su tendencia necesaria a sustituir en todo lo absoluto por lo relativo. Pero ese gran atributo, a la vez científico y lógico, es tan inherente a la naturaleza fundamental de los conocimientos reales, que su consideración general no tardará en ir íntimamente unida a los diferentes aspectos que esta fórmula combina ya, cuando el moderno régimen intelectual, hasta ahora parcial y empírico, pase generalmente a estado sistemático…Se concibe, en efecto, que la naturaleza absoluta de las nuevas doctrinas, tanto teológicas como metafísicas, daba por resultado inevitable que cada una de ellas fuera negativa con relación a todas las demás, so pena de degenerar en un absurdo eclecticismo. Por el contrario, la nueva filosofía, en virtud de su genio relativo, puede siempre apreciar el valor propio de las teorías más opuestas a ella, sin por eso llegar nunca a ninguna vana concesión susceptible de alterar la claridad de sus puntos de vista y la firmeza de sus decisiones. Hay, pues, motivos para suponer, según el conjunto de tal apreciación especial, que la fórmula empleada aquí para calificar habitualmente esta filosofía definitiva recordará en lo sucesivo a todas las buenas inteligencias la completa combinación efectiva de sus diversas propiedades características”. (Comte, 1984, pp.137-138)
Esto nos lleva a resaltar el sentido de complementariedad que desde sus inicios como reflexión filosófica ha tenido el positivismo; el propio Comte lo resaltó en el párrafo anteriormente citado: “Hay…motivos para suponer…que la fórmula empleada aquí para calificar habitualmente esta filosofía (la positiva) definitiva recordará en lo sucesivo a todas las buenas inteligencias la completa combinación (aquí esta el llamado) efectiva de sus diversas propiedades características…” Es decir, sus propiedades, métodos e instrumentos de indagación, están al servicio de un proceso de reflexión y concatenación de ideas en el proceso investigativo, pero, y aquí es crucial leer a fondo el sentido planteado por Comte, de “completa combinación”, es decir, asumiendo la totalidad del discurso positivista y no fragmentándolo.
Ello nos lleva a considerar la complementariedad como el producto de etapas del proceso de investigación, no así como la construcción “combinada” de enfoques, puesto que esta percepción desvirtúa el sentido científico de orden y coherencia en el discurso.
Las limitaciones del enfoque positivista están enmarcadas en su radical posición de no aceptar como válido y/o científico, aquellas conclusiones de estudios que no surjan de investigaciones confirmatorias de verificación empírica. Este punto tendría discusión, puesto que el propio Comte nos menciona que su interés en proponer ese espíritu positivista es en crear una tendencia necesaria que sustituya en el todo lo absoluto por lo relativo, y si no nos falla nuestra apreciación crítica, la posición de los seguidores del positivismo ha sido en criterios de lo “absoluto” y no en el marco de “lo relativo” como escenario cambiante que puede llegar a conclusiones determinadas en un momento histórico y otras de total diferencia bajo otras condiciones de temporalidad.
Lo cierto –nos expresa Jacqueline Hurtado de Becerra (2000)- es que la multiplicidad de estilos, las contradicciones entre autores y la manera de concebir los paradigmas como rígidos, contradictorios e irreconciliables, propias de las propuestas de investigación desarrolladas en el siglo XIX y XX, han ocasionado más confusión entre los investigadores, que vías prácticas para abordar el proceso de investigación… (p.8)
Si se asume la condición de que sólo lo que está dentro de la concepción positivista es válido y científico, “…toda la labor que se encarga del desarrollo de teorías, las descripciones, taxonomías y los estudios proyectivos, por ejemplo, quedaría descartada del quehacer científico. Igualmente si se considera como lo único válido, al paradigma estructuralista, la experimentación y la confirmación también quedarían fuera.” (p.8)
El investigador en la actualidad necesita integrar las diversas perspectivas y/o enfoques, para lo cual requiere de una estructura de condensación que sin “combinación de partes”, tome la totalidad de las propuestas y las lleve hasta sus conclusiones finales de manera integral y complementaria en el grado de conocimientos adquiridos. Una propuesta en este aspecto lo constituye la investigación holística, la cual…
…surge como una necesidad de proporcionar criterios de apertura y una metodología más completa y efectiva a las personas que realizan investigación en las diversas áreas del conocimiento. Es una propuesta que presenta la investigación como un proceso global, evolutivo, integrador, concatenado y organizado. La investigación holística trabaja los procesos que tienen que ver con la invención, con la formulación de propuestas novedosas, con la descripción y la clasificación, considera la creación de teorías y modelos, la indagación acerca del futuro, la aplicación práctica de soluciones, y la evaluación de proyectos, programas y acciones sociales, entre otras cosas.” (Hurtado de Barrera, 2000, p.16)

En otro sentido, los racionalistas se han inclinado a pensar que las creencias basadas en la experiencia estaban infectadas por el error. Para ellos, no se puede obtener el entendimiento del mundo mediante la percepción sensible, que es confusa, sino mediante la especulación metafísica.

Si la ciencia teórica era indefinible a base de términos observacionales y no susceptible de prueba a base de enunciados observacionales, entonces, la ciencia teórica no era más que sofistería e ilusión y, por ende, el conocimiento científico era una empresa imposible e inútil. Si bien era verdad que ninguna teoría científica podía ser probada, era igualmente verdad que las teorías tenían un grado de probabilidad. Pero muy pronto resultó que, dado el número infinito de casos posibles respecto del número en extremo limitado de casos reales, la probabilidad de toda teoría era cero.

En este estado de cosas, hace aparición el llamado falsacionismo dogmático o naturalista. El falsacionismo dogmático admite la falibilidad de todas las teorías científicas sin cualificaciones, pero retiene una clase de base empírica infalible. Es estrictamente empirista sin ser inductivista; niega que la certeza de la base empírica pueda se transmitida a las teorías. (Scruton, 1999, pp.186-188)

El falsacionismo dogmático aceptando que ninguna teoría científica es justificable, pues todas son por igual indemostrables e improbables, afirma que todas ellas son conjeturales y que si bien no se puede demostrar su verdad, si se puede demostrar su falsedad mediante una base empírica infalible. No obstante, los supuestos sobre los que se asienta y su criterio de demarcación, hacen del falsacionismo dogmático una respuesta insostenible.

Para Karl Popper toda observación involucra expectativas; Bajo la concepción de Popper, sin embargo, el progreso científico se cifra en una tendencia asintótica hacia la verdad. Su posición, conocida a veces como racionalismo deductivo, está basada en el empleo sistemático del método hipotético-deductivo como instrumento de progreso del conocimiento científico. Lo que pasa es que Popper también formula un modelo de ciencia, un modelo de cambio científico. Propone un modelo de construcción de la ciencia sobre la base del constructivismo, y por lo tanto actualiza otra manera de interesarse por el fenómeno de la ciencia, enfatizando sus ideas en las ideas del contexto del descubrimiento, no tanto ya en la justificación del modelo propiamente tal.

La obra de Popper significa un avance significativo respecto al empirismo lógico radical (Damiani, 2005, pp.7-23). Reconoce la necesidad de las teorías más que de las observaciones indicando que las teorías científicas son convencionales. Popper agrega que las Teorías son conjeturas que deben ser falseadas y se han de poner a prueba para observar su validez y confiabilidad, aún cuando este método resulte un tanto absurdo, porque los científicos no trabajan así en la realidad, es decir no están falseando sus ideas hipotéticas a cada momento. A diferencia de los empiristas, Popper se interesa por la evolución del pensamiento científico, insistiendo en el poder explicativo de la lógica. Renuncia a justificar las teorías a partir de los fenómenos observables, por métodos inductivos.

Popper aceptaba el criterio de Hume de que la inducción basada en la confirmación de una relación causa/efecto, o confirmación de una hipótesis, nunca ocurre; planteó que el conocimiento sólo se acumula mediante la falsación. Según este punto de vista, las hipótesis acerca del mundo empírico nunca son probadas con la lógica inductiva, pero pueden ser desaprobadas, es decir, falsadas. La estrategia consiste en formularlas mediante la intuición y la conjetura, usar la lógica deductiva para inferir predicciones sobre ellas y comparar las observaciones con esas predicciones deducidas. Es decir, el concepto de falsación consiste en: si conseguimos demostrar mediante la experiencia que un enunciado observable es falso, se sigue deductivamente, por modus tollens, que la proposición universal es falsa.

Popper rechazaba también el abandono de la causalidad. Argumentaba vigorosamente que una filosofía de la ciencia que fuera indeterminista únicamente podría tener consecuencias negativas sobre el desarrollo del conocimiento, y que el “principio de incertidumbre” de Heisenberg no ponía límites estrictos al descubrimiento científico. Para Popper, el creer en la causalidad era compatible con la incertidumbre, puesto que las proposiciones científicas no están probadas: son sólo explicaciones tentativas, que serán sustituidas al final por otras mejores, cuando las observaciones las falseen.

La filosofía de la ciencia de Popper (Damiani, 2005, pp.7-23) tiene muchos adictos, pero los filósofos científicos recientes atemperan el falsacionismo estricto que él proponía. Para Brown (1977) cita tres objeciones fundamentales al punto de vista popperiano: 1) la refutación no es un proceso cierto puesto que depende de las observaciones, que pueden ser erróneas; 2) la deducción puede permitir predicciones a partir de las hipótesis, pero no existe estructura lógica mediante la que comparar las predicciones con las observaciones, y 3) la infraestructura de las leyes científicas en que las nuevas hipótesis están insertadas es, en sí misma, falsable, de forma que el proceso de refutación se reduce sólo a una elección entre refutar la hipótesis o refutar la infraestructura de la que surgen las predicciones.

Este último punto es el esencial de los filósofos postpopperianos, que argumentan que, en ciencia, la aceptación o rechazo de una hipótesis se produce a través del consenso de la comunidad científica y que los puntos de vista prevalentes en el seno de ésta, a los que Kuhn se ha referido como “ciencia normal”, sufren ocasionalmente cambios de gran envergadura que llegan a ser revoluciones científicas.

Thomas Kuhn dividió la evolución de la ciencia en dos tipos de periodos, llamados respectivamente ciencia normal y revoluciones (Mires, 2002, pp. 185-203). En estos periodos, Kuhn lo que hace articular un paradigma, es decir, resolver problemas utilizando los elementos de la matriz disciplinar. En esta evolución intrateórica, sea en la concepción kuhniana o en otras, hay algo que permanece.

Se van cambiando tal vez leyes especiales, o aplicaciones concretas, pero no los principios fundamentales ni, sobre todo, las aplicaciones paradigmáticas. El proceso, por tanto, es progresivo en un sentido claro: se va mejorando y ajustando el paradigma o la teoría, y se va incrementando su capacidad explicativa. En cuanto a su racionalidad, depende de si la elección primera del paradigma ha sido racional, esto es, depende de la racionalidad o no de los cambios ínter teóricos.

De acuerdo con Kuhn (Mires, 2002, pp. 185-203), en los cambios revolucionarios los paradigmas no se abandonan porque sean falsados y después son sustituidos por otros, sino que llega un momento en el que un problema se convierte en anomalía, aparece un nuevo paradigma que promete dar cuenta de ella, y poco a poco los científicos van convirtiéndose al nuevo paradigma. Entre ambos paradigmas, por así decirlo, se abre un abismo, de tal modo que la nueva teoría es inconmensurable con aquella a la que sucede.

La doctrina kuhniana muy explotada en las comparaciones postkuhnianas que se han querido hacer entre la evolución de la ciencia y la de las humanidades, el arte o incluso la moda. Podemos, en cualquier caso, dudar de algunas afirmaciones del propio Kuhn como que Kepler y Tycho Brahe veían cosas distintas al observar una puesta de Sol: Kepler y Tycho, parece plausible sostener, percibían las puestas de sol de idéntico modo, a pesar de sus teorías astronómicas contradictorias.

En la estructura científica que propuso Kuhn mantiene que como en las revoluciones políticas, en la elección de paradigmas no hay un estándar más alto que el asentimiento de la propia comunidad y que para argüir en la defensa de ese paradigma cada grupo utiliza su propio paradigma. Esta postura inicial de Kuhn ha llevado, como se ha comentado en otras ocasiones, a pensar que los cambios teóricos no tienen fundamento racional, sino que se deben a factores y controversias sociales, o simplemente, sucesiones de modas.

Kuhn intentó desmarcarse de interpretaciones más o menos extremas de sus teorías, y propuso cinco criterios para la aceptación racional de teorías, a saber, precisión, consistencia, alcance, simplicidad y productividad. Seguramente, no es cierto que cada teoría sucesora sea más precisa, consistente, etc. Que su antecesora.

A menudo se ha pasado de una teoría de gran alcance (física aristotélica) a una de alcance restringido (dinámica galileana), pero es posible defender que las teorías sucesoras puntúan siempre más alto que las antecesoras en alguno de esos parámetros, y que teniendo en cuenta otras cuestiones, sea racional tomar decisiones a partir de un balance total no siempre meridianamente favorable a la nueva teoría.

Los sucesores de Kuhn, como Lakatos, han intentado dar con una idea de progreso y racionalidad aplicable a los cambios interteóricos. Lakatos, en lugar de teorías, hablaba de “programas de investigación”, consistentes en un núcleo y un “cinturón protector” de hipótesis auxiliares. El núcleo del programa lo vértebra y le confiere unidad, y lleva asociada una heurística que determina dos tipos de reglas metodológicas: hay una heurística negativa (qué no hay que hacer), y una positiva (qué senderos hemos de seguir). Según Lakatos (Scruton, 1999), llega un momento en que esta práctica puede convertirse en lo único que se hace en el programa: en ese momento el programa de investigación se vuelve un programa estancado. El contraste se produce con los programas progresivos, que se caracterizan por sus éxitos predictivos. En una palabra, un programa progresivo predice, mientras que uno estancado postdice.

En resumen, es importante destacar en qué sentido conceptual Khun nos habló de sus estructuras científicas: Paradigma, es el que coordina y dirige la resolución de problemas y su planteamiento. Es el modelo de hacer ciencia que orienta la investigación científica y bloquea cualquier presupuesto, método o hipótesis alternativa. El paradigma es el soporte para la ciencia normal. Consta de leyes y supuestos teóricos, así como de aplicaciones de esas leyes y el instrumental necesario para las mismas. De fondo, aparece también un principio metafísico, una concepción de la realidad y las cosas; Ciencia normal, es actividad de resolver problemas (teóricos o experimentales) gobernada por las reglas de un paradigma. Sólo desde el paradigma se logran los medios adecuados para resolver problemas. Los fenómenos inexplicados son anomalías, responsabilidad del científico, no de la teoría.

El científico “vive” en el paradigma. La presciencia se caracteriza por la falta de acuerdo en lo fundamental, por el “debate” sobre las leyes principales y los principios rectores. La ciencia normal, por el contrario, se sustenta en un modelo compartido, en un acuerdo que sirve como punto de partida para la investigación científica; Crisis, es la existencia de anomalías no implica una crisis. Sólo si afecta al fundamento del paradigma y no es superado, sería el fenómeno una crisis. Las anomalías conducen a una crisis también cuando haya necesidades o exigencias sociales, tiempo escaso, o acumulación de anomalías. La crisis produce “inseguridad profesional marcada”: surge la duda, la discusión, e incluso terminará formándose un paradigma rival; Revolución, es un cambio, pero un cambio promovido por “la crisis”; la crisis puede dar lugar a un cambio, a un “nuevo mundo”.

Lakatos, como discípulo de Kuhn y de Popper, trata de solventar los problemas del falsacionismo desde el historicismo de Kuhn. Su concepto central es el de programa de investigación, el cual concibe como una estructura que sirve de guía a la futura investigación tanto de modo positivo como negativo.

La filosofía de Lakatos de la ciencia empieza con una premisa simple con todo profunda: no que hay conocimiento, lo que hay es crecimiento del conocimiento; procurando especificar sistemáticamente porqué esta premisa debe ser verdad. Él prevé un programa de investigación sano que nada positivamente en las anomalías. Todas las teorías son falsas, pero algunas son mejores que otras en que explican todos los viejos resultados y predicen nuevos. Una teoría no se puede rechazar en base de la observación a menos que exista una teoría alternativa superior; una sucesión de tales teorías se llama un programa de investigación, que es lo que precisamente aludimos en el párrafo anterior.

Mientras el falsacionismo ingenuo de Popper mantiene que el cambio de ideas tiene lugar cuando se comprueba que estas son falsas, Lakatos sostiene que el cambio ocurre cuando existe un programa mejor.

La novedad de Lakatos es que propone tres criterios para decidir si un programa de investigación es mejor que otro: 1. La nueva teoría debe explicar todo lo que explicaba la teoría anterior; 2. La nueva teoría debe tener un exceso de contenido empírico con respecto a la teoría anterior, es decir, la nueva teoría debe predecir hechos nuevos que la teoría anterior no predecía; y 3. La nueva teoría debe ser capaz de orientar a los científicos para que puedan comprobar empíricamente una parte al menos del nuevo contenido que ha sido capaz de predecir.







2.- Elementos de la Investigación Cualitativa desde el punto de vista social


2.1.- La Investigación social desde el paradigma cualitativo

Investigar es descubrir; en un sentido estricto del término, realizar actividades intelectuales y experimentales de modo sistemático, a efecto de aumentar los conocimientos sobre una determinada materia. Para Imre Lakatos (1922-1974), el desarrollo de esa sistematicidad en la ciencia, se da en la racionalidad del progreso científico, el cual exige la permanencia de un núcleo teórico (hard core, las leyes y los supuestos fundamentales de la ciencia) que ha de considerarse estable e inmune a la refutación, al cual acompaña un «cinturón protector» (protective belt) de hipótesis auxiliares, que sí pueden refutarse y cambiarse por otras más adecuadas, y un conjunto de reglas metodológicas (heurística), con las que se construye la estrategia de proteger el núcleo y reordenar o sustituir el conjunto de hipótesis auxiliares que se aceptan o desechan en función de los problemas y de las anomalías que se resuelven, o no. En una palabra, investigar es plantearse una incógnita y sus posibles escenarios de desenlace, valiéndonos de medios racionales para ir aceptándolos o rechazándolos, hasta llegar a uno cuyas condiciones nos oriente a soluciones o a nuevas incógnitas.

Investigar en lo social tiene características muy especiales y significativas. Puesto que lo social involucra al hombre, sus relaciones y su influencia en el universo, buscar respuestas de asuntos que atañen a ese hombre implica un arduo de exploración, descripción, interpretación y comprensión.
Realizar una investigación social parte de una evidente acción de observación dentro del seno de la comunidad o sistema social escogido para el estudio. Esta observación puede ser reflejada en registros en los cuales nuestro interés es la secuencia de casos que coincidan con un determinado número o cantidad; o nuestro interés podría radicar en medir la estructura como totalidad conectiva; en éste caso estamos ante los elementos de una investigación cualitativa en el ámbito social.
Pero sería importante entender antes qué es eso de investigación social. La sociología, como disciplina científica, debe sus inicios a los pensadores de la ilustración del siglo XVII; Thomas Hobbes y Jhon Locke, aparecen como forjadores del estudio de la Sociedad desde una postura sistemática y metódica. Pero sería en la tercera década del siglo XIX, cuando un investigador acucioso le diera la connotación al término sociología que hoy conocemos. Fue Auguste Comte quien se valdría del término sociología para describir una nueva ciencia que permitiera descubrir leyes para la sociedad, en el mismo tenor de confianza que las aparecidas en la naturaleza, aplicando los mismos métodos de investigación de las ciencias físicas. Tal como nos expresa Jay Rumney y J. Maier en su libro Sociology, The Ciencia of Society, a comienzos de los setenta del siglo XX, la Sociología no es un tema fácil de estudio, menos aún la utilización de los métodos positivistas ayudan a despejar los grandes obstáculos que se imponen ante la imposibilidad de retrotraer de la realidad de estudio al investigador; las pasiones, los deseos, concientes e inconcientes están en el investigador y eso hace que el estudio o indagación que se acomete tenga elementos contaminantes evidentes que rompen la racionalidad y cuadratura que intenta imponer el método científico con sus técnicas de recolección de información y análisis. Por ello, ya a comienzos de mismo siglo XX, el pensamiento transformador y crítico de personalidades como Max Weber, imponían en los estudios sociológicos otros ritos. Para Weber la sociología estudia la sociedad desde las interacciones significativas de los individuos; estas interacciones son las relaciones sociales y el objetivo último de su estudio es comprenderlas. Es decir, que más allá de comprobar o verificar datos cuantitativos, que son importantes, el objeto de estudio de la sociología es la comprensión de la conducta social.

Las relaciones humanas son altamente complejas; desde un punto de vista social, pasando por político, económico y cultural, el hombre es apreciado desde diversas ópticas. Desde el plano sociológico lo que prevalece, a juicio de Weber, es abordar los actos humanos que guarden relación con la conducta recíproca de los demás. A esta posición de Weber se le conoció como sociología comprensiva y trajo consigo mucha discusión y crítica en la época. Para fundamentar su posición, Weber crea teoría la teoría del «tipo ideal», que son idealizaciones de un fenómeno de la realidad social que, a modo de constructo mental, ocupa, con fines metodológicos, el lugar de éste, para tener un modelo con el que compararlo.

Es en esta revisión metodológica de la sociología como ciencia de la sociedad que va a surgir la investigación social asumiendo el de rol de instrumento de recolección de información y estudio en la profundización del objeto de estudio de la sociología. La investigación social aparece como una necesidad metodológica para la sociología, definiéndose como una forma sistemática y técnica de pensar los actos o fenómenos sociales, a través de instrumentos y procedimientos especiales que resuelvan las incógnitas, o generen otras, pero siempre buscando establecer nuevos referentes de conocimiento.

En acepción de Agustín Blanco Muñoz (1981), la…

…investigación social en términos teóricos tiene como finalidad evidenciar la acción del hombre en el porvenir, el presente y el pasado. A su vez ello implica poner al descubierto la forma de vida del hombre, la sociedad y la manera como se ha conformado y conforma el proceso histórico que construye el hombre en un espacio específico, un tiempo determinado y una sociedad en particular. Se trata…de reconstruir en el plano de lo teórico lo que ha sido la práctica misma, la propia acción del hombre, con el fin de que la teoría se encauce de nuevo hacia esa práctica y esa acción…La investigación deja de ser un intérprete pasivo, al igual que el hombre, de su propio pasado y presente, para convertirse en una forma de conciencia de la realidad que al revelarse como conocimiento real es capaz de convertir el porvenir en una acción dirigida voluntariamente por los hombres.(p.17)

Como proceso la investigación social es un sistema técnico que encara los actos o fenómenos sociales; como método científico, se fundamenta en lo reflexivo, sistemático, controlado y crítico, para describir los actos o fenómenos sociales; y enmarcada en las condiciones del paradigma cualitativo, que es lo que nos ocupa, la investigación social estudia los fenómenos sociales y humanos a partir de los significados de sus propios actores, con el propósito de lograr su comprensión, interpretación y/o transformación.

Como se expresó anteriormente, la investigación social tiene referencia inmediata en el positivismo, pero a partir de los avances reflexivos de Weber y el acoplamiento de las ciencias sociales a un punto de vista cualitativo, le ha dado otro horizonte desde donde increpar los actos o fenómenos sociales. El paradigma cualitativo como tal aparece en el siglo XX bajo la influencia de la antropología social que validaba la capacidad auto-reflexiva de los agentes humanos para ser monitores de su propia práctica, revalorizando el lenguaje y las técnicas de interpretación textual, en el marco de una dimensión subjetiva del fenómeno social que mostrara otra cara de la experiencia y se valiera de nuevas técnicas de indagación que rompieran con la tradición positivista.

En este sentido la tradición positivista se enfocó en lo racional como postura epistemológica institucionalista. Tiene que prevalecer la neutralidad y el criterio de objetividad en el tratamiento de los objetos o sujetos de estudio; a lo cual la posición cualitativa responde que si bien es cierto que el criterio de objetividad da confianza en la investigación, no menos cierto es que el sentido y significado de la experiencia a través de los hombres en un tiempo histórico determinado, no es un asunto que pueda medir una escala o reflejar una cantidad numérica, tiene que prevalecer “qué es lo que sucede”, “qué es lo que está pasando”, por ello sólo el sujeto de investigación es el que puede referirse a esa experiencia interior y valiéndonos de un método de interpretación, el hermenéutico –dialéctico por ejemplo, sacar las conclusiones a que haya lugar.

Después de lo anterior es importante destacar que si el positivismo reduce su obtención de conocimiento en lo social al descubrimiento de las relaciones causales que existen y que configuran los actos o fenómenos estudiados, la visión cualitativa va más allá: se concentra en la interacción de los sujetos sometidos a investigación, no reduciendo el conocimiento a lo observable, sino a todo cuerpo de reacciones que esas interacciones producen, desde una reacción fisiológica hasta la concepción axiológica de cada sujeto.

Por estas consideraciones, y dado que la teoría cualitativa se alcanza mediante la interpretación comparativa de las informaciones recolectadas, queda claro que la investigación social es un instrumento que favorece la acción práctica, interpretativa y comprensiva de actos o fenómenos sociales en estudio, buscando la totalidad en relación al contexto en el que influyen los sujetos en investigación.

En otro aspecto, la investigación social parte de una estructura general para la organización de su proceso de estudio; nos referimos a una etapa explorativa-descriptiva, otra comparativa-reflexiva y una última interpretativa-comprensiva que vendría a ser la concluyente en cualquier proceso cualitativo de indagación en el ámbito social.

Para alcanzar sus objetivos de estudio, la investigación social se vale de enfoques metodológicos tales como: la fenomenología, la etnografía, el naturalismo, el constructivismo, la holística, la hermenéutica, la investigación acción participativa, el interaccionismo simbólico, la inducción particularista, entre otros.

En una palabra, la investigación social, desde el punto de vista cualitativo, es el ordenamiento de información para ser descrita en el marco de pequeños grupos de estudio que inmersos en una concepción cíclica se vale de estrategias inductivas para precisar el estado natural de lo investigado, desde una visión holística e ideográfica.


2.2.-Métodos de investigación cualitativa

La investigación cualitativa es el acercamiento a las cosas o sujetos desde el plano especulativo de las cualidades; su estructura se identifica por estar inmersa en una descripción verbal y/o explicativa de un fenómeno o hecho determinado. Para Isabel Peleteiro de Vivas (2000), la investigación cualitativa…

…es aquella que se interesa por lo que la gente hace, cómo se comporta, cómo interactúa…En ella el docente-investigador trabaja desde adentro, se convierte en un miembro más del grupo, asume los significados que en este escenario se le dan a las situaciones. Aprende las diferentes interpretaciones del lenguaje de los usuarios y sus costumbres… (p.41)

Para abordar la investigación cualitativa se hace uso de una serie de enfoques y métodos que permiten un tratamiento adecuado, válido y confiable de la información que serviría de base en la construcción de teoría desde el punto de vista de las cualidades. Ahora bien, antes de abordar esas manifestaciones operativas que materializan el estudio cualitativo, es pertinente clarificar qué se entiende por métodos y cuál es su distinción con la generalidad del término metodología y lo estricto del término metódico.

Los métodos, o método, es un conjunto de procedimientos sistemáticos que se usan para alcanzar objetivos o metas pre-determinadas; por su parte, metodología es la sistematización y formulación de métodos que constituyen el cuerpo operativo de búsqueda e interpretación de información en el marco de un estudio; y lo metódico se refiere a la teoría en la cual los conocimientos proceden de la razón y no de la experiencia; el pensamiento metódico se conoce también como racionalismo, pero en esencia es la valoración de nuestros juicios sobre la realidad.

En este sentido, en el caso de la investigación cualitativa, nos valemos tanto del método, como de la metodología como de lo metódico, pero cada uno corresponde a etapas particulares de la investigación, no se presentan, salvo en el caso de la metodología que define el procedimiento en su generalidad, de forma compacta sino variada en el cuerpo del estudio.

El método está identificado por el tipo de enfoque; así la investigación cualitativa, que se vale preferentemente de información descriptiva y no cuantificada, se caracteriza por enfoques flexibles para enfrentar la realidad y las poblaciones objeto de estudio en cualquiera de sus alternativas: enfoques fenomenológicos, etnográficos, naturalísticos, constructivitas, holísticos, hermenéuticos, la investigación de acción participativa, interacción simbólica, inducción particularista, entre otros. En lo que respecta a la metodología, esta identifica el sentido y coordinación que se le van a dar a los enfoques o técnicas en la realización de una investigación cualitativa. Se destaca el diseño de la investigación y el enfoque, o tipos de enfoque, que darán sentido y coherencia al estudio. La metodología es la explicación esquemática y textual de cómo vamos a solucionar nuestro problema de investigación.

Lo metódico, a pesar de ser expresión del racionalismo cuantitativo, tiene como elemento interactuante con lo cualitativo el interés en los hechos y en el efecto de esos hechos en el aspecto interno de las personas. Es decir, cómo intervienen los hechos en el razonamiento de los sujetos investigados.

En este sentido bien valdría ahondar un poco sobre la definición y características de algunos enfoques que definen los métodos en investigación cualitativa.

Comenzamos con referirnos a la etnografía, la cual es la descripción y análisis de un campo social específico; su meta principal es captar las motivaciones, intenciones y expectativas que los actores otorgan a sus propias acciones sociales, proyectos personales o colectivos, y al entorno socio-cultural que los rodea. El investigador se traslada al sitio de estudio y lo examina y registra en razón de lo que vé e interactúa con los sujetos. Se vale el investigador de la utilización de un marco teórico que da significación y relevancia a la información de temas sociales. El etnógrafo busca tener con los sujetos relaciones de confianza, empatía, transparencia, cordialidad; en condiciones de neutralidad valorativa, sin privilegiar a ninguno de los sujetos investigados.

Por su parte, la fenomenología estudia los fenómenos tal como son experimentados y percibidos por el hombre; se abstiene de formular juicios de cualquier clase que conciernan a la realidad objetiva y rebasen los límites de la experiencia pura. En tal sentido, se aprecia el significado en su verdadera medida, partiendo de una descripción detallada del fenómeno o de las acciones de los sujetos investigados.

En este sentido el enfoque del interaccionismo simbólico realza ciertos aspectos no abordos en el fenomenológico, por ejemplo, en donde el investigador participa en el proceso y está involucrado en la comunidad en estudio; así mismo, el investigador está inmerso en un complejo de significados que mediatizan su acción frente a los hechos sociales y realizan interpretación de las interpretaciones de la realidad.

Otro enfoque es el estudio de casos, el cual sostiene que para comprender lo real es necesario constatarlo en una dinámica inductiva que proporcione la explicación sobre los fenómenos reales; es un método de análisis grupal que permite extraer conclusiones de fenómenos reales o simulados en una línea formativo-experimental de investigación sobre una realidad única e individual. La razón de ser del estudio de casos es probar a profundidad la intensidad del fenómeno estudiado en el ciclo vital de la unidad objeto de investigación.

También se presenta en la investigación cualitativa la historia de vida o método biográfico, que toma al sujeto como el centro del conocimiento, donde él es lo que se ha de conocer, puesto que es el único hombre que existe en la realidad concreta y es en su historia donde se le puede captar con toda su dinámica. La historia de vida rechaza los paradigmas hegemónicos, reivindica la cotidianidad, tiene amplitud de temas, establece relación estrecha entre investigador e investigado, y su criterio de certeza reside en el sujeto o sujetos.

Esta revisión cierra con un método que es considerado el eje de investigación cualitativa en educación: la investigación acción participativa. Sus orígenes vienen de dos fuentes independientes: los trabajos de Collier, a comienzos del siglo XX, quien usaba la expresión investigación acción y estaba convencido de la necesidad de la comunidad en la investigación; y los trabajos, en el marco sociológico, de Kart Lewis, quien expresaba que la investigación era una actividad reproductora de socialización, por lo cual el investigador debería estar inmerso en ella y concomitante con las necesidades del sujeto investigado. En un sentido estricto del término, la investigación acción participativa da a conocer la forma en que las personas interpretan a las estructuras sociales para desarrollar actividades comunes en sus organizaciones escolares. Entre las ventajas de esta investigación tenemos: que promueve el desarrollo de competencias en los actores sociales, permite integrar a los miembros de la comunidad como investigadores activos, eleva el nivel de pensamiento crítico y genera nuevo conocimiento.

En una palabra, los métodos o enfoques que buscan responder el significado y su interpretación válida como fenómenos sociales desde la perspectiva de los actores a través de la participación en su vida, hacen posible que el investigador esté inmerso en dicho fenómeno social, lo que respalda la tesis que fundamenta los estudios cualitativos: la realidad se construye socialmente a través de definición de la situación en estudio.

2.3.- Lógica del diseño cualitativo y sus técnicas

La lógica, en filosofía, estudia el pensamiento; la denominada “lógica formal” se interesa en el estudio de la estructura fundamental del pensamiento; y la lógica aplicada, estudia la estructura del pensamiento científico. El hilo conductor de estas definiciones es “pensamiento”, por ello antes de referirnos a la lógica del diseño cualitativo, es menester conocer qué eso de pensamiento y cómo lo entendemos los, que de una forma u otra, pensamos.

Para Jorge A. Serrano (1980) el pensamiento puede ser considerado desde dos puntos de vistas: uno como actividad, como acción en la que el hombre dota de significado lo que le rodea; y otro, como resultado de su actividad intelectual, de la elaboración de sus juicios y razonamientos acerca de lo que le rodea y de la relación de ello con el hombre y la naturaleza.

En una palabra, el pensamiento es una actividad intelectual propia de los hombres que surge como una capacidad innata para entender, comprender y captar la realidad. El pensamiento se ve en cuerpo entero a través de los resultados del pensar: conceptos, juicios y raciocinios. (p.17)

Los conceptos, de acuerdo a la tradición filosófica, son aquellos que suelen denominar la idea, noción, esencia, forma o naturaleza de las cosas y los sujetos; los juicios, operaciones de la inteligencia del hombre que permiten afirmar o negar la existencia de una relación aprehendida entre dos naturalezas, dos esencias o conceptos. Y el raciocinio es el acto supremo de orientación del conocimiento adquirido a través de los conceptos y los juicios. El raciocinio se presenta como organización y clasificación del conocimiento de elementos generales a particulares, deducción, y de elementos particulares a generales, inducción; su función en el pensamiento es concretar criterios reflexivos acerca de la realidad que está conociendo o ha conocido.

Pudiésemos sintetizar la estructura del pensamiento en: conceptos, que da significado a las ideas; juicios, que enuncia la variedad de significados acerca de una idea; y raciocinio que construye los argumentos y da sentido a todo el proceso del pensar humano.

De este modo llegamos a la “lógica del diseño cualitativo” que no es otra que la utilización de técnicas para abordar la realidad desde una orientación exploratoria, expansionista, descriptiva e inductiva. Donde la realidad es la totalidad de hechos existentes y concretos que rodean los fenómenos que se estudian y ésta se presenta tanto cualitativa como cuantitativamente. Por ello el abordaje es lo que diferencia una postura de otra; es decir, como el investigador aspire llegar a su objeto de estudio en la búsqueda de responder a sus objetivos de investigación.

En el diseño cualitativo la selección de las unidades de análisis y sus técnicas de recolección de información, se hace en razón del interés del investigador en develar el plano real de lo desde su punto de vista es un tema que producirá determinado impacto en la realidad.

En lo que tiene que ver con las técnicas de recolección de información nos parece apropiada la clasificación sugerida por Ana María Rusque (2003) para quien prevalecen tres direccionalidades operativas: 1.- Encuestas, en las cuales entran entrevistas, cuestionarios, entre otros; 2.-Observación, que se presenta como directa, sistemática o participante; y 3.- Análisis Documental, en el cual pueden hallarse fuentes privadas, oficiales, académicas, referenciales, entre otras. A cada uno de estos procedimientos de acercamiento a la información se le suma un método de interpretación que según sea el caso descodifica y recodifica la información. Así tenemos que en el caso de las entrevistas a profundidad el análisis del discurso sirve como guía para visualizar la información y generar raciocinio.

Es importante diferenciar entre “modos de recolección”, “tipo de información” y “técnicas aplicadas”; los modos de recolección son nuestros caminos para abordar el fenómeno de estudio: si son sujetos, entrevistas o cuestionarios; si son objetos o/y conductas, la observación; si son fuentes escritas, interpretación hermenéutica-dialéctica; en fin, los modos que cada investigador utiliza para ir conociendo su fenómeno en estudio. En cuanto al tipo de información esta puede ser textual, oral o conductual, o combinación de todas. Y en cuanto a las técnicas aplicadas estas son los procedimientos para construir la ejecutoria de cada modo de recolección de información; tal es el caso de la observación, cuya técnica nos remite a la definición del sujeto o objeto a ser observado, la determinación de una muestra representativa, la sistematización de las notas de observación y el involucramiento del investigador con los elementos de la realidad a ser estudiada.

En otro aspecto cabe destacar que cuando se menciona la investigación cualitativa se hace alusión directa al “trabajo de campo”, que lejos de tener una relación aislada del trabajo de campo de la investigación cuantitativa, se refiere a lo mismo: procedimiento para buscar información en el contexto del objeto o sujeto en estudio. Es decir, es una aproximación abierta a la realidad en donde hace vida nuestro fenómeno de interés investigativo; lo que diferencia una posición paradigmática de otra, es decir, un trabajo de campo cualitativo a otro cuantitativo, es el interés que elije el investigador para la recolección de información: el investigador orienta su estudio a el producto que desea obtener, ya sea uno que haga resaltare las cualidades inmersas en el fenómeno o sus cantidades y percepciones positivistas lógicas en el fenómeno abordado.

Por lo tanto, desde el punto de vista del diseño cualitativo, la recolección de información se da en razón de la dinámica de la investigación; el análisis de sus registros se orienta a una concepción holística, total, divergente y global de la realidad. Se trata de comprender la realidad no de transformarla.

A todas estas: ¿qué diseño cualitativo nos permite generar teoría? Diríamos que cada parte del proceso de investigación cualitativa es un granito de arena en la concepción de una teoría argumentativa de cualquier fenómeno en estudio, pero sin lugar a dudas que algunas técnicas contribuyen de forma más directa en el raciocinio. Nos referimos a la técnica de triangulación, la observación participante, el análisis de discurso, los grupos focales y las entrevistas a profundidad.

La triangulación consiste, asumiendo la posición de Kemmis (citado por J. I. Ruiz Olabuénaga, 2003), en el control cruzado entre diferentes fuentes de datos: personas, instrumentos, documentos, entre otros. Como técnica, aspira señalar o explicar más concretamente la riqueza y complejidad del comportamiento humano, con el fin de estudiarlo desde diferentes perspectivas. La triangulación se presenta en diversos tipos: triangulación de tiempo, que considera el factor de cambio y el proceso de indagación en términos longitudinales; la triangulación de espacios, que trata de vencer el parroquianismo de estudios efectuados en el mismo país o dentro de la misma sub-cultura; combinado de triangulación en la cual se aprecia el objeto de estudio en contraste a otras variantes de la triangulación a la que ha sido expuesto el objeto de estudio; triangulación teórica que contrasta posiciones textuales en razón de un mismo fenómeno; triangulación de investigador, en la cual de comparan otras posiciones de investigadores con respecto a nuestro fenómeno estudiado; y triangulación metodológica, en la cual comparamos los resultados obtenidos sobre un mismo fenómeno de estudio desde diferentes técnicas de abordaje a la información.

Ahora bien, la triangulación no busca el contraste o el cotejo de resultados obtenidos por diferentes acercamientos metodológicos a la realidad social, sino el enriquecimiento de una visión, comprensión, única que resulta de la alimentación mutua de ambos acercamientos.

En otro aspecto, la observación participante es la observación activa del investigador; consiste en su participación real en la vida de la comunidad, grupo o situación que se investiga. El análisis del discurso, por su parte, describe los elementos resaltantes en un determinado texto escrito o hablado (tomado como registro oral), para la comprensión de la vida social.

En este mismo aspecto aparecen los grupos focales, cuya técnica es abordar la información en el medio social en un formato que permita mayor intervención al entrevistador, quien puede poner cierta cantidad de temáticas durante sus intervenciones. Es un micro-conjunto de individuos, en pequeño grupo de entre cinco o diez personas que representan a un macro-conjunto en términos discursivos.

Por último, la entrevista a profundidad es el abordaje del fenómeno de estudio, materializado en sujeto, en varias conversaciones bajo diversos contextos y espacios, destacando el carácter clave del informante y la coherencia de su discurso oral-especializado.

La lógica del diseño cualitativo y sus técnicas nos refiere a que desde el punto de vista de las cualidades hay mucha tela que cortar; es un mundo en construcción; una realidad motivada por la inmensa necesidad de comunicación que tenían los investigadores en deuda con sus fenómenos de estudio.

2.4.- Escenarios de la investigación acción-participativa

Cuando se argumenta acerca de la investigación y el papel de ésta en la sociedad, normalmente se le relaciona con actividades o acciones que llevan a cabo un grupo de eruditos entorno a problemas o asuntos que deberían ser del interés del colectivo, pero a los cuales ese colectivo no está invitado a participar. El colectivo es la excusa, no el medio para alcanzar el fin; en ocasiones ese mismo colectivo se entera que lo han estudiado, evaluado y reflexionado, sin él mismo reconocer cómo llegaron a eso, salvo cuando se le da como pretexto que el desconocimiento del colectivo de que es estudiado es para salvaguardar una mentada “objetividad” que en casi todos los escenarios es confundida con neutralidad, aspectos totalmente diferentes y que no identifican el sentido ni la motivación real de algún estudio.

La investigación, en acepción de Frederick Lamson Whitney (1976), citando a Clifford Woody, “…es una indagación o examen cuidadoso o crítico en la búsqueda de hechos o principios;…no es una mera busca de verdad, sino una indagación prolongada, intensiva e intencionada…”. (p.19) Pero esa búsqueda emplea, a juicio de Mario Tamayo (2006), instrumentos y procedimientos especiales con miras a la resolución de problemas o adquisición de nuevo conocimiento (p.82).

En este sentido, a comienzos del siglo XX, los trabajos de Collier y de Kart Lewin, enfocaron la investigación hacia la necesidad de la búsqueda a través de instrumentos especiales, bajo la consigna de involucrar a los sujetos investigados en la resolución de problemas o construcción de conocimiento. Es decir, para estos autores la investigación no debería circunscribirse a un investigador, sino a múltiples investigadores que coordinados por objetivos y metas específicas, le dieran forma al objeto de estudio más inherente a la realidad y a los efectos de esa realidad sobre el colectivo investigado. Nace la investigación acción.

La investigación acción, según nos dice Ezequiel Ander-Egg (2003), no tomó cuerpo metodológico de inmediato; pasaría un buen tiempo para que el cuerpo metodológico tomara forma de metodologías de acción que permitiera desarrollar simultáneamente la investigación y alguna forma de intervención social (p.13). Lo que surgió fue una variada gama de tendencias, las cuales esbozaban diferentes marcos de referencia en los que se fue encuadrando teórica y epistemológicamente. En ese mismo sentido, naciendo el cuerpo metodológico, nace una dimensión crítica social que no existía en la propuesta de los primeros precursores de la investigación acción, caso Lewin, dado que éste concebía los cambios sólo en su dimensión intrasistémica y no en el contexto de las realidades sociales.

En razón de estas valoraciones, la investigación acción que comenzó siendo un esfuerzo por desarrollar enfoques investigativos que permitieran al investigador estar inmerso en la realidad en estudio y tomar parte de ella, se le suma la necesidad de escuchar a los sujetos investigados y hacer posible que sus puntos de vistas estén reflejados en la investigación. De este modo se le suma un nuevo elemento a la propuesta de enfoque: la participación. La investigación acción participativa, IAP como se le conoce universalmente, tiene como razón de ser conocer la forma en que la gente interpreta las estructuras sociales para desarrollar actividades comunes; la IAP parte del postulado de que el conocimiento de la realidad del objeto es en sí mismo un proceso de transformación, a través de la superación de los conflictos y contradicciones del investigador, del grupo participativo y del problema u objeto de estudio. Ese conocimiento de la realidad no se descubre, se posee. Y el poseedor de esa realidad es el ser humano.

El ser humano, o seres humanos, tú, ustedes y yo, somos, citando a Humberto Maturana (1997), “…seres sociales: vivimos nuestro ser cotidiano en continua imbricación con el ser de otros…Al mismo tiempo los seres humanos somos individuos: vivimos nuestro ser cotidiano como un continuo devenir de experiencias individuales intransferibles…Ser social y ser individual parecen condiciones contradictorias de existencia. De hecho, una buena parte de la historia política, económica y cultural de la humanidad, particularmente durante los últimos doscientos años en Occidente, tiene que ver con este dilema. Así, distintas teorías políticas y económicas, fundadas en diferentes ideologías de lo humano, enfatizan un aspecto u otro de esta dualidad, ya sea reclamando una subordinación de los intereses individuales a los intereses sociales, o al revés, enajenando al ser humano de la unidad de su experiencia cotidiana. Más aún, cada una de las ideologías en que se fundan estas teorías políticas y económicas, constituyen una visión de los fenómenos sociales e individuales que pretende afirmarse en una descripción verdadera de la naturaleza biológica, psicológica o espiritual, de lo humano…” (p.3)

En este sentido, el fenómeno de estudio que aborda la IAP está relacionado con la cotidianidad y con ese carácter de intransferibilidad de las experiencias individuales, ante lo cual investigar significa liberar las potencialidades creadoras de los individuos y la movilización de recursos humanos para la solución de problemas sociales.

La IAP asume como necesario temas de interés colectivo, para transformarlos y mediante la implementación de una dialéctica entre el conocimiento y la acción, conocer la realidad y actuar sobre ella (en acepción de Ezequiel Ander Egg). Porque la IAP no surge como propuesta de un investigador o un grupo académico, sino como expresión de un colectivo en el cual impacta directamente la investigación a realizar.

En cuanto al significado real de la IAP, se desprende: por investigación, el procedimiento reflexivo, sistemático, controlado y crítico que tiene por finalidad estudiar algún aspecto de la realidad; por acción, la forma de realizar el estudio que implica un modo de intervención, orientada por el investigador y los sujetos investigados; participación, cuyo proceso involucra tanto a los investigadores como a los destinatarios de la investigación, quienes no son considerados simplemente como objetos de investigación, sino como sujetos activos que contribuyen a conocer y transformar la realidad en la que están implicados. En una palabra, y aceptando la percepción que al respecto tiene Ezequiel Ander Egg, la Investigación Acción Participativa supone la simultaneidad del proceso de conocer y de intervenir, e implica la participación de la misma gente involucrada en el programa de estudio y de acción.

La IAP tiene como intencionalidad la promoción de la participación activa de un colectivo investigado; así mismo, supone la superación de toda forma de relaciones dicotómicas jerarquizadas, es decir, imposición o supremacía del investigador sobre el objeto de estudio o viceversa. Es una relación heurística, no de estratificación; en otro sentido, la comunicación adquiere un nivel de iguales, en el cual el compromiso es el motor que orienta el estudio; la IAP es una herramienta intelectual al servicio de las comunidades, en este sentido su esencia ideológica obedece al bien común, al consenso, podrá no tener una neutralidad extrema, pero si se maneja en razón de un bajo perfil de crítica política, porque su objetivo es solucionar la situación-problema y transformarla, no polemizar. Aunque en el acto mismo de transformar, la persuasión y la actividad política de convencimiento imponen algunos de sus intereses.

En otro aspecto, en lo que se refiere a la metodología, la IAP mezcla los enfoques dialécticos y sistémicos, privilegiando el abordaje cualitativo al cuantitativo, dado que su razón de ser es interpretar y comprender la situación-problema para lograr introducir cambios sustanciales en el objeto de estudio. En este sentido expresa Ander Egg:

…siendo la IAP una metodología sólo realizable con la efectiva participación de la gente, no sólo se plantea el problema de ofrecer espacios y canales de participación, también es necesario proporcionar instrumentos operativos para que la gente pueda participar realmente. Este aprendizaje que proporciona esta metodología es uno de los aportes más útiles y peculiares de la IAP, para que la gente, a través del conocer, participe del poder hacer. (Ander Egg, 2003, p.41)

La IAP es un método de investigación que supone la búsqueda y la práctica participativa de la gente involucrada en el estudio, exigiendo un compromiso de los involucrados y una clara identificación del contexto en el cual se encuentra inmerso el objeto de investigación. La IAP es un esfuerzo colectivo para alcanzar la transformación real de la situación-problema abordada; todo lo demás que aspire llevar esta denominación, sino es en estas condiciones, no es IAP.

2.5.- Lo etnográfico: descubriendo la cultura y sociedad

La etnografía se refiere al estudio descriptivo de las costumbres y tradiciones de los pueblos; más allá de lo descriptivo, que sería delinear, dibujar, figurar, representar algo de modo tal que dé cabal idea de lo que es, la etnografía se refiere a la comprensión de lo que se describe. Por ello, cuando aborda la sociedad y se toma con su contexto, lo que hace es escudriñar los elementos que determinan el ahora en razón de un pasado que proyecta su futuro.

En acepción de Ana María Rusque (2003), la etnografía, como proceso de investigación, se orienta al estudio del medio social cuidando resguardar el ambiente natural e intentando interpretar los hechos que observa el investigador. La investigación etnográfica se ha transformado en una importante perspectiva de observación del comportamiento habitual de los actores sociales, abordando su identidad con el contexto y su desenvolvimiento en la construcción de sus espacios de convivencia.(p.53)

El origen del término se le atribuye al historiador alemán B.G. Niebur, quien lo utilizó por vez primera en un curso impartido en la universidad de Berlín, en 1810; pero sería el italiano Balbi quien lo difundiera en la obra Atlas etnographique du globe en 1826, en el cual se concibió esta como una ciencia que busca la clasificación de los grupos humanos atendiendo a sus rasgos lingüísticos.

En este sentido, algunos autores aprecian a la etnografía como una rama descriptiva de la antropología cultural, que se ocupa de la catalogación y descripción de las peculiaridades culturales de los distintos grupos humanos, sobre todo de sus rasgos lingüísticos, modos de vivir, costumbres, tradiciones, instituciones, técnicas, entre otras, que proporcionan los materiales de base para la etnología.

En la antigüedad ya existían descripciones de carácter etnográfico, relatos de navegantes y exploradores, o de algunos historiadores como Herodoto. En la Edad Media proliferaron las narraciones de carácter teratológico (hombres-lobo, hombres acéfalos, sirenas, etc.), pero destacan las observaciones efectuadas por Marco Polo y, especialmente, los estudios de Ibn Khaldún.

Para Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu (1998), la etnografía contemporánea distingue entre los aspectos etics y los aspectos emics. Los aspectos etics se refieren a las técnicas y generalizaciones sobre los acontecimientos culturales, pautas de conducta, pensamientos e ideologías que pretenden ser verificables objetivamente y válidos intraculturalmente. Los aspectos emics son las descripciones o juicios referentes a las creencias, pautas de conducta, ideas y valores que hacen los miembros de una cultura. Al llevar a cabo una investigación en el modo emic, los etnógrafos intentan adquirir un conocimiento de las categorías y reglas necesarias para pensar y actuar como un nativo. Las descripciones etic, en cambio, pretenden generar teorías científicas fructíferas sobre las causas de las semejanzas y diferencias socioculturales.

En este sentido, Miguel Martínez Miguélez (2004), expresa que el término etnografía se refiere a la descripción del estilo de vida de un grupo de personas habituadas a vivir juntas. Por lo que “la convivencia juntos” es la unidad de análisis para el investigador; “…el enfoque etnográfico se apoya en la convicción de que las tradiciones, las funciones, los valores y las normas del ambiente en que vive se van internalizando poco a poco y generan regularidades que pueden explicar la conducta individual y de grupo en forma adecuada…” (p.182)

El descubrimiento de la sociedad a través del enfoque etnográfico se da en sentido de que su interés de estudio es la realidad que emerge o surge de de la interacción de los actores sociales, buscando la estructura, función y significado de los elementos intervinientes, a efecto de comprender el sistema de relaciones en el cual las variables o propiedades se encuentran insertadas.

A través del estudio etnográfico, en acepción de Mario Tamayo y Tamayo (2006), el investigador se involucra de forma directa en la vida social, permitiendo comprender el contexto social del cual forma parte la escena o práctica que estudia, así mismo se permite describir diversos aspectos poco observados o inadvertidos que los actores sociales tienden a ocultar o comunicar.

Desde esta perspectiva, la investigación etnográfica se asume como el producto de una dinámica exploratoria que realiza el investigador en su relación con el objeto de estudio y los sujetos involucrados con ese objeto de estudio. El investigador interrelaciona su conducta heurística con la intención de conocer el significado y propósito que alberga el estudio, en miras a comprenderlo en un contexto determinado que valiéndose de técnicas primarias de recolección de información, alcanza perfilar la lógica de los eventos en el marco de un enfoque fenomenológico que permita ciertos niveles de objetividad.

En esencia, la investigación etnográfica es ideográfica, es decir, que busca comprender la complejidad de las relaciones en sociedad en razón de un grupo, o segmento social identificado y contextualizado, para reconocer en ellos el por qué de su comportamiento social y el valor humano de sus relaciones en un tiempo histórico determinado. Nos adherimos a lo expresado por Miguel Martínez Miguélez (2004), al decir que “…una buena etnografía describe las estructuras o patrones generales…, las regularidades dentro del sistema individual o social estudiado”. (p.202)


2.6.- Historias de vida: del relato a la rigurosidad cualitativa

Hay una confusión entre quienes defienden el paradigma cuantitativo y los que defienden el paradigma cualitativo: su discusión acerca de la confiabilidad y validez entre estas orientaciones de investigación. Unos se atribuyen mayor rigurosidad que otros; pero en ambos el porcentaje de desaciertos y aciertos es igual. Tanto la visión cuantitativa tiene sus aproximaciones a la verdad, como la visión cualitativa; es un asunto de contexto, de condiciones adecuadas en la construcción del pensamiento científico, y no de un grupo o “secta” que tenga el “derecho” de poseer la verdad.

El enfoque Historias de vida, quizás desde el punto de vista cuantitativo, no tiene un sentido de importancia mayor que el que sea un registro de una posición o punto de vista de un actor social en un momento determinado. Su trascendencia estaría circunscrita al aporte numérico de algún dato; pero desde el punto de vista cualitativo representa un sin fin de posibilidades de información y conocimiento acerca de ese actor social.

Antes de continuar explorando es pertinente abordar un término que tiende a generar confusión a la hora de distinguir elementos cuantitativos de los cualitativos, nos referimos al “dato”. Por dato, según el Diccionario de la Real Academia Española, el cual nos índica que viene de la voz latina datum, que significa lo que se da, es un antecedente necesario para llegar al conocimiento exacto de algo o para deducir las consecuencias legítimas de un hecho; desde el punto de vista cuantitativo es identificado como lo recolectado en el proceso de búsqueda de conocimiento; para los cualitativitas es algo más, un elemento que es dado pero que tiene historia y sensaciones. Para aproximarse a esta idea el filósofo Moore, así como Russell, ingeniaron el termino sense data, con lo cual buscaban referirse a los datos de los sentidos, o datos sensoriales, en oposición a los objetos físicos, cuya existencia se infiere como causa de aquéllos. Russell llama sensibilia a los datos sensoriales en cuanto pueden considerarse permanentes sin ser percibidos; sus afirmaciones sobre si los sense data y los sensibilia son mentales o físicos, o ambas cosas a al vez, no son claras; los distingue, no obstante, claramente de la sensación, que sí es un acto de la conciencia.

Para efectos de nuestra exploración cualitativa, nos parece más acertado utilizar los términos “información” o “hechos”, puesto que, a pesar de que se ha intentado despejar las dudas, ellas continúan, impidiendo que florezca la idea de un lenguaje particular, identidad de las cualidades que se desean describir y explicar.

En este contexto etimológico nos aparecen las historias de vida como una técnica de investigación que aspira, en palabras de Ana María Rusque (2003), comprender el medio social y los procesos sociales, a partir de una persona o grupo de personas. La gran confusión se ha presentado en cuanto a la relación que las historias de vida tienen con los relatos de vida y los enfoques autobiográficos. La diferencia está en que las historias de vida indagan sobre el medio social en el cual una persona o grupo de persona han evolucionado sus relaciones sociales en un tiempo determinado; en cambio los relatos de vida se refieren al comportamiento de una persona en su entorno, se hace énfasis en los aspectos individuales y biográficos, siendo el de la experiencia individual la que devela cómo un individuo ha actuado en su inserción y evolución en la vida social.

En este sentido es importante destacar que las historias de vida van más allá de una relación de la persona con su contexto social, es una vía para comprender la complejidad de las relaciones sociales. Puede valerse el investigador de una persona de un grupo para buscar interpretar el tipo de relaciones sociales que ese grupo desarrolla, pero ello no debe considerarse como una “muestra representativa”, puesto que desde el punto de vista cualitativo “la muestra representativa de tipo estadístico” no interesa, importa el efecto conductual y emocional que determinadas realidades causan en los sujetos estudiados.

Sobre las consideraciones anteriores, Jorge Omar Maldonado (2000) expresa: “La historia de vida es análoga a la observación participante. Su diferencia básica radica en lo amplio de su cobertura, más que en su intención. En vez de observar una institución, el investigador selecciona informantes dentro de ella a fin de realizar un análisis crítico, uniendo las piezas de las diversas experiencias de esas vidas, mediante toda la información que pueda ser obtenida”. (p.75)

Según se ha citado, en las historias de vida (que a diferencia de Maldonado a nuestro juicio ha de ser plural porque eso mantiene la posibilidad de ser aplicada a grupos de personas), el investigador determina quién o quiénes serán sus informantes claves, lo que hace que la investigación tenga un carácter dirigido, aunque no por ello el uso de esta técnica esté enmarcada en criterios cerrados, todo lo contrario, es flexible y amplia en lo que tiene que ver con el desenvolvimiento y aporte informativo de los sujetos investigados.

Hechas estas apreciaciones anteriores es importante referirnos a la metodología y al aspecto ético que tiene que ver con la utilización de las historias de vida como técnica de recolección de información. Ana María Rusque (2003) especifica un esquema muy general del cómo organizar y afrontar un estudio desde la técnica, para algunos método, de las historias de vida: Problemática, se formula la hipótesis y se pone en marcha proposiciones de interpretación para ir ordenando la historia; Recolección, la vía expedita son las entrevistas, y para poder hablar de historias de vida tiene que haber, como mínimo, veinticinco (25) sesiones de trabajo, en donde se evidencie cincuenta(50) a cien (100) horas de entrevista; Proceso de Trascripción, es la etapa de reproducción de las entrevistas realizadas, donde el investigador debe dejar evidencias de todo lo oído y visto, tanto los sucesos importantes como los superfluos; y el Análisis e Interpretación de los Resultados, en donde el investigador se vale del análisis del discurso y el análisis de contenido, para categorizar e ir relacionando los elementos inmersos en las historias que de alguna manera responden a la identificación de los elementos característicos del medio social en donde se encuentra inmerso el sujeto, o sujetos investigados.

A todo esto, se suma el problema ético. Según nos hace ver Jorge Omar Maldonado (2000), las historias de vida implican el estudio de una persona viva; al publicarse el trabajo, existe la posibilidad que otras personas lleguen a leer esa investigación y hacerse juicios, generándose la puesta en evidencia de sentimientos y confidencialidades. Es por ello que el investigador tiene que considerar de qué manera la difusión de su estudio pueda perjudicar a sus informantes; como una solución a este problema, algunos investigadores optan por no dar a conocer el nombre de los mismos o en su lugar dar referencia de que se utilizaran nombres “falsos” a solicitud de los informantes.

Es importante destacar que el interés del investigador con la utilización de las historias de vida no es develar la relación social-situacional de una persona y su evolución en su experiencia de vida (eso sería biografía o relato de vida), ni abordar la descripción y explicación social de una comunidad determinada (eso sería etnografía), sino comprender el medio social y los procesos sociales partiendo de un actor social, o actores sociales determinados, en el cual la experiencia y la manera de contar esa experiencia se convierte en la confiabilidad del estudio.

2.7.- Interaccionismo Simbólico


El interaccionismo simbólico constituye una corriente sociológica que vio su luz en los años treinta, desarrollándose en EE.UU. en la década de los cincuenta y sesenta; la Escuela de Chicago fue el asiento de importantes investigadores que le dieron cuerpo a esta teoría que articulaba su interés entre lo psicológico y lo social.

Como principales representantes aparecen Georg Herbert Mead (1863-1931), Herbert Blumer (1900-1987), quien acuñó el término en 1937, Charles Horton Cooley, Howard S. Becker; entre otros. Como corriente de pensamiento surge de la mano del pragmatismo nominalista y del conductismo, oponiéndose al funcionalismo y suponiendo que la realidad social se conoce a partir de las acciones y las interacciones de los actores sociales.

En tal sentido, el individuo, o persona, es concebido como “yo” o “sí mismo” y los demás, a través del vínculo de la comunicación; ese mismo individuo se comporta activamente frente al medio social y éste, a su vez, influye en el individuo, el cual está interrelacionado a través de la acción social.

En razón de esta percepción se habla de la persona en términos del “sí mismo”, o la persona, con la característica básica de la reflexividad: capacidad de tenerse uno mismo como objeto de conocimiento.

Bajo esta premisa, el conocimiento acerca de lo que el “yo” tiene de sí mismo, es percibido por los demás, en cuanto que ese “yo” es un reflejo del ser de los otros. Esto hace que se aprecie la persona en el marco de los procesos sociales: a través del lenguaje, en todas sus variantes, por cuyo medio percibimos las reacciones de los demás frente a nosotros.

Partiendo de estas ideas generales se hace importante describir la percepción del interaccionismo simbólico desde el discurso de uno de sus precursores; porque, en definitiva, el por qué y el cómo de una investigación desde este enfoque pragmático-conductual, tiene que ver más con las experiencias y realidades que cada autor o investigador confronta al encarar su objeto de estudio.

Como ya se nombró en párrafo anterior, Herbert Blumer, discípulo del sociólogo norteamericano Georg Herbert Mead, fue quien acuñó el término de interaccionismo simbólico a mediados de la década de los treinta. Para él la percepción de la realidad está enmarcada en la vida de los grupos humanos y en el comportamiento del hombre en razón de tres premisas básicas: el ser humano orienta su conducta hacia sus semejantes y su entorno natural, en razón de lo que éstos significan para él; ese significado que tiene de sus semejantes y su entorno natural, surge como consecuencia de la interacción social entre individuos; y los significados se evalúan y modifican mediante un proceso de interpretación que la propia persona estimula y desarrolla.

Para Blumer interpretar supone un proceso de auto-interpretación; es decir, el “yo” y el “mí”, interactúan para contemplar los factores causales, asumiendo la experiencia individual, fruto de la interacción social, como el referente que orienta y condiciona la conducta del investigador y por ende su visión de la realidad.

Blumer igualmente da cuerpo a una teoría del interaccionismo simbólico partiendo de lo que él ha llamado ideas básicas o “imágenes radicales”. Estas ideas básicas son: Los grupos humanos están formados por individuos o personas en acción, lo que marca la naturaleza de su vida y de los grupos humanos; la interacción es un proceso que forma parte del comportamiento humano, por lo cual su naturaleza es social; en cuanto a la naturaleza de los objetos apreciados desde el enfoque del interaccionismo simbólico, estos tienen el significado que cada persona o investigador le da, son creaciones sociales, resultado de las indicaciones que emanan de la interacción social; la persona humana materializa una interacción consigo mismo, la cual sirve de referente para sus interacciones con el entorno, es decir, la persona es agente, objeto de sus propios actos; la acción por parte del ser humano es el producto de diversas consideraciones generales que va adquiriendo a través de la interacción social, marcando una línea de conducta basada en el modo de interpretar la información que recibe de su entorno; y la acción conjunta constituye la conclusión de los actos de los individuos que forman parte de un colectivo determinado.

Esta posición de Blumer ha tenido críticas desde el punto de vista de la concepción de sociedad humana por parte de la teoría sociológica, para quien la sociedad humana no está compuesta de individuos dotados de un “sí mismo”, apreciando a la persona como un organismo que responde a las fuerzas que actúan sobre él; y en el mismo sentido, se aprecia las acciones sociales como producto de factores que la condicionan, y no como elaboraciones individuales mediante un proceso de interpretación.

A todas estas, Blumer propone una visión metodológica para el interaccionismo simbólico la cual estaría dentro del enfoque empírico, desde donde poder apreciar el conocimiento de la vida de grupo y su comportamiento, partiendo de “datos” y referencias de observación que materialicen la verificación de los juicios emitidos por el investigador. Este enfoque empírico consistiría en: un esquema tradicional del método científico para el ordenamiento de la información; si bien para el método científico tradicional lo que importa es el resultado, en la aplicación de este enfoque en el interaccionismo simbólico, se le da importancia a la “adecuación al mundo empírico en estudio” del método de diagnóstico y recolección de información. Puesto que el mundo empírico observado por la individualidad del investigador proporciona el conocimiento directo de la vida social que es la razón de ser de un estudio desde el punto de vista del interaccionismo simbólico.

En una palabra, Blumer entiende por el enfoque del interaccionismo simbólico una ruta en donde el objeto de estudio, la naturaleza de la vida y de los grupos sociales, tiene que ser vista respetando en mundo empírico en donde se construye. Son los seres humanos los que crean la realidad social, por esta razón la comprensión de la experiencia subjetiva de las personas describe lo que sucede en las sociedades, desde sus elementos más complejos o los más simples, destacando el campo del lenguaje y de los símbolos, como parte de un proceso de significación de la realidad, que podría entenderse como una “construcción y reconstrucción” del mundo de la vida, pero desde el ámbito de la categorización social y psicológica.

En concordancia con lo anterior, y tomando ideas de Miguel Martínez Miguélez (2004, pp.125-130), el interaccionismo simbólico es una orientación metodológica que comparte espacio de explicación y descripción con la hermeneútica y la interpretación.

El fin último del interaccionismo simbólico es comprender el proceso de asignación de símbolos con significado al lenguaje hablado o escrito y al comportamiento en la interacción social.

Ese interaccionismo simbólico se vuelve inteligible en la medida que los actores sociales describen sus propios hechos y acciones, tomándose como objeto de estudio para formular una interpretación de lo que son realmente en el medio social. En este sentido, el interaccionismo simbólico presenta otras variantes, tales como el interaccionismo interpretativo, el cual, propuesto por Norman Denzin, en la década del setenta, viene a dar respuesta a situaciones de esa interacción social que el estricto empirismo simbólico no permitía.

El interaccionismo interpretativo constituye en la investigación social, una especie de desconstrucción de la teoría que trata de responder a la realidad a través de síntesis y reformulaciones de cómo se presentan las interacciones que conectan las vidas de las personas con las representaciones culturales creadas en el proceso de socialización o experiencia de vidas.

La intención de Denzin con su propuesta de un interaccionismo interpretativo, es brindarle acercamiento al enfoque a los principios cualitativos de investigación, así como crear una vía para fundamentar el criticismo cultural desde la óptica de los propios actores sociales. En tal sentido, podríamos simplificar la postura de Denzin en tres grandes visiones teoréticas: 1.- Es necesario subvertir es significado de un texto, mostrando sus significados dominantes y alterándolos con significados adversos que promuevan una contradicción dialéctica para enriquecimiento del punto de vista crítico; 2.- En la descripción y explicación de los significados, ya sea de algún texto o hechos, deben contextualizarse haciendo hincapié en lo ideológico y político, a efecto de sacar a flote los prejuicios y demás vicios valorativos que se tienen en las sociedades modernas y que repercuten en el proceso de interacción; y 3.- Interpretar textos y hechos , es explorar el carácter vivivencial de los actores sociales, por ello es necesario poner acento en la explicación del comportamiento de los sujetos y sus intencionalidades, lo que nos permitirá conocer el patrón que orienta el conjunto de realidades significantes en los sujetos sometidos a estudio.

Otro de los puntos de vistas concatenado con el interaccionismo simbólico, pero que se orienta más a profundizarlo desde la perspectiva cualitativa, es el de Irving Goffman, para quien el estudio del interaccionismo simbólico debería enfocar la estigmatización y contraposición de símbolos en razón del sistema de acción social, a efecto de no sólo enfocarse en el significado sino en las categorías sociales que condicionan ese significado.

2.8.- La Fenomenología


Para definir fenomenología, la voz griega que la simboliza, phaenomenon, nos refiere al fenómeno, a la apariencia; que vendría significar discurso de lo que aparece, hay que delimitarla en el sentido general y etimológico de su significado, el cual se centra en la descripción de lo que aparece a la conciencia, en una palabra: el fenómeno.

Desde el punto de vista filosófico, según nos dicen Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu (1998), el uso del término “fenomenología” se debe a J.H. Lambert, en su obra Nuevo Organon, publicada en 1764. Para Lambert consistía en una doctrina de la apariencia, en oposición a la doctrina de la verdad.

Por otra parte, el filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831),…

…ahonda el sentido del término y lo aplica al camino vivencial que recorre la conciencia hasta llegar al saber absoluto o ciencia; lo describe como el devenir de la ciencia en general o del saber y lo define como ciencia de la experiencia de la conciencia. (Cortés y Martínez, 1998, sn).

Sobre la base de estas consideraciones el alemán Edmund Husserl (1859-1938) construyó una definición acabada de fenomenología, presentándola como una corriente filosófica con características de trascendental; para él la fenomenología constituye…

…el método que permite describir el sentido de las cosas viviéndolas como fenómenos (noemáticos) de conciencia. Lo concibe como una tarea de clarificación para poder llegar a las cosas mismas partiendo de la propia subjetividad, en cuanto las cosas se experimentan primariamente como hechos de conciencia, cuya característica fundamental es la intencionalidad. No se trata de una descripción empírica o meramente psicológica, sino trascendental, esto es, constitutiva del conocimiento de lo experimentado, porque se funda en los rasgos esenciales de lo que aparece a la conciencia. (Cortés y Martínez, 1998, sn)

A los efectos de esto, Husserl propone un método fenomenológico para clasificar y organizar ese sentido de los fenómenos. Esta visión sistemática y coherente de lo fenomenológico lo describe una serie de pasos que resaltan la importancia del sujeto en el objeto de estudio de los fenómenos:

…1. Reducción fenomenológica: consiste en poner entre paréntesis, a modo de una suspensión de juicio (epokhé), lo que Husserl denomina la actitud natural: creencia en la realidad del mundo, cuestionamiento de si lo percibido es real, supuestos teóricos que lo justifican, afirmaciones de las ciencias de la naturaleza, etc. El resultado de esta reducción o epokhé es que no queda sino el residuo fenomenológico, a saber, las vivencias o fenómenos de la conciencia, cuya estructura intencional presenta dos aspectos fundamentales: el contenido de conciencia, nóema, y el acto con que se expresa este contenido, nóesis.; 2. Reducción eidética: la realidad fenoménica, por una libre consideración de todas las posibilidades que la razón descubre en ella, pierde las características individuales y concretas y revela una esencia constante e invariable. La razón pone entre paréntesis todo lo que no es fenómeno y, del fenómeno, todo lo que no constituye su esencia y su sentido, su forma o su idea (eidos): intuición o reducción eidética. La ciencia de estas esencias, y su descripción, es la tarea fundamental de la fenomenología; 3. Reducción trascendental: resultado de la reducción fenomenológica no es sólo la aparición de lo que se da a conocer a la conciencia (los nóemas), sino también el que todo es conciencia (nóesis); esta unióndad de nóema y nóesis configura la unidad de conciencia, o la subjetividad; esto es, el sujeto trascendental. De esta conciencia trascendental, surge el mundo conocido; y 4. Mundo e intersubjetividad: en la misma conciencia está ya presente el mundo, porque de la misma manera que no hay conciencia sin sujeto tampoco la hay sin mundo. La fenomenología lleva metódicamente, a través de los nóemas, al descubrimiento y análisis de los objetos del mundo (cosas, animales, psiquismos) y al descubrimiento y análisis de los demás, los otros, como sujetos igualmente conscientes, con los que construimos (intersubjetivamente) el sentido del mundo o un mundo común para todos nosotros. (Cortés y Martínez, 1998, sn)

Ahora bien, la fenomenología no es simplemente un método para llegar a una actitud filosófica, es una ciencia de las esencias como estimaba Husserl, la cual se identifica con un idealismo trascendental. Tal cual el propio Husserl (1979) lo expresa:

…La fenomenología tiene que llegar por sí misma a los sistemas de conceptos que determinan el sentido fundamental de todos los ámbitos científicos. Estos son los conceptos que predelinean todas las demarcaciones formales de las idea-forma de un posible universo del ser en general y, por tanto, también la de un posible mundo en general. De acuerdo con esto, ellos tienen que ser los auténticos conceptos fundamentales de todas las ciencias. (...) Así, pues, las investigaciones relativas a la constitución trascendental de un mundo, que hemos esbozado someramente más arriba, no son nada más que el comienzo de una aclaración radical del sentido y del origen (o bien, el sentido a partir del origen) de los conceptos mundo, naturaleza, espacio, tiempo, esencial animal, psique, cuerpo orgánico, comunidad social, cultura, etc. Es claro que la efectiva realización de las investigaciones indicadas tendría que conducir a todos los conceptos que, sin ser elucidados, cumplen las funciones de conceptos fundamentales de las ciencias positivas, pero que en la fenomenología surgen con una claridad y distinción universales, que ya no dan lugar a ninguna cuestión concebible...” (p.230-231)

Desde el punto de vista fenomenológico no se excluye de su objeto de estudio nada de lo que se presenta a la conciencia; se “…desea aceptar sólo lo que se presenta y, precisamente, así como se presenta; y este punto de partida es puesto como base debido a que el hombre sólo puede hablar de lo que se le presenta en su corriente de conciencia o de experiencia…” (Martínez Miguélez, 2004, p. 138)

En tal sentido Johan Hessen (1978), expresa: “El fenomenalismo -refiriéndose a la fenomenología- es una teoría que afirma que no podemos conocer las cosas como son en sí, sino tan sólo en su apariencia. El fenomenalismo acepta la existencia de las cosas, pero niega que podamos conocer su esencia. Únicamente podemos conocer que las cosas son, pero no podemos saber lo que son…” (p.96)

El mismo Hessen (1978) presenta una relación directa de la fenomenología con el idealismo trascendental de Kant. Esgrimiendo que su forma esencial se reduce a tres proposiciones: 1.- La cosa no puede ser conocida en sí; 2.- Nuestro conocimiento está limitado al mundo fenoménico; y 3.- El mundo fenoménico aparece en nuestra conciencia porque ordenamos y elaboramos el material sensible según las formas a priori de la intención y del entendimiento.(p.98)

A todas estas, lo que conocemos como fenómenos no es más que la manifestación presente en la consciencia de un sujeto y la cual aparece como objeto de su percepción; por ello se hace necesario categorizar esas manifestaciones para ser estudiadas en su justo contexto, dado que los fenómenos no son propiedades de las cosas, sino formas lógicas y subjetivas de nuestro entendimiento.


Textos consultados y citados que sustentan estas ideas


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ACERCA DEL AUTOR:
Ramón Eduardo Azócar Añez (Guanare, 1968), se graduó de politólogo(ULA-1993), siendo desde temprano, 1987, un escritor prolífero en los género ensayo, narrativa y poesía; docente universitario desde 1991(comenzó como preparador de Método Científico), obtuvo su Magister Scientiarum en Gerencia y Planificación Institucional (UNELLEZ-2003), y culminó sus estudios académicos(2005 y 2007 respectivamente) doctorales en el Centro de Estudios para el Desarrollo, CENDES, de la UCV; y en el Doctorado de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez(UNESR), entrando en el 2007 en su fase de presentación de protocolo doctoral. Tiene obra publicada (La revelación de Oanes, 1998; El nuevo paradigma educativo, 2000; entre otros); ejerce la investigación y docencia universitaria en diversas instituciones públicas y privadas, siendo su línea de trabajo la Filosofía de la Ciencias y las Políticas Públicas en el marco de la Teoría de la Participación Ciudadana. El autor ha sido discípulo de Ángel J. Cappelletti (1927-1995, Dr. en Filosofía), Alfonso Gándara Feijoo (1929-1996, Dr. en Ciencias Políticas) y Trino Márquez (1944, Dr. en Ciencias Sociales).

3 comentarios:

claudia dijo...

Desearía saber cómo llegó la obra que ilustra este artículo a formar parte del mismo? Soy la autora, gracias Claudia Susana Díaz Lic. en artes visuales.

Ramón E. Azócar A. dijo...

Saludos Claudia...Gracias por presentarte en este portar; llegó acá la obra por estar en un espacio público de arte en la red que no aclaraba solicitud alguna de derecho de autor; sin embargo, ese espacio, de carácter anónimo, sólo respetó tu nombre y no dijo que el título de tan hermoso trabajo era "Miradas reparadoras". Gracias por permitirnos hoy día seguir disfrutando tu talento y tendré mayor cuidado a futuro, para preservar el valor que cada autor da a sus creaciones...Disculpas a ti y disculpas a nuestros lectores. Abrazos

claudia dijo...

Creo que nunca respondí tu mensaje, está todo bien, tranquilo, te dejo mi FB para que pases a visitarlo , hay algo de mis trabajos y de alumno/as.Besos desde Argentina https://www.facebook.com/claudiasusana.diaz.100

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