Sobre el autor

By Sócrates Symphony

Politólogo (1993); Maestría en Gerencia y Planificación Institucional (2003); doctorante del CENDES (2003-2005) y de la UNESR (2005-2009.

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domingo, 9 de agosto de 2009

LOS TRABAJOS Y LOS DIAS (~800 AC?)



(Lectura Obligatoria para mis alumnos de investigación social, desarrollo humano y ética)

Hesiodo

DATOS BIOGRAFICOS:

Hesíodo (en griego antiguo Ἡσίοδος Hêsíodos, en latín Hesiodus) fue un poeta de la Antigua Grecia. Su datación en torno al año 700 a.C. es discutida.
Nació en Ascra, cerca de Tebas hacia la segunda mitad del siglo VIII a. C. o la primera del siglo VII a. C. Fue campesino e hijo de un comerciante. La tradición lo sitúa como contemporáneo de Homero e incluso rival suyo en certámenes poéticos.
Suele considerarse el más antiguo de los poetas helenos después de Homero y, durante buena parte del siglo XIX, la crítica llegó a dudar de su auténtica existencia, aunque ésta parece fuera de toda duda en la actualidad. La familia de Hesíodo estableció su residencia en Beocia, procedente de Cime de Eolia, lugar de origen de su padre. Poco se sabe de su vida; parece que fue fundamental en ella la enemistad con su hermano Perses a causa de la herencia paterna, y este tema abordó en su obra Trabajos y días. Muerto su padre, Hesíodo se estableció en Naupacto, donde pasó su juventud al cuidado de un rebaño de ovejas y llevando la vida plácida y sencilla de los campesinos griegos. Los actuales especialistas sitúan como contemporáneo de Homero a Hesíodo, mas su poesía, muy alejada del estilo épico y grandioso de la de aquél, está destinada a instruir más que a exaltar. Se sabe también que en Calcis Calcis (Eubea) participó en un concurso de aedos y obtuvo la victoria. Murió al parecer en Ascra y sus cenizas se conservaron en Orcómeno donde se le rindieron honores como a un fundador de la ciudad.

Muchas de las obras que durante la Antigüedad se le atribuían, como los poemas sobre arte adivinatorio La ornitomancia, Los versos mánticos y Las explicaciones de los prodigios, no son realmente suyas. Lo que parece probado con seguridad es que fue el autor de los Trabajos y días, de la Teogonía, que explica el origen del universo y la genealogía de los dioses, y de los cincuenta y cuatro primeros versos del El escudo de Heracles. Junto con las de Homero, las obras de Hesíodo se convertirían en parte del corpus fundacional de la cultura griega, gracias a su labor de sistematización del conjunto de mitos heredados y al inicio de su interpretación en un sentido moral y práctico. La cultura griega se caracterizaría en todo momento por la compleja relación que mantendría con el conjunto de concepciones mitológicas y religiosas de sus propias tradiciones, tanto para rechazarlas como para reverenciarlas, aunque siempre extraería de allí sus más fecundas intuiciones.


(~800 AC?)
LOS TRABAJOS Y LOS DIAS
TEXTO INTEGRO

“Los trabajos y los dias” por Hesiodo, escritor griego posterior a Homero, cuya fecha de nacimiento y muerte se ignoran pero se situan alrededor del siglo VIII antes de cristo.
Obras conservadas:
 “Teogonia”
 “Los trabajos y los dias”
 “El escudo de Heracles”

Quizas sea el primer manual de autoayuda de la historia


LIBRO I


Musas que ilustráis con vuestros cantos, venid de la Pieria, y loando a vuestro Padre Zeus, decid cómo los hombres mortales son desconocidos o célebres, irreprochables o cubiertos de oprobio, por la voluntad del gran Zeus. Porque eleva y derriba fácilmente, abate con facilidad al hombre poderoso y fortalece al débil, castiga al malo y humilla al soberbio, Zeus que truena en las alturas y habita las moradas superiores.

¡Escucha, oh hombre que oyes y ves todo, y conforma nuestros juicios a tu justicia! Por lo que a mí respecte, procuraré decir a Perses unas cuantas verdades.
No hay una causa única de disensión, sino que hay dos sobre la tierra: la una digna de las alabanzas del sabio, la otra censurable. Obran en sentido diferente. Una es funesta; excita la guerra lamentable y la discordia, y ningún mortal la ama; pero todos le están sometidos necesariamente por la voluntad de los Inmortales. En cuanto a la otra, la oscura Nix la parió la primera, y el alto Cronida que habita en el eter la situó bajo las raíces de la tierra para que fuese mejor con los hombres, pues excita al perezoso al trabajo. En efecto, si un hombre ocioso mira a un rico, se apresura a labrar, a plantar, a gobernar bien su casa. El vecino excita la emulación del vecino, que se apresura a enriquecerse, y esta envidia es buena para los hombres. Con él, el alfarero envidia al alfarero, el obrero envidia al obrero, el mendigo envidia al mendigo y el aeda envidia al aeda.

¡Oh Perses! retén esto en tu espíritu: que la envidia, que se regocija de los males, no desvíe tu espiritu del trabajo, haciéndote seguir los procesos y escuchar las querellas en el ágora. Hay que conceder poca atención a los procesos y al ágora cuando no se ha amontonado en la casa, durante la estación, el sustento, presente de Demeter. Una vez saciado, entablarás, si quieres, procesos y querellas a las riquezas de los otros; pero entonces no te será ya permitido obrar así. Terminemos, pues, el proceso con juícios rectos, que son dones excelentes de Zeus; porque recientemente hemos repartido nuestro patrimonio, y me has arrebatado la mayor parte, con el fin de inclinar en tu favor a los reyes, esos devoradores de presentes, que quieren juzgar los procesos. ¡Insensatos! No sahen hasta qué punto la mitad a veces vale más que el todo, y hasta qué punto son un gran bien la malva y el asfodelo. Los Dioses, en efecto, ocultaron a los hombres el sustento de la vida; pues, de otro modo, durante un solo día trabajarias lo suficiente para todo el año, viviendo sin hacer nada. Al punto colgarías el mango del arado por encima del humo, y pararías el trabajo de los bueyes y de las mulas pacientes. Pero Zeus ocultó este secreto, irritado en su corazón porque el sagaz prometeo le había engañado. Por eso preparó a los hombres males lamentables, y escondió el fuego que el excelente hijo de Yapeto robara en una caña hueca abierta para dárselo a los hombres, engañando así a Zeus que disfruta del rayo. Entonces, Zeus que amootona las nubes dijo indignado:
¡Yapetionida! Más sagaz que ninguno, te alegras de haber hurtado el fuego y engañado a mi espíritu; pero eso constituirá una gran desdicha para ti, así como para los hombres futuros. A causa de ese fnego, les enviaré un mal del que quedarán encantados, y abrazarán su propio azote.

Habló así y rió el Padre de los hombres y de los Dioses, y ordenó al ilustre Hefesto que mezclara en seguida la tierra con el agua y de la pasta formara una bella virgen semejante a las Diosas inmortales, y a la cual daría voz humana y fuerza. Y ordenó a Atenea que le enseñara las labores de las mujeres y a tejer la tela; y que Afrodita de oro esparciera la gracia sobre su cabeza y le diera el áspero deseo y las inquietudes que enervan los miembros. Y ordenó al mensajero Hermeas, matador de Argos, que le inspirara la impudicia y un ánimo falaz. Ordenó así, y los aludidos obedecieron al rey Zeus Cronión. Al punto, el ilustre Cojo de ambos pies, por orden de Zeus, modeló con tierra una imagen semejante a una virgen venerable; la Diosa Atenea la de los ojos claros la vistió y la adornó; las Diosas Cárites y la venerable Pito colgaron a su cuello collares de oro; las Horas de hermosos cabellos la coronaron de flores primaverales; Palas Atenea le adornó todo el cuerpo; y el Mensajero matador de Argos, por orden de Zeus retumbante, le inspiró las mentiras, los halagos y las perfidias; y finalmente el Mensajero de los Dioses puso en ella la voz. Y Zeus llamó a ésta mujer Pandora, porque todos los Dioses de las moradas olímpicas le dieron algún don, que se convirtiera en daño de los hombres que se alimentan de pan.

Tras de acabar esta obra perniosa e inevitable el Padre Zeus enhacia Epimeteo al ilustre Matador de Argos, veloz mensajero de los Dioses, con ese presente; y Epimeteo no pensó en que Prometeo le había recomendado que no aceptara nada de Zeus Olimpico y le devolviera sus presentes, para que no trajesen desgracia a los mortales. Y acepto el obsequio y no sintió el mal hasta después de haberlo recibido.
Antes de aquel día, las generaciones de hombres vivían sobre la tierra exentas de males, y del rudo trabajo, y de las enfermedades crueles que acartean la muerte a los hombres. Porque ahora los mortales envejecen entre miserias.

Y aquella mujer, levantando la tapa de un gran vaso que tenía en sus manos esparció sobre los hombres las miserias horribles. Únicamente la Esperanza quedó en el vaso, detenida en los bordes, y no echó a volar porque Pandora había vuelto a cerrar la tapa por orden de Zeus tempestuoso que amontona las nubes.

Y he aquí que se esparcen innumerables males entre los hombres, y llenan la tierra y cubren el mar; noche y día abruman las enfermedades a los hombres, trayéndoles en silencio todos los dolores porque el sabio Zeus les ha negado la voz. Y así es que nadie puede evitar la voluntad de Zeus.

Pero, si quieres, oh Perses, te diré otras palabras buenas y sabias; retenlas en tu espíritu.

Cuando al mismo tiempo nacieron los Dioses y los hombres mortales, primero los Inmortales que tienen moradas olímpicas crearon la Edad de Oro de los hombres que hablan. Bajo el imperio de Cronos que mandaba en el Urano, vivían como Dioses, dotados de un espíritu tranquilo. No conocían el trabajo, ni el dolor, ni la cruel vejez; guardaban siempre el vigor de sus pies y de sus manos, y se encantaban con festines, lejos de todos los males, y morían como se duerme. Poseían todos los bienes; la tierra fértil producia por si sola en abundancia; y en una tranquilidad profunda, compartían estas riquezas con la muchedumbre de los demás hombres irreprochables.

Pero, después de que la tierra hubo escondido esta generación, se convirtieron en Dioses, por voluntad de Zeus, aquellos hombres excelentes y guardianes de los mortales. Vestidos de aire, van por la tierra, observando las acciones buenas y malas, y otorgando las riquezas, porque tal es su real recompensa.

Después, los habitantes de las moradas olímpicas suscitaron una segunda generación muy inferior, la Edad de Plata, que no era semejante a la Edad de Oro ni en el cuerpo ni en la inteligencia, Durante cien años, el niño era criado por su madre y crecía en su morada, pero sin ninguna inteligencia; y cuando había alcanzado la adolescencia y el término de la pubertad, vivía muy poco tiempo, abrumado de dolores a causa de la estupidez. En efecto, los hombres no podían abstenerse entre ellos de la injuriosa iniquidad, y no querían honrar a los Dioses, ni sacrificar en los altares sagrados de los Bienaventurados, como está prescrito a los hombres por el uso. Y Zeus Cronida, irritado, los absorbió, porque no honraban a los Dioses que habitan el Olimpo.

Después de que la tierra hubo escondido esta generación, estos mortales fueron llamados los Dichosos subterráneos. Están en segunda fila, pero se respeta su memoria.

Y el Padre Zeus suscitó una tercera raza de hombres parlantes, la Edad de Bronce, muy desemejante a la Edad de Plata. Al igual de fresnos, violentas y robustos, estos hombres no se preocupaban sino de injurias y de trabajos lamentables de Ares. No comían trigo, eran feroces y tenían el corazón duro como el acero. Era grande su fuerza, y sus manos inevitables se alargaban desde los hombros sobre sus miembros robustos. Y sus armas eran de bronce y sus moradas de bronce, y trabajaban el bronce, porque aún no existía el hierro negro. Domeñándose entre sí con sus propias manos, descendieron a la morada amplia y helada de Edes, sin honores. La negra Tanatos los asi¢, a pesar de sus fuerzas maravillosas, y dejaron la espléndida luz de Helios.

Después de que la tierra hubo escondido esta generación, Zeus Cronida suscitó otra divina raza de héroes más justos y mejores, que fueron llamados Semidioses en toda la tierra por la generación presente. Pero la guerra lamentable y la refriega terrible los destruyeron a todos, a unos en la tierra Cadmeida, delante de Tebas la de las siete puertas, en tanto combatían por los rebaños de Edipo; y a los otros, cuando en sus naves fueron a Troya, surcando las grandes olas del mar, a causa de Helena la de hermosos cabellos, Ios envolvió allí la sombra de la muerte. Y el Padre Zeus les dio un sustento y una morada desconocidos de los hombres, en las extremidades de la tierra. Y estos héroes habitan apaciblemente las islas de los Bienaventurados, allende el profondo Océano. Y allí, tres veces por año, les da la tierra sus frutos.

¡Oh, si no viviera yo en esta quinta generación de hombres, o más bien, si hubiera muerto antes o nacido después! Porque ahora es la Edad de Hierro. Los hombres no cesarán de estar abrumados de trabajos y de miserias durante el día, ni de ser corrompidos durante la noche, y los Dioses les prodigarán amargas inquietudes. Entretanto, los bienes se mezclarán con los males. Pero Zeus destruirá también esta generación de hombres cuando se les tornen blancos los cabellos. No será el padre semejante al hijo, ni el hijo al padre, ni el huesped al huésped, ni el amigo al amigo, y el hermano no será amado por su hermano como antes. Los padres viejos serán despreciados por sus hijos impios, que les dirigirán palabras injuriosas, sin temer los ojos de los Dioses. Llenos de violencia, no restituirán a sus viejos padres el precio de los cuidados que de ellos recibieron. El uno saqueará la ciudad del otro. No habrá ninguna piedad, ninguna justicia, ni buenas acciones, sino que se respetará al hombre violento e inicuo. Ni equidad, ni pudor. El malo ultrajará al mejor con palabras engañosas, y perjurará. El detestable Zelo, que se regocija de los males, perseguirá a todos los míseros hombres. Entonces, volando de la anchurosa tierra hacia el Olimpo, y abandonando a los hombres, Edo y Némesis, vestidas con trajes blancos, se reunirán con la raza de los Inmortales. Y los dolores se quedarán entre los mortales, y ya no habrá remedio para sus males.

Y ahora, diré un apólogo a los reyes, aunque piensan con su propia sabiduría.
Un gavilán habló así a un ruiseñor sonoro al que haóía cogido en sus garras y se lo llevaba por las altas nubes. El ruiseñor, desgarrado por las curvas uñas, gemía; pero el gavilán le dijo estas palabras imperiosas:Desdichado, ¿por qué gimes?

Ciertamente, eres presa de uno más fuerte que tú. Irás adonde yo te conduzca, aunque seas un aeda. Te comeré, si me place, o te soltaré. ¡Malhaya quien quiera luchar contra otro más poderoso que él! Será privado de la victoria y abrumado de vergüenza y de dolores.

Así habló el rápido gavilán de anchas alas.

¡Oh Perses! escucha la justicia y no medites la injuria, porque la injuria es funesta para el miserable, y ni siquiera el hombre irreprochable la soporta fácilmente; está abrumado y perdido por ella. Hay otra vía mejor que lleva a la justicia, y ésta se halla siempre por encima de la injuria; pero el insensato no se instruye hasta después de haber sufrido. El Dios testigo de los juramentos se aparta de los juicios inicuos. La justicia se irrita, sea cualquiera el lugar adonde la conduzcan hombres devoradores de presentes que ultrajan las leyes con juicios inicuos. Vestida de tinieblas, recorre, llorando, las ciudades y las moradas de los pueblos, llevando la desdicha a los hombres que la han ahuyentado y no han juzgado equitativamente. Pero los que hacen una justicia recta a los extranjeros, como a sus conciudadanos, y no se salen de lo que es justo, contribuyen a que prosperen las ciudades y los pueblos. La paz, mantenedora de hombres jóvenes, está sobre la tierra, y Zeus que mira a lo lejos, no les envía jamás la guerra lamentable. Jamás el hambre ni la injuria ponen a prueba a los hombres justos, que gozan de sus riquezas en los festines. La tierra les da alimento abundante; en las montañas, la encina tiene bellotas en su copa y panales en la mitad de su altura. Sus ovejas están cargadas de lana y sus mujeres paren hijos semejantes a sus padres. Abundan perpetuamente en bienes y no tienen que navegar en naves, porque la tierra fecunda les prodiga sus frutos. Pero a los que se entregan a la injuria, a la husca del mal y a las malas acciones, Zeus que mira a lo lejos, el Cronida, les prepara un castigo; y con frecuencia es castigada toda una ciudad a causa del crimen de un solo hombre que ha meditado la iniquidad y que ha obrado mal. El Cronión, desde lo alto del Urano. envía una gran calamidad: el hambre y la peste a la vez, y perecen los puehlos. Las mujeres no paren ya, y decrecen las familias. por voluntad de Zeus Olímpico; o bien les destruye el Cronión su gran ejército, o sus murallas, o hunde sus naves en el mar.

¡Oh reyes! considerad por vosotros mismos este castigo; porque los Dioses mezclados entre los hombres, ven a cuantos se persiguen con juicios inicuos sin preocuparse de los Dioses ni por asomo. Sobre la tierra mantenedora de muchos hay treinta mil Inmortales de Zeus que guardan a los hombres mortales; y envueltos de aire, corren acá y allá sobre la tierra observando los juicios equitativos y las malas acciones. Y la justicia es una virgen hija de Zeus, ilustre, venerable para los Dioses que habitan el Olimpo; y en verdad que, si alguien la hiere y la ultraja sentada junto al Padre Zeus Cronión, al punto acusa ella al espíritu inicuo de los hombres, con el fin de que el pueblo sea castigado por culpa de los reyes que, movidos de un mal designio, se apartan de la equidad recta y se niegan a pronunciar juicios irreprochables. Considerad esto, ¡oh reyes devoradores de presentes! corregid vuestras sentencias y olvidad la iniquidad. Se hace daño a sí propio el hombre que se lo hace a otros; un mal designio es más dañoso para quien lo ha concebido. Los ojos de Zeus lo ven y lo comprenden todo; y en verdad que, si Zeus lo quiere, mira al proceso que se juzga en la ciudad. Pero no quiero pasar por justo entre los hombres, ni que pase por ello mi hijo, puesto que constituye una desdicha ser justo, y el más inicuo tiene más derechos que el justo. Sin embargo no creo que

Zeus, que disfruta del rayo, quiera que las cosas acaben así.
Oh Perses! retén esto en tu espíritu: acoge el espíritu de justicia y rechaza la violencia, pues el Cronión ha impuesto esta ley a los hombres. Ha permitido a los peces, a los animales feroces y a las aves de rapiña devorarse entre sí, porque carecen de justicia; pero ha dado a los hombres la justicia, que es la mejor de las cosas. Si en el ágora quiere hablar con equidad alguno, Zeus, que mira a lo lejos, le colma de riquezas; pero si miente perjurando, es castigado irremediablemente: su posteridad se oscurece y acaba por extinguirse, en tanto que la posteridad del hombre justo se ilustra en el porvenir, cada vez más.

¡Te haré excelentes advertencias, insensatísimo Perses! Fácil es abismarse en la maldad, porqoe la vía que conduce a ella es corta y estó cerca de nosotros; en cambio, para ejercitar la virtud los mismos Dioses han sudado; porque la vía es larga, ardua y al principio está llena de dificultades; pero en cuanto se llega a la cúspide, se hace fácil en adelante, después de haber sido difícil.
Más prudente es quien, experimentando todo por sí mismo, medita acerca de las accienes que serán mejores una vez llevadas a cabo. También es muy meritorio quien consiente que se le aconseje bien; pero quien no escucha ni a sí propio ni a los demás, es un hombre inútil.

Acuérdate siempre de mi consejo, y trabaja, ¡oh Perses, raza de Dioses! con el fin de que el hambre te deteste y de que Demeter la de la hermoso corona, la venerable, te ame y llene tu granero; porque el hambre es la compañera inseparable del perezoso. Los Dioses y los hombres odian igualmente al que vive sin hacer nada, semejante a los zánganos, que carecen de aguijón y que, sin trabajar por su cuenta, devoran el trabajo de las abejas. Séate agradable trabajar útilmente, a fin de que tus graneros se llenen en tiempo oportuno. El trabajo hace a los hombres opulentos y ricos en rebaños, y trabajando serás más caro a los Dioses y a los hombres, porque tienen odio a los perezozos. No es el trabajo quien envilece, sino la ociosidad. Si trabajas, no tardará el perezoso en tener envidia de ver que te enriqueces, porque la virtud y la gloria acompañan a las riquezas; y así serás semejante a un Dios. Por eso más vale trabajar, no mirar con espíritu envidioso las riquezas de los demás, y tener la preocupación de tu sustento, como te aconsejo. La mala vergüenza posee al indigente.

La vergüenza viene en ayuda de los hombres o los envilece. La vergüenza Ileva a la pobreza y la audacia lleva a las riquezas. Las riquezas no adquiridas por el robo, sino otorgadas por los Dioses, son las mejores. Si alguien a causa de la pereza de sus manos ha arrebatado grandes riquezas, o con el ejercicio de su lengua ha despojado a otro y estas cosas son frecuentes, porque el deseo de ganancia turba el espíritu y la impudicia ahuyenta el pudor, los Dioses arruinan fácilmente a tal hombre; su raza decrece, y no guarda él sus riquezas sino poco tiempo. Y es lo mismo el crimen de quien ofendiera con malos tratos a un suplicante o a un huésped, que el de quien subiera al lecho fraterno, cometiendo una acción impía por deseo de la mujer de su hermano, que el de quien, con el fraude, arruinara a niños huérfanos, y que el de quien abrumara con oprobios y palabras injuriosas a su padre al llegar éste al mísero umbral de la vejez. En verdad que Zeus se irrita contra ese hombre y le inflige un castigo terrible a causa de sus iniquidades.

En tu espírifu insensato abstente, pues, de esas acciones. Antes bien, ofrece castamente e inocentemente sacrificios a los Dioses inmortales y quema muslos crasos. Aplácalos con libaciones y perfumes en el momento en que te acuestes y cuando vuelva la luz sagrada, con el fin de que te sean benévolos de espíritu y de corazón, y de que, sin vender su herencia, puedas, por el contrario, comprar la de otro. Llama a tu amigo a tu festén, y no a tu enemigo. Antes bien. invita voluntario al que habita cerca de ti; porque si te acaeciera alguna necesidad doméstica; tus vecinos acudirán sin cinturones, mientras tus parientes esten ocupados todavía en ceñirse los suyos. Un gran azote es un mal vecino, en tanto que un buen vecino es una fortuna. Encontrar un buen vecino es una buena suerte. Jamás morirá uno de tus bueyes, a no ser que tengas un mal vecino. Mide estrictamente lo que recibas de tu vecino, y devuélveselo exactamente, y aun con creces, si puedes, a fin de que más tarde halles pronto socorro en caso necesario.

No aspires a ganancias ilícitas, porque equivalen a la ruina. Ama al que te ame, ayuda al que te ayude, da al que te dé; pero no des nada a quien no te dé nada. Se da, en efecto, al que da; pero nadie da a quien no da nada. Buena es la liberalidad; pero la rapiña es mala y mortal. Si alguien da, aunque sea mucho, y por su propio impulso, se alegra de dar y está contento de ello en su corazón; pero el que roba escudándose en su impudicia, aunque sea poco, queda con el corazón desgarrado, porque si añades lo poco a lo poco, pero frecuentemente, pronto lo poco se hará mucho. El que añade a lo que posee, evitará el hambre negra. Lo que está seguro en casa no inquieta al amo. Más vale que esté todo en casa, ya que lo que hay fuera está expuesto. Dulce es gozar de los bienes presentes y, cruel desear los de fuera. Te aconsejo evitar todas estas cosas.

Hártate de beber al principio y al final del tunel, pero no cuando está a la mitad. Vana es la economía donde ya no hay nada. Da siempre exactamente el salario convenido a tu amigo. Hasta cuando juegues con tu hermano, ten un testigo; la credulidad y la dcsconfianza pierden por igual a los hombres. No seduzca tu espíritu con su dulce charla la mujer que adorna su desnudez, porque anda buscando tu hacienda: y quien se fía de semejante mujer se fía del ladrón.

Al hijo unico es a quien compete vigilar la casa paterna, y as¡ es como la riqueza se acrece en las moradas. ¡Ojalá mueras viejo y dejes un solo hijo en tu lugar! Zeus otorga también grandes riquezas a las familias numerosas. Los esfuerzos de muchosproducen bienes mayores. Asi, pues, si tu esp¡ritu desea riquezas, procede como te aconsejo y a¤ada trabajo al trabajo.

LIBRO II


Al salir las Pléyades, hijas de Atlas, comienza la recolección, y la labranza cuando ellas se oculten. Se ocultan durante cuarenta días y cuarenta noches; y cuando el año va corrido, aparecen de nuevo en el momento en que se afila el hierro. Tal es el uso campestre entre los que cultivan las tierras fértiles de los profundos valles, lejos del mar retumbante. Debes estar desnudo cuando siembres, desnudo cuando labres, desnudo cuando coseches, si quieres Ilevar a cabo los trabajos de Demeter en el momento propicio, si quieres que cada cosa crezca en su estación, y si no quieres, careciendo de todo, ir a mendigar en moradas extrañas, sin recibir nada. Así fue como viniste a mí ya; pero yo no te daré cosa alguna, ni añadiré más regalos.
Trabaja, ¡oh insensato Perses! en la tarea que los Dioses destinaron para los hombres, no vaya a ser que, gimiendo tu corazón, con tu mujer y tus hijos, tengas que buscar el sustento en casa de tus vecinos, que te rechazarán. Acaso lograras éxito dos o tres veces; pero si vuelves a importunarlos, ya no lograrás nada; hablarás mucho en vano y será inútil la multitud de tus palabras. Te aconsejo, pues, que empieces por pensar en el pago de tus deudas y en evitar el hambre.

Ante todo, procura tener una casa, una mujer, un buey de labor y una servidora soltera que siga a tus bueyes. Ten en tu morada todos los instrumentos necesarios, con el fin de que no hayas de pedírselos a otros y de que no carezcas de ellos si se te rehusan; porque entonces pasará el tiempo y el trabajo quedará por hacer. No dejes nada para el día siguiente, ni para el otro día, porque el trabajo diferido no llena el granero. La actividad acrecerá tus riquezas, porque el hombre que difiere siempre las cosas lucha con la ruina.

Cuando la fuerza del ardiente Helios disminuye y el cuerpo humano, por voluntad del gran Zeus, se torna más ligero durante las lluvias otoñales. Porque entonces la estrella de Sirio aparece menos tiempo sobre la cabeza de los hombres sometidos a la Ker y brilla sobre todo en la noche; cuando la selva, talada por el hierro, se hace incorruptible, y caen las hojas y la savia ardiente se detiene en las ramas, acuérdate de que ya es hora de cortar la madera. Talla un mortero de tres pies, un majadero de tres codos y un eje de siete pies. En verdad que esta es la mejor medida. Pero si el eje lo encuentras de ocho pies: podrás entonces cortar además un mazo. Corta también una rueda de tres palmos para una carreta que mida diez palmos y además, varios trozos de madera curvada.

Lleva a tu morada, si lo encuentras en la montaña o en los campos, una mancera de arado de carrasca, que es la mancera más sólida para hacer trabajar a los bueyes. Un discípulo de Atenea la adaptará al timón y la fijará al dental con clavos. Entonces, trabajando en tu morada, dispán dos arados, uno acoplado y el otro compacto, que así es mejor. Porque si rompes uno, sujetaras al otro los bueyes. Los timones mas fuertes son de laurel o de olmo; el cuerpo del arado es de encina y la marecera de madera de carrasca.

Compra dos bueyes de nueve años. Cuando están en el término de la juventud, se hallan pletáricos de fuerza y son excelentes para el trabajo. No se querellarán, rompiendo el arado en el surco y dejando la labor sin acabar. Que los siga un hombre de cuarenta años, habiendo comido cuatro partes de un pan cortado en ocho pedazos. Él cuidará de su labor y trazará un surco derecho, porque no mirará a sus compañeros y se entregará por entero al trabajo. Uno más joven no valdría para esparcir la semilla y para evitar tener que esparcirla dos veces, porque uno más joven desea en su corazón reunirse con sus compañeros.

Escucha con atención el graznido de la grúlla que todos los años chilla desde lo alto de las nubes. Da la señal de ta labor y anuncia el invierno lluvioso. Entonces se desgarra el corazón del hombre que no preparó sus bueyes.

Alimenta en tu morada bueyes de cuernos curvos. Fácil es decir al vecino: “Préstame tus bueyes y tu arado”; pero fácil es responder: “Mis bueyes están trabajando”. El hombre de espíritu fantasioso dice: “¡Construiré ún arado!” Insensato, no sabe que para construir un arado son precisos cien trozos de madera, y que antes que nada se necesita ocuparse en cogerlos de antemano y reunirlos en casa.

Cuando llegue la época de labrar, ve con tus servidores, y desde por la mañana apresúrate a labrar la tierra húmeda o seca, a fin de que sean fértiles tus campos. Siembra tu campo cuando aún esté liviano por la sequía; limpia el suelo en la primavera, a fin de que no te pese, si se labra de nuevo en verano. De esta manera sirve para apartar las imprecaciones y calmar el llanto de los ni¤os.
Suplica a Zeus subterráneo y a la casta Demeter, con el fin de que maduren los frutos sagrados de ésta.

Cuando comiences a labrar, teniendo en la mano el extremo de la mancera del arado y pinchando con el aguijón el lomo de los bueyes que arrastran el timón con ayuda de una correa, vaya detrás un servidor joven y dé que hacer a los pájaros, ocultando la semilla con ayuda de una azada. El orden es la mejor de las cosas para los mortales, y el desorden es la peor. Tus ricas espigas se curvarán hacia la tierra, si Zeus otorga un dichoso fin a tus trabajos. Ahuyentarás de tus vasos las telarañas, y espero que te regocijes de poseer la abundancia en tu casa. Alegre, llegarás a la blanca primavera, y no tendrán envidia a los demás, y los demás te tendrán envidia. Pero si labras la tierra fértil solamente en el solsticio del invierno, cosecharás sentado, recogiendo pocas espigas, sentado en el polvo y poco satisfecho. Cabrá todo en un cesto, y pocos serán los que te envidien.
El espíritu de Zeus tempestuoso va de acá para allá, y es difícil para los hombres mortales comprenderlo.

Si labras tardíamente, sin embargo, hay un remedio a eso. Cuando el cuco canta en el follaje de la encina y encanta a los mortales en la tierra espaciosa, a veces desata Zeus una lluvia durante tres días aunque cesa antes de que el agua suba por encima de la pezuña de los bueyes. Así, la labranza tardía valdría tanto como la otra. Retén esto en tu espíritu, y no lo olvides ni en el retorno de la blanca primavera ni en la estación pluvial.

No te detengas ante la fragua y la cálida Lesce en invierno, cuando el frío violento retiene a los hombres. Incluso entonces sabe acrecentar su bien el hombre activo. No te abrume, pues, el rigor del invierno y de la pobreza, mientras oprimas con tu mano delgada tu pie hinchado. El perezoso que tiene hambre da siempre vueltas en su espíritu a una multitud de vanas esperanzas y de malos pensamientos. El que no tiene sustento suficiente queda sentado en la Lesce y no tiene buenos pensamientos.
Hacia la mitad del estío, di a tus servidores: “No durará mucho el estío; preparad los graneros.” Ponte al abrigo del mes Leneón, todos los días del cual son malos para los bueyes. Evita las heladas peligrosas que cubren la tierra al soplo de Boreas, cuando éste agita el mar vasto en la Tracia, mantenedora de caballos; porque entonces mugen la tierra y la selva. Derriba las encinas de hojas altas y los pinos espesos, en las gargantas de la montaña, cayendo contra tierra, y a su impulso retiembla la selva toda. Se espantan las bestias feroces, y hasta aquellas que tienen pelaje espeso se recogen la cola bajo el vientre; pero el frío les penetra su pelaje espeso aunque cubran de vello sus pechos. Penetra el cuero del buey, y aun la piel de la cabra velluda pero no la lana de las ovejas. Y la fuerza del viento Bóreas encorva al anciano, aunque no llega al cuerpo delicado de la virgen que permanece en su morada junto a su cara madre, ignorando los trabajos de Afrodita de oro, y que, tras de lavar y perfumar con aceite su hermoso cuerpo, duerme por la noche, durante el invierno, en la morada, cuando el polípodo se roe los pies en su fría casa y sus tristes retiros. En efecto, Helios no le muestra ningún sustento que pueda coger; porque Helios se vuelve entonces hacia los poblados y las ciudades de los hombres negros, y brilla más tarde para los panhelenos. Entonces los habitantes de la selva cornudos y sin cuernos huyen, rechinando los dientes, por los tallares espesos; porque en sus ánimos no existe sino una preocupación: la de ir a buscar madrigueras secretas y cavernas pedregosas aca y allá. Entonces tambión los mortales ya parecidos a trípodes con los hombroa caídos y baja la cabeza se arrastran, van y vienen evitando la blanca nieve.

Cubre tu cuerpo entonces, como te aconsejo, con un manto esponjoso y una larga túnica. Sobre la trama ligera de ésta aplica un espeso forro; y póntela, a fin de que tus vellos no se te ericen a lo largo de tu cuerpo. Ata a tus pies sandalias hechas con cuero de un buey muerto violentamente, y adáptatelas, con los pelos para adentro. Cuando Ilegue la estación del frío, échate a los hombros, y cuélgalas con una correa de cuero, pieles de cabritos recién nacidos, que te resguardarán de la lluvia. Ponte a la cabeza un gorro labrado bien hecho que impida que se te humedezcan las orejas; porque es fría la mañana cuando cae Bóreas, y el viento de la mañana, al bajar desde el Urano estrellado a la tierra, se desparrama sobre los trabajos de los ricos. El aire vaporoso, emanado de los ríos de curso sin fin y alzado de la tierra por los remolinos del viento, a veces cae en lluvia al anochecer, y a veces sopla, en tanto que el tracio Bóreas deshace las nubes espesas.
Prevenlo, y acabado tu trabajo, vuelve a tu morada, no vaya a ser que la tenebrosa nube uránica envuelva tu cuerpo y moje tus vestidos. Evita esto. Ese mes es el más duro del invierno, duro para los rebaños y duro para los hombres. Da entonces a los bueyes la mitad de su pasto, pero aumenta el sustento de los hombres. Porque las noches largas bastan para fortalecer a los bueyes. Pon atención durante todo el año en condicionar los alimentos a Ia duración de las noches y los días, hasta que la tierra mantenedora te prodigue de nuevo todo lo que produce.

Cuando, sesenta días después de la conversión de Helios, pone fin Zeus a los dias invernales, la estrella Arctiro, abandonando el curso inmenso de Océano, aparece la primera y se alza al anochecer. Después, la gemebunda golondrina, hija de Pandión, aparece por la mañana a los hombres, cuando ha comenzado ya la primavera. Prevenla y poda tu viña, que así es mejor. Pero, cuando salga del suelo el caracol para subir a las plantas y huya de las Pléyades, no caves tus viñas, sino que debes afilar tu hoz y excitar a tus servidores. Huye de los retiros umbrosos y del lecho por la mañana, en la época de la recolección, cuando Helios seca el cuerpo. Date prisa, levántate con el alba, y reúne las gavillas en tu morada, con el fin de que sea suficiente la cosecha. La mañana hace la tercera parte del trabajo, abrevia el camino y activa la obra. En cuanto despunte la mañana, pon en movimiento gran número de hombres y sujeta al yugo gran número de bueyes.

Cuando el cardo florece y la sonora cigarra, posada en un árbol, canta su canción armoniosa agitando las alas, en la cálida estación de estío, entonces están gordas las cabas, es excelente el vino, las mujercs se tornan más livianas y los hombres más voluptuosos, porque Sirio les abrasa la cabeza y las rodillas, porque tienen todo el cuerpo seco por el calor. Ojalá que entonces estén a la mano las rocas umbrosas, el vino de Biblos, el pan bien cocido, la leche de cabras que no crían ya, la carne de ternera que no ha parido y la carne de cabritos tiernos. Bebe vino negro, sentado a la sombra, y hártate de comer, con el rostro expuesto al soplo tibio del viento, al borde de un manantial que corra incesante y claro. Mezcla tres partes de agua con una cuarta parte de vino. Ordena a tus servidores, cuando aparezca la fuerza de Orión, que muelan los dones sagrados de Demeter en un lugar descubierto y sobre una era bien redondeada y muy plana. Mide correctamente el grano y mételo en tus depositos. Luego, cuando hayas dispuesto toda tu cosecha en tu morada, busca un servidor sin casa y una servidora sin hijos. La que tiene hijos es importuna. Alimenta a un perro de dientes terribles y no le escatimes el alimento, no vaya a ser que se lleve tus riquezas el ladrón que duerme de día. Haz también provisión de heno y de paja, a fin de alimentar con ello todo el año a Los bueyes y a tus mulos. Después, por último, dejen en reposo tus servidores sus rodillas y desúnzanse los bueyes.

Cuando Orión y Sirio lleguen a la mitad del Urano, y cuando Eos la de los dedos rosados mire a Arctiro, ¡oh Perses! guarda tus uvas en tu morada; y exponlas a la luz de Helios durante diez días y otras tantas noches. Ponlas a la sombra durante cinco días, y al sexto, encierra en los vasos esos dones de Dionisos que inspira la alegría.

Cuando las Pléyades, las Hiadas y la fuerza de Orión hayan desaparecido, acuérdate de que ha llegado el momento de labrar, y así será consagrado todo el año a los trabajos de la tierra.

Si se apodera de ti el deseo de la navegación peligrosa, teme la época en que las Pléyades, huyendo de la fuerza terrible de Orion, caen en el negro mar. En verdad que entonces se desencadenan los soplos de vientos numerosos. No dejes ya mucho tiempo tus naves en el negro mar; acuérdate, antes bien, de trabajar la tierra, como te aconsejo. Arrastra tu nave al continente y sujétala con piedras por todos lados, a fin de que éstas resistan a la fuerza de los vientos húmedos y de que se vacíe la sentina, a fin de que la lluvia de Zeus no pudra la nave. Lleva todo el aparejo a tu morada, y pliega con cuidado las alas de la nave que surca el mar. Cuelga el gobernalle sólido por encima del humo hasta que vuelva el tiempo de la navegación. Arrastra entonces al mar tu nave rápida y llénala de manera que reportes un beneficio a tu morada. Así es como mi padre y tuyo ¡oh insensatísimo Perses! navegaba en sus naves, buscando una buena ganancia.

En otro tiempo vino aquí, a través del inmenso mar, en una nave negra, abandonando Cima Eólida. Y no rehuía la opulencia ni las riquezas, sino la pobreza mala que Zeus inflige a los hombres. Y junto al Helicón, hábitó la mísera aldea Ascra, horrible en invierno, penosa en estío y jamás agradable.

Por lo que a ti respecta, ¡oh Perses! acuérdate de escoger el tiempo propio para todos dos trabajos y sobre todo para la navegación. Elogia la nave pequeña, pero no cargues sino una grande. Cuanto más considerable es la carga, más considerable es la ganancia, siempre que los vientos retengan su soplo terrible. Si quieres orientar hacia el comercio tu espíritu imprudente, evitar las deudas y el hambre cruel, te enseñaré a conducirte en el mar de ruidos sin número, aunque no soy hábil en la navegación; porque nunca partí en nave para alta mar, a no ser para la Eubea desde Aulide, donde, retenidos por el viento, los acayanos congregaron en otro tiempo su gran ejercito para ir desde la santa Hélade a Troya la de hermosas mujeres. De allí fui a Calcis para los juegos del bravo Anfidamas. Sus hijos magnánimos los habían instituido de todas clases. Me jacto de haber obtenido allí el premio del canto, un trípode de dos asas que consagré a las Musas Heliconiadas, en donde por primera vez me inspiraron el canto sonoro. Solamente entonces fue cuando me aventuré en las naves construidas con ayuda de numerosos clavos.

Pero, entretanto, te diré la voluntad de Zeus tempestuoso, porque las Musas me enseñaron a cantar el himno sagrado.

Cincuenta días después de la conversión de Helios, al final de la laboriosa estación del estío, es la época de la navegación para los mortales. Entonces, ciertamente, no se romperá ninguna nave y no tragara el mar a ningún hombre, a menos que así lo quiera el sabio Poseidón que conmueve la tierra, o Zeus, rey de los Inmortales, porque de ellos dependen los bienes y los males.

Entonces serán fáciles los vientos y el mar permanecerá tranquilo y sin peligro. Seguro de los vientos, arrastra al mar tu nave rápida, después de cargarla bien; apresúrate luego a volver a tu morada. No aguardes al vino nuevo, a las lluvias otoñales, a la proximidad del invierno y a los soplos terribles del Noto que, viniendo con las abundantes lluvias uránicas del otoño, revuelve el mar y lo hace impracticable.

También es buena la navegación en primavera. Cuando aparecen las primeras hojas en la copa de la higuera, tan poco visibles como las huellas de una corneja que anda, es practicable el mar. Esta es la navegación de primavera; y no la apruebo; sin embargo, y no place a mi espíritu, porque es incómoda. Difícilmente evitarás el peligro. Pero los hombres obran imprudentemente, y el dinero es el alma de los míseros mortales. Como es la * mentaba morir en las olas, te aconsejo que medites en tu espíritu acerca de todo lo que te digo. No pongas en tus naves toda tu riqueza; deja la mayor parte y llévate la menor; porque tan lamentable es encontrar la muerte en los olas del mar como romper el eje de un carro demasiado cargado, y perder así lo que contiene.

Se prudente. Lo mejor en todo es escoger la ocasión. Cuando no tengas todavía treinta años o no tengas muchos más conduce a una esposa a tu morada; esa es la edad que te conviene para el matrimonio. Sea nubil la mujer a los catorce años y cásese a los quince. Desposa a una virgen a fin de ense¤arle las costumbres castas. Conduce sobre todo a tu morada a la que habite cerca de ti. Pon en esas cosas la mayor atención, no vaya a ser que tu desposorio cause la irritación de tus vecinos. Una mujer irreprochable es el mejor bien que puede caer en suerte a un hombre; pero la peor calamidad es una mujer amiga de festines que quema a su marido sin antorcha, por muy vigoroso que sea, y le arrastra a una vejez rápida.

Observa el temor saludable a los Dioses inmortales. No hagas de tu amigo un igual a tu hermano; pero, si lo haces, no seas el primero en causarle ningun entuerto. No mientas únicamente por hablar. Si un amigo comienza a ofenderte con su palabra injuriosa o con la acción, acuérdate de castigarle por ello dos veces; pero, si vuelve a tu amistad y quiere ofrecerte una satisfacción, recibela, porque es un pobre hombre que tiene que ir de un amigo a otro amigo. Tu rostro revele tu pensamiento. Que no te llamen huésped de muchos ni de pocos. No seas compañero de los malos, ni calumniador de los buenos. No permitas jamás que insulten la mísera pobreza que roe el alma y que es un don de los Dioses inmortales. Ciertamente, la lengua parsimoniosa es un tesoro excelente entre los hombres, y la gracia de las palabras está toda en su mesura. Si hablas mal se hablará de ti peor todavía. No asistas con aire huraño a los festines públicos que se celebren a costa común. En ellos es grandísimo el placer y muy pequeño el gasto. Nunca hagas por la mañana con manos impuras libaciones de vino negro a Zeus o a los demás Inmortales. No te atenderán y rechazarán tus plegarias. No orines de pie contra Helios, y desde que se ponga hasta que salga, no lo hagas tampoco desnudo en medio o fuera del camino, porque las noches son de los dioses.

Un hombre prudente se retrae para no mostrar sus vergüenzas, o bien se arrima al muro de un corral. Tampoco exhibas tus vergüenzas manchadas de semen dentro de tu casa. No siembres progenie cuando vuelvas de un funeral porque es de mal agüero, sino hazlo cuando regreses de un convite de los Dioses.

No atravieses jamás a pie el agua límpida de los ríos inagotables, antes de haber orado mirando su hermoso curso y de haberte lavado las manos en tan hermosa agua clara. Al que atraviesa un río con manos impuras, los Dioses le toman odio y le preparan calamidades para el porvenir.
Durante el festín sagrado de los Dioses, no apartes jamás lo seco de lo verde con ayuda del hierro negro, y no pongas la copa donde se beba en la crátera, porque eso sería una señal funesta.

No dejes sin acabar la casa que edifiques, no sea que la corneja chillona vaya a posarse en ella graznando.

No comas ni te laves en vasos no consagrados, porque te traería desgracia.

No sientes a un niño de doce días sobre los muebles sagrados; no es bueno eso, en efecto, y sólo harías de él un hombre débil para engendrar. Lo mismo ocurriría con un niño de doce meses.

Hombre, no laves tu cuerpo en el baño de las mujeres, porque algún día seguiría a esa acción un castigo terrible.
Si te presentas en medio de un sacrificio, respeta los misterios, porque se irritaría el Dios.

No orines en la corriente de los ríos que van al mar, ni en las fuentes. Evita esto sobre todo. No satisfagas allí ninguna necesidad, porque no sería mejor la acción.
Evita una mala fama entre los mortales. La mala fama es peligrosa; se levanta facilmente, se soporta con pena y se consigue difícilmente echar de sí. Cuando son pueblos numerosos los que difunden la fama, no perece ésta nunca, porque es también Diosa.

Observa los días de Zeus y enseña su observancia a tus servidores, con arreglo al buen orden. El trigésimo día del mes es el mejor para examinar los trabajos y pagarles el salario, cuando los pueblos se conducen discriminando con verdad unos días de otros.

He aquí los días del sabio Zeus:
el primero, el cuarto y el séptimo, días sagrados, porque en esle último Latona parió a Apolo el de la espada de oro; el octavo y el noveno, dos días del mes que avanza, convienen a los trabajos de los mortales; el undécimo y el duodécimo sobresalen ambos, uno para esquilar las ovejas y otro para cortar las alegres espigas; pero el duodécimo es mejor que el undécimo, porque entonces la araña, suspendida en el aire, corre en pleno estío, en tanto que la prudente hormiga amontona sus provisiones. Es preciso que en tal día la mujer prepare su tela y comience su labor.

Guárdate de sembrar en el decimotercero día del mes comenzado; pero ese día es excelente para las plantaciones. El decimosexto no es muy favorable para las plantaciones de árboles, mas es propicio a la generación de los varones, pero no a la de las hembras, tanto para que nazcan como para que se casen. Es un buen día para castrar a los caballos y a los carneros y para rodear de una cerca el establo. Es bueno también para engendrar varones; pero éstos amarán a las querellas, a las mentiras, a las palabras dulces y a las entrevistas secretas.

En el octavo día del mes, castra al cerdo y al toro mugidor, y en el duodécimo, a los mulos pacientes. En el vigésimo, durante el mes de los días largos, el hombre prudente engendrará, porque su prole será de agudo entendimiento. El decimo es propicia a la generación de los varones, y el decimocuarto a la generación de las hembras. Tambien en este día aplaca, acariciándolos con la mano, a las ovejas, a los bueyes de cuernos torcidos y de pies curvos, al perro de dientes afilados y a los mulos pacientes, y domestícalos; se prudente, a fin de evitar las penas del ánimo durante el cuarto día del mes que crece o se acaba: porque esos días son enteramente perfectos.

En el cuarto día, conduce una esposa a tu morada después de consultar el augurio de las aves. Esta es la mejor adivinación para el matrimonio. Evita los quintos días, porque son peligrosos y terribles. Entonces, efectivamente, es cuando según dicen, las Erinnias recorren la tierra vengando a Horco, a quien parió Eris para castigar el perjurio.

En el decimoséptimo examina atentamente los dones sagrados de Demeter y aviéntalos en un aire tranquilo. Corta también la fuerza de las maderas destinadas a las casas y a las naves. En el cuarto comienza a construir tus naves rápidas. El decimonono día del mes, por la tarde, es el mejor día para todo. El noveno día será libre de penas para los hombres; también lo es para plantar y para engendrar al hombre o a la mujer. Este no es jamás un mal día.

Pero pocos saben que el vigésimonono es un día excelente para calafatear los toneles y someter los bueyes al yugo, así como los mulos y los caballos rápidos; y también para arrastrar al negro mar una nave rápida de numerosos bancos de remeros; pero pocos lo saben.

En el cuarto día, abre los toneles; si éste es del mes mediado, sabe que es el día sagrado por encima de todos. Algunos saben que el vigésimocuarto día por la mañana es el mejor del mes; pero, por la tarde es menos bueno.

Estos días son los más útiles a los hombres. Los demás son inseguros, pues no presagian ni acarrean nada. Se alaba tanto a uno como a otro; pero pocos los conocen. La jornada es tan madrastra como madre. ¡Dichoso, dichoso aquel que, sabiendo todas estas cosas, irreprochables ante los Dioses, se entrega al trabajo sin cometer falta alguna; observa los augurios de las aves y huye de las malas acciones.
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domingo, 2 de agosto de 2009

Extracto del libro "El campo de la Psicología Social" de SERGE MOSCOVICI






A. ¿Qué es la psicología social?

a. Todo resultaría muy sencillo si pudiésemos decir sin dudar: existe el individuo y existe la sociedad. Evidentemente esto se nos repite innumerables veces y uno parece comprender e incluso ver lo que indican estas palabras. Todos aceptamos como algo indiscutible que estos dos términos estén separados, que cada uno sea autónomo y posea una realidad propia. Esto significa que podemos conocer uno sin conocer el otro, como si se tratasen de dos mundos extraños entre sí. La fuerza de esta visión resulta incontestable, al igual que la división que mantiene: el individuo reducido a su organismo y la sociedad petrificada en sus instituciones y aparatos. O mejor aún. Por una parte el uno, lo único, por otra parte lo múltiple o colectivo. Y esta visión tiene un efecto al que nos hemos acostumbrado desde hace largo tiempo: el tratado de partición que concede el individuo a la psicología y la sociedad a la economía o a la sociología. Este resultado se expresa a menudo de una forma más concreta: el psicoanálisis se ocupa del individuo y el marxismo de la sociedad. Semejante convención clarifica las ideas y contribuye de manera eficaz a la coexistencia pacífica entre las diversas ciencias y entre las diversas teorías.

La partición que acabo de describir, y sobre la que no hace falta insistir por su familiaridad, obedece a una lógica determinada. Corresponde a la realidad en los casos extremos. Pero resulta banal reconocer que el individuo sólo existe dentro de la red social y que toda sociedad se compone de una multitud de individuos diversos, al igual que el más mínimo pedazo de materia está compuesto por una multitud de átomos. Además, tenemos derecho a observar que en cada individuo habita una sociedad: la de sus personajes imaginarios o reales, la de los héroes que admira, la de sus amigos y enemigos, la de los hermanos y padres con quienes nutre un diálogo interior permanente. Y con los cuales llega incluso a sostener relaciones sin saberlo. Así pues, cuando decimos: existe el individuo y existe la sociedad, dejamos de lado la experiencia compartida por casi todo el mundo.

Se dirá con justicia que esto no es demasiado grave. Todo análisis y toda explicación exigen una abstracción. Abstracciones como las que hacemos constantemente en economía al hablar del mercado separado del poder, o en psicología al describir el pensamiento separado de las emociones. Si, no cabe la menor duda. Pero dicha partición tiene sentido. Oculta una realidad primera, la invariante de existencia cuyos rastros encontramos en todas partes. Es decir, la oposición entre individuo y sociedad, la feroz batalla que libran desde tiempos inmemoriales lo personal y lo colectivo. Este conflicto no excluye, evidentemente, las armonías momentáneas ni las pacificaciones duraderas.

Si la psicología social tiene una razón de ser en tanto que ciencia y un lietmotiv que le sea propio, es ahí donde lo encontraremos. Toda ciencia mayor intenta responder, a través de investigaciones efectuadas en campos concretos, a alguna de las lancinantes preguntas que se plantean a los hombres. La física, a la pregunta : ¿Qué es la materia o el movimiento? La biología, a la pregunta: ¿Qué es la herencia? O bien ¿Por qué existe la vida? La cosmología, a la pregunta ¿Cuál es el origen del universo? Y así sucesivamente. De manera similar, La psicología social -en mi opinión al menos- se ha ocupado y sigue haciéndolo de un solo y único problema: ¿por qué se produce el conflicto entre individuo y sociedad? Ninguna otra ciencia aborda este problema de forma tan directa, ninguna siente una atracción tan profunda por ese conflicto. Y aquellas ciencias que lo hacen se aproximan a la psicología social, como sucedió con el psicoanálisis interesarse éste por los fenómenos de masa. También es el caso de la historia cuando estudia los fenómenos de la mentalidad. Y la recíproca también es cierta. Siempre que la psicología social olvida este problema para estudiar en paralelo y con independencia uno de otro, ya sea lo social o lo individual, como sucede actualmente en los Estados Unidos, pierde su personalidad, convirtiéndose en un apéndice, inútil, de otra ciencia.

b. He aquí una primera fórmula : la psicología social es la ciencia del conflicto entre el individuo y la sociedad. Podríamos añadir: de la sociedad externa y de la sociedad que lleva adentro. No escasean los ejemplos de dicho conflicto. La resistencia a las presiones conformistas de la mayoría, la oposición entre un líder y su grupo, las desviaciones con respecto a la ortodoxia, las discusiones dentro de un grupo a fin de llegar a una decisión, la captación de un individuo por la masa, y otros muchos casos. Hasta aquí hemos considerado el espectro en toda su extensión. Ahora debemos acotarlo para captar mejor y con mayor precisión el campo de la psicología social. En pocas palabras, tras haber visto el problema al que responde consideremos los fenómenos de los que se ocupa. O mejor dicho, los fenómenos de los que se ocupan los psicosociólogos al salir al terreno o al encerrarse en sus laboratorios. En una palabra, ¿Cuál es su objeto?

Como es fácil de imaginar, no existe unanimidad en este punto. Pero creo que en la actualidad, tras el abandono del conductismo. El número de aquellos que estarían de acuerdo con la definición que establecí en 1970 sería mucho más elevado: “Y yo formularía, escribía entonces, como objeto central, exclusivo de la psicosociología, todos los fenómenos relacionados con la ideología y la comunicación, ordenados según su génesis, su estructura y su función”1. Por lo que respecta a los primeros, sabemos que consisten en sistemas de representaciones y de actitudes. A ellos se refieren todos los fenómenos familiares de prejuicios sociales o raciales, de estereotipos, de creencias, etc. Su rasgo común es que expresan una representación social que individuos y grupos se forman para actuar y comunicar. Es evidente que son estas representaciones las que dan forma a esta realidad mitad física y mitad imaginaria que es la realidad social.

Por lo que hace a los fenómenos de comunicación social, éstos designan los intercambios de mensajes lingüísticos y no lingüísticos (imágenes, gestos, etc.) entre individuos y grupos. Se trata de medios empleados para transmitir una información determinada e influir sobre los demás. Empleo intencionadamente la noción global de “comunicación social” para indicar que incluye tanto los fenómenos de comunicación de masas de influencia colectiva (propaganda, publicidad, etc.) como los procesos puramente lingüísticos y los hechos semánticos. También se relaciona con los signos que circulan en la sociedad, con la semiología que, según el propio Saussure, forma “parte de la psicología social y, por consiguiente, de la psicología general”. Este acercamiento se impone, ya que como hacía notar juiciosamente Mounin “la intención de comunicar” es “el criterio del mensaje semiológico”2.

Ahora ya disponemos de una segunda fórmula: la psicología social es la ciencia de los fenómenos de .la ideología (cogniciones y representaciones sociales) y de los fenómenos de comunicación. A los diversos niveles (Doise, 1982) de las relaciones humanas: relaciones entre individuos, entre individuos y grupos y entre grupos. Para cada uno de estos fenómenos disponemos de un conjunto más o menos desarrollado de conocimientos, teorías o experiencias, que aunadas nos permiten comprender las actividades mentales superiores y ciertos aspectos psíquicos de la vida social de los grupos.


B. La visión psicosocial.

a. Una vez comprendido el contenido de una ciencia, también hay que reconocer su particularidad, saber lo que la distingue de las otras ciencias. Esta es una pregunta muy difícil a la que jamás se puede dar una respuesta satisfactoria. Y toda respuesta tiene, además, un carácter ligeramente artificial. Una cosa es cierta: ningún límite preciso separa a la psicología social de otros campos de la psicología, como la psicología infantil, la psicología clínica o incluso lo que se da en denominar psicología general. Tampoco hay frontera precisa entre la psicología social y la antropología. Todas estas disciplinas comparten en gran medida un mismo interés por las interacciones humanas y los grupos humanos. Además, tienen en común un buen número de conceptos como la representación, la influencia, el aprendizaje, etc. Entonces, ¿Cómo se distingue la psicología social de estas disciplinas? Para responder a esta pregunta podría hacer una serie de análisis históricos y lógicos. Todos ellos resultarían de gran interés pero nos llevarían a adentrarnos demasiado en el cielo de la teoría de la ciencia. No obstante, yo creo que, una vez acotada la parte de la teoría, nos damos cuenta de que en realidad nuestra disciplina no se distingue tanto por su territorio como por el enfoque que le es propio. Esto es lo que practicantes, investigadores y estudiantes aprenden durante su trabajo. Es, antes que nada, una manera de observar los fenómenos y las relaciones. En este sentido podemos afirmar que existe una visión psicosocial. A continuación intentaré ofrecer una idea de este enfoque.

Comencemos por la manera con que el psicólogo y, a menudo, el sociólogo, enfocan los hechos. Utilizan en general una clave de lectura binaria. Esta clave corresponde a la separación entre sujeto y objeto, que son dados y definidos independientemente uno del otro. El psicólogo pone de un lado el “ego” (el individuo, el organismo) y del otro el “objeto”, o bien, de una parte un repertorio de respuestas y de la otra el estímulo: E- O, o R-S. Así cuando estudiamos la percepción visual consideramos el aparato visual y el color o la intensidad de un punto luminoso, por la manera en que el ojo reacciona ante la estimulación luminosa. De igual manera, al estudiar los procesos intelectuales nos interesamos por la manera en que el cerebro trata una información proveniente del mundo exterior. Y deseamos saber cómo la aprende, la organiza y la transforma en un comportamiento definido. El esquema de la relación queda así.

Sujeto individual (ego, organismo)  objeto (medio ambiente, estímulo).

En sociología encontramos un esquema muy similar. La diferencia radica en que el sujeto ya no es un individuo sino una colectividad (el grupo, la clase social, el Estado, etc.) O bien, podemos tomar en consideración una multitud de sujetos que cambian, negocian, comparten una misma visión del mundo, etc. Por lo que se refiere al objeto, éste también posee un valor social, representando un interés o una institución. Por otra parte, el objeto a veces está
constituido por otras personas, por otros grupos, que forman lo que denominamos entorno humano. Evidentemente, en todos estos casos nos encontramos ante un sujeto y un objeto diferenciados según criterios económicos o políticos, éticos o históricos. Independientemente del tipo de diferenciación, lo que deseamos saber es cómo se comportan las diversas categorías de individuos en la sociedad, cómo reproducen la jerarquía existente, como distribuyen las riquezas o ejercen sus poderes. O bien, cómo la acción de cada individuo, provisto de sus propios intereses y metas, se transforma en una acción colectiva. Pero en el fondo de la mayoría de las explicaciones y análisis presentimos una manera de observar que se guía por el siguiente esquema:



Sujeto colectivo _ Objeto diferenciado en social
diferenciado según y no social
criterios económicos
o
históricos

b. Sin dudas, simplifico mucho. Me haría falta un libro entero para justificar cada una de mis afirmaciones y mostrar hasta qué punto corresponden a la realidad. Me apresuro a agregar que un gran número de psicólogos sociales recurren a esquemas análogos, lo que conduce a una serie de errores y malentendidos (Moscovici, 1983). A pesar de su interés y de la importancia de los trabajos que inspiraron, siempre han estado marcados por un carácter parcial. Más grave aún: han reducido los fenómenos psicosociales a fenómenos psicológicos y los fenómenos sociales a fenómenos individuales. Y no obstante existe una visión psicosocial que se traduce por una lectura ternaria de los hechos y de las relaciones. Su particularidad consiste en sustituir la relación de dos términos, entre sujeto y objeto, heredada de la filosofía clásica, por una relación en clave de tres términos: Sujeto individual - Sujeto social - Objeto. Para expresarme de otra manera: Ego-Alter-Objeto, obviamente diferenciado. Y esto presupone una mediación constante, una “terceridad”, para utilizar él término del filósofo norteamericano Peirce.

Pero esta relación de sujeto a sujeto en su relación con el objeto puede concebirse de manera estática o dinámica, es decir, puede corresponder a una simple “co-presencia” o a una interacción” que se traduce en modificaciones que afectan el pensamiento y el comportamiento de cada individuo. A este respecto podemos distinguir dos mecanismos que ilustran perfectamente esta distinción: la facilitación social de una parte y la influencia social, por la otra. La primera consiste en que la simple presencia de un individuo o de un grupo haga que un individuo prefiera o aprenda con mayor facilidad las repuestas más familiares y las menos originales. Como si se inhibiese, el individuo expresa o retiene las respuestas dominantes, comunes a todos. La influencia social consiste en que un individuo sometido a la presión de una autoridad o de un grupo adopte las opiniones y conductas de dicha autoridad o grupo. El caso más extremo es la obediencia a la autoridad estudiado por Milgram: una persona es capaz de infligir descargas eléctricas dolorosas a un desconocido porque le han pedido que lo haga.

Esto nos lleva a definir con mayor precisión la manera en que se puede considerar el Alter (individuo o grupo) para analizar las relaciones con la realidad, con el objeto social o no social, real o simbólico. De hecho, nos encontramos ya sea frente a otro similar, un alter ego, ya sea ante otro diferente, un alter sin más. Dependiendo de que se trate del primero o del segundo, consideramos fenómenos distintos. Podríamos incluso decir que las corrientes teóricas y de investigación se oponen según su concepción de este “alter”. Así, la mayoría de las investigaciones sobre los grupos tienden a considerar a éste como un “alter ego” similar al “ego”. En el psicodrama o juego de roles se pide a los participantes que adopten la actitud del otro, que se metan, por decirlo así, en su piel. Y lo que sucede es analizado en función de la capacidad de interiorizar semejante actitud. De manera similar, en los estudios sobre la conformidad se manifiesta en los individuos una tendencia a compararse a alguien semejante o a alguien al que nos gustaría parecernos. Los desviados en especial, que en principio carecen de opiniones y posiciones propias, intentarían juzgar sus opiniones y conductas en función de la mayoría de los individuos que encarnan el poder. Y se conforman para parecerse a esos alter egos privilegiados.

Por el contrario, otras corrientes de investigación consideran un “alter” sin más, marcado por una diferencia precisa. Me refiero a las investigaciones sobre la innovación, por ejemplo, donde la minoría, el individuo, expresan una
opinión y un juicio que le son propios. Están confrontados a una mayoría o a una autoridad que tiene sus propias opiniones y sus propios juicios, y que representa la norma u ortodoxia. Lo que intentan estas minorías o estos individuos es hacerse reconocer una identidad particular y una diferencia evidente. Observamos que los dos mecanismos psicosociales fundamentales, el de la comparación social y el de el reconocimiento social (Moscovici y Paicheler, 1973) corresponden a dos maneras de percibir al otro en el campo social.

De estos contados ejemplos se desprende una óptica o enfoque que, trascendiendo la dicotomía “sujeto-objeto”, recorre una gama de mediaciones operadas por la relación fundamental con los demás. Reconozco que éste no es más que un pequeño desplazamiento con respecto a la clave habitual de lectura de la psicología, y en ocasiones, de la sociología. E incluso de la psicología social clásica marcada por el conductismo. Pero se trata de un desplazamiento que lo cambia todo. Antes que nada concede su especificidad a la visión psicosocial, de la que Merleau-Ponty escribió: “Por el solo hecho de practicar la psicología social nos hallamos fuera de la ontología objetivista, en la que podríamos permanecer de no ejercer sobre el “objeto” dado una coacción que pondría en entredicho la investigación...Si la psicología social quiere realmente ver nuestra sociedad tal cual es, no puede partir de este postulado que en sí mismo forma parte de la psicología occidental, pues al adoptarlo presumiríamos nuestras conclusiones”. El desplazamiento operado implica pasar de una concepción binaria de las relaciones humanas, tan extendida, a una concepción ternaria que, por ser compleja, no es menos rica.

Pero dejemos estas cuentas de boticario. Sea cual fuere el sentido de esta visión, puedo decir que antes que nada la encontramos concretada en las prácticas de psicología social. En la mayoría de los casos se trata de prácticas de observación directa de relaciones o gestos, de reacciones afectivas o simbólicas de los individuos entre ellos en una situación precisa. Ver es sin dudas más importante que escuchar. El observador, a veces visible, a menudo invisible, se oculta detrás de un espejo de doble visión, a fin de ver sin ser visto. El espejo de doble visión situado en nuestros laboratorios es el emblema de esta visión psicosocial. Pero he encontrado su modelo en el Narrador de Proust. Considérese este ojo agrimensor, irrigado por las nervaduras de miles de experiencias y abrigado por la retina de la memoria: memoria de las cosas leídas, vistas y escuchadas. Este ojo mantiene fijamente a cada uno de los personajes en el sitio que le es propio: Swann, Odette, Charlus, Albertine, de manera que sabemos quién es cada uno de ellos. Debería decir que los individualiza con gran precisión y sin piedad. Basta con parpadear, con un cambio de luz, para que, en el recodo de una frase recargada, una observación nos haga saber que el observador lo a visto todo y que su mirada no ha vacilado, invadida por la ternura, ni ha quedado envuelta en las brumas de la nostalgia. Emociones que nos hacen confundir los seres del presente con sus sombras en otros tiempos. Pero este ojo también mantiene fijamente los acontecimientos que tejen la historia dentro de la historia -el affaire Dreyfus, la Gran Guerra- con la escrupulosidad del cronista que conoce el peso de su testimonio. No obstante, personajes y acontecimientos -es decir, los sujetos individuales y las realidades- tan sólo adquieren su sentido a través de los sujetos sociales que son, en la obra de Proust, Du côté de chez Swann, le côté de Guermantes, Sodome et Gomorrhe. Así vemos a cada personaje refractado y observado en un círculo de hombres y mujeres que revelan facetas sucesivas de un mismo rostro o las fibras de un mismo corazón. Lo seguimos, además, de un círculo a otro, de la calle al medio mundo, del medio mundo al mundo y cada uno descompone y recompone al individuo según sus convencionalismos. El Narrador lo observa según sus propios convencionalismos, pero lo ve como lo ven los demás y de la manera que estos últimos reaccionan respecto a él. Proust escribió: “Nuestra personalidad social es la creación del pensamiento de los demás”. Al final de esta triangulación del campo social, el ojo vuelve a encontrar los rastros de una realidad, cuyo autor puede narrar la teoría. Que el hecho de que el enfoque psicosocial no sea la percepción inocente de la “comedia humana”, que describe explica y denuncia simultáneamente con la buena conciencia de ver las cosas tal como son, resulta evidente. Se trata de la persecución del tiempo y de la persecución dentro del tiempo de una intriga entre individuos y acontecimientos que crean la sociedad a medida que la narran. No olvidemos que el proceso es la realidad. El psicólogo es el punto ciego de ese enfoque; quizá no vea, pero sin él es imposible ver.


c. El estudiante que durante sus estudios, pasa de la psicología o de la sociología a la psicología social debe hacer un esfuerzo para interiorizar esta visión. Me atrevería a decir que esto es aún más importante que aprender esta o aquella teoría que, con frecuencia, olvidará más tarde, reteniendo únicamente lo que le es más necesario de ella. ¿Qué puede ser más necesario y permanente que una manera de ver las cosas? Esto me lleva a hablar de ciertos “prejuicios” muy extendidos y que, a mis ojos, constituyen verdaderos obstáculos epistemológicos, en la acepción de Bachelard, para alguien que desee dedicarse a la investigación y práctica de la psicología social. Debido a que los he encontrado en múltiples ocasiones en el curso de mi trabajo docente, me parece útil precisar la naturaleza de dichos obstáculos. Me gustaría destacar especialmente dos. El primero consiste en la opinión bastante difundida según la cual hay que agregar un suplemento espiritual a los fenómenos sociales. En términos claros, esto significa que se debe explorar el aspecto subjetivo de los acontecimientos de la realidad objetiva. Por realidad objetiva debemos comprender la realidad económica y social. En general, las cosas se presentan así. Se comienza por analizar los diversos aspectos
del sujeto “colectivo”: el poder, las desigualdades económicas, la clase social, los intereses de los grupos y otros muchos aspectos. Una vez constituido el marco de esta manera, constatamos las diferencias con respecto a lo que debería pensar o hacer ese sujeto colectivo si obedeciera a amplios determinismos económicos o sociales: descuida sus intereses, no vota a la izquierda en períodos de crisis, no se rebela contra el poder, etc. Para dar cuenta de estas deferencias se invocan factores de tipo subjetivo: los sentimientos, los valores, el grado de conciencia social, la influencia de los medios de comunicación, la imagen simbólica y así sucesivamente. Entonces nos volvemos hacia la psicología social y le pedimos que comprenda lo que “la gente piensa y siente” -de ahí la moda de las encuestas- y que mida sus efectos.

El segundo obstáculo guarda una simetría perfecta con el primero. Es sabido que la psicología estudia una suma impresionante de fenómenos: la percepción, el razonamiento, la ansiedad, es desarrollo infantil, el aprendizaje...para sólo mencionar unos cuantos. Pero los estudia en el individuo aislado, como si fuese autista. Así, encargamos a un niño que cumpla una tarea o que rellene un test. Más tarde, en vista de su diligencia y de sus resultados, concluimos en que su evolución intelectual sigue efectivamente la teoría de Piaget o de Bruner. Luego pedimos a un individuo adulto que aprenda una serie de frases de sentido negativo -Pedro no es hermano de Pablo- o en sentido afirmativo: Pedro es hermano de Pablo. Con ayuda de un cronómetro medimos el tiempo que necesita para aprenderlas. Con lo cual, siguiendo la hipótesis constatamos que, en general, las frases negativas son aprendidas con mayor lentitud que las frases negativas.

Todo estos procedimientos son perfectamente legítimos. Nos proponemos una importante cosecha de hechos, cuya solidez no es puesta en duda por nadie. Y yo sería el último en hacerlo. Pero también sabemos y nos damos cuenta todos los días en el laboratorio de que el individuo, por estar aislado, no deja de pertenecer al grupo, a una clase social. Y sus reacciones más anodinas son influenciadas por esta pertenencia. Haga lo que haga y tome las precauciones que tome, la sociedad está ahí. Penetra en las habitaciones más aisladas del laboratorio y actúa sobre los aparatos más sofisticados. A pesar de todos sus esfuerzos, los psicólogos no han logrado inventar una jaula de Faraday para el campo social. Lo mismo que los psicólogos clínicos y los psiquiatras, quienes no han podido acondicionar habitaciones suficientemente acolchadas para amortiguar los ruidos del mundo. Al contrario, han arrojado luz sobre lo que hay de abstracto y surreal en esta situación del individuo.

Así pues, a fin de aportar un suplemento de materia, de realidad en suma, el psicólogo se cree obligado a volver a estudiar los mismos fenómenos en el seno de la sociedad, después de haberlos estudiado en el vacío social. Naturalmente encarga a la psicología social que añada una dimensión objetiva a los fenómenos subjetivos, que vuelva a situar en el contexto de la sociedad aquello que ha sido analizado fuera de dicho contexto. De esta manera, se le pide que analice el juicio social, la percepción social, etc., que califique lo que aún no lo ha sido. Evidentemente estoy simplificando, pero no deformando. El hecho es que, para cada uno de ambos casos, vemos en la psicología social el medio de satisfacer una carencia: por una parte, llenar al sujeto social de un mundo interior, y por la otra, re-situar al sujeto individual en el mundo exterior, es decir, social. Así pues, su naturaleza sería psicológica para unos y sociológica para otros. Sería, al mismo tiempo, un híbrido y una ciencia de residuos de cada una de las ciencias vecinas.

Los obstáculos epistemológicos están ahí e impiden ver lo que esta ciencia tiene de propio. Pues considerándolo todo, su presente y su pasado, esta imagen de híbrido no es la suya. El carácter original e incluso subversivo de su enfoque consiste en cuestionar la separación entre lo individual y lo colectivo, en contestar la partición entre lo psíquico y social en los campos esenciales de la vida humana. Resulta absurdo decir que, mientras estamos solos, obedecemos a las leyes de la psicología, que nos conducimos movidos por emociones, valores o representaciones. Y que una vez en grupo cambiamos bruscamente para comportarnos siguiendo las leyes de la economía y de la sociología, movidos por intereses y condicionados por el poder. O viceversa. Desde hace mucho tiempo, Freud ha hecho justicia y revelado la inanidad de este absurdo: “La oposición entre la psicología individual y la psicología social o psicología de muchedumbres, escribía, que a primera vista puede parecernos importante, pierde mucho de su acuidad al ser examinada a fondo. No cabe duda de que la psicología individual tiene por objeto al hombre aislado y que intenta saber por qué vías éste trata de satisfacer sus influjos pulsionales, pero al hacerlo, raramente está en condiciones -tan sólo en circunstancias excepcionales- de hacer abstracción del individuo tomado aisladamente, pues el Otro interviene con gran frecuencia en tanto que modelo, apoyo y adversario, y por ello la psicología individual es ante todo y simultáneamente una psicología social en este sentido amplio pero plenamente justificado”.

En realidad, la psicología social analiza y explica los fenómenos que son simultáneamente psicológicos y sociales. Este es el caso de las comunicaciones de masas, del lenguaje, de las influencias que ejercemos los unos sobre los otros, de las imágenes y los signos en general, de las representaciones sociales que compartimos y así sucesivamente. Si queremos movilizar a una masa de hombres, luchar contra los prejuicios, combatir la miseria psicológica provocada por el desempleo o la discriminación, sin duda alguna mayor que la miseria económica, siempre nos encontraremos ante lo individual y lo colectivo solidarios, incluso indiscernibles. La psicología social nos enseña a observarlos de esta manera, permaneciendo fiel a su vocación entre las ciencias.

1 D. Jodelet, J Viet, P. Besnard, La psychologie sociale, Paris-La Haya, Mouton,1970.
2 Saussure, Cours de linguistique général, Paris Payot
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¿ Qué es el pensamiento único? (Lectura Sugerida)




Por: Rafael Rattia

En nuestra sociedad postmodernizada y neoliberal la reflexión teorética, la idea de meditación abstracta trascendental es vista, a todas luces, como una práctica aberrante y los sujetos epistémicos que se involucran en tal "empresa" intelectual-cognitiva son catalogados como seres más o menos dedicados a un oficio vil e inútil. Tal pareciera que pensar en una sociedad pragmatizada fuera un delito de lesa civilización. El emblema de comportamiento de nuestro paradigma societario es: "prohibido pensar", o "déjenos pensar por usted". Qué duda cabe en torno a los crecientes procesos de homogeneización serializada que las culturas cibernéticas e industrialistas han impuesto a lo radicalmente otro, lo diverso es acosado de manera agreste por el delirio uniformizante. Una complejificación chata y forzada se enseñorea del socius locus que le sirve de nicho antropológico al humano ser.

Hay que decirlo sin ambages, el empirismo se convirtió en una especie de reverencial teologizante que privilegia todo lo que sea praktum llano y craso en tanto práctica de concreción ejecutoria de una determinada idea o filosofema. El pensamiento único avala y legitima la praxis manual como instancia última donde se decide la hominización de la especie sapiencial. El modelo especular del pensamiento único es el "homo faber"; aquellos individuos que por equis motivo no realizan una actividad efectivamente manual son adjetivados como "soñadores", "poetas", "idealistas", "quiméricos", "filósofos" que no "producen" lo que la lógica productiva estima prioritaro. De allí que el rasgo distintivo del pensamiento único sea la cuantitatividad; el pensamiento único no admite la subjetividad relativista, es adverso a la poiesis, esto es, a la creación de imaginarios simbólicos ficcionales. El pensamiento único siempre tiende a privilegiar la matematización cartesiana de la sensibilidad individual del sujeto creador. Todo en él está regido por un imperativo categórico inexorable: "yo concibo, luego tu obedeces y ejecutas". Estamos en presencia de una escisión radical entre la teoría y la práctica . En otras palabras, el pensamiento único reproduce fielmente la infamia del poder representado en las lamentables figuras del amo y el esclavo. Luego entonces la dialéctica de la "servidumbre voluntaria," al decir de Etienne de la Böetie, se torna intrínsecamente consubstancial a la esencia del pensamiento único.

Lo que estamos presenciando en los estertores de este fin de milenio es lo que el pensador de origen francés, Alain Finkielkraut, llamó en cierta ocasión "la derrota del pensamiento". Lo que prolifera por doquier es la absoluta reificación de la praxis tesaurizadora, la ley o el mandato inapelable de la vida cotidiana la dicta el dios llamado "mercado". Todo, sin excepción, está codeterminado, en el radio de influencia de esta "esfera de Pascal" que es el pensamiento único, por una especie de idolatría fetichista en donde los intercambios simbólicos se filtran por la lógica del omnipresente valor de cambio.

Lo cualitativo, lo imaginístico, la ensoñación, el ludico goce estético de las relaciones intersubjetivas quedan, por antonomasia, excluidas y exiliadas de la esfera tanática del pensamiento único.
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Enfoques Metodológicos en las Ciencias Sociales


Por: Miguel Martínez Miguélez
miguelm@usb.ve

Trabajo presentado en el "Seminario sobre Enfoques Metodológicos en las Ciencias Sociales". Universidad Simón Bolívar, 26-27 de Enero de 1995.
FUENTE: http://www.avizora.com/publicaciones/monosavizora/especial_avizora_enfoques_metodo1.htm


R E S U M E N
En casi todas las ramas y áreas de la Psicología está aumentando una confusión y desconcierto en cuanto a las aspiraciones y pretensiones de validez de sus procedimientos y estrategias metodológicos y, por consiguiente, de sus conclusiones. Sin embargo, el lector normal no percibe una lógica demostrativa que lo lleve desde los supuestos aceptados por el investigador hasta sus conclusiones finales. El presente artículo trata de ilustrar los niveles y opciones, casi siempre implícitos, adoptados por el investigador, que generan una brecha en el arco demostrativo. Se tratan, básicamente, la opción epistemológica (que define la naturaleza del conocimiento: modelo especular y modelo dialéctico) y la opción ontológica (que determina el concepto general de la realidad a estudiar: agregados y sistemas). En la parte final, se ponen de relieve las ideas centrales que caracterizan al enfoque cualitativo de investigación que, por su mayor novedad, no siempre es bien entendido y aplicado en sus técnicas y procedimientos.


El enfoque con que vemos una realidad depende de nuestro punto de vista, y éste depende de nuestro punto de ubicación. Así, el enfoque con que vemos, por ejemplo, la estatua ecuestre que está en el centro de la plaza dependerá de nuestra ubicación en la misma, ya que es una lógica consecuencia de ella. Por ello, para explicar, justificar y demostrar la validez de nuestro enfoque, tenemos que explicar, justificar y demostrar la validez de nuestra ubicación, es decir, cómo y por qué llegamos ahí y, sobre todo, por qué seguimos ahí.

Los enfoques metodológicos que se emplean actualmente en las Ciencias Humanas son diferentes entre sí porque, ordinariamente, implican una ubicación con dos opciones previas, que muy raramente se hacen explícitas y menos aún se analizan o se tienen en cuenta las consecuencias que de este análisis pudieran derivarse. Estas opciones previas son la opción epistemológica y la opción ontológica.

Si dos científicos sociales concuerdan en la elección de estas dos opciones, fácilmente concordarán también en las metodologías que aplicarán, es decir, en sus técnicas, procedimientos, estrategias e instrumentos metodológicos.

Esta idea básica orientará el contenido de esta exposición, la cual, por lo mismo, se centrará en la ilustración de los puntos de divergencia y de las razones que avalan a cada uno de ellos.

Todo investigador se fija como objetivo alcanzar unos conocimientos seguros y confiables para resolver los problemas que la vida le plantea. Pero, en los medios académicos, se aspira también a que estos conocimientos sean ciencia, es decir, que se puedan demostrar.

La demostración ha constituido, desde Aristóteles en adelante, el atributo fundamental, sine qua non, de la ciencia.

Pero la demostración, para ser tal, debe ser completa, o no es demostración. Es decir, debe abarcar todo el arco del proceso mental por medio del cual se llega a un determinado resultado. Como la seguridad de una cadena depende de la solidez de cada uno de sus eslabones, y le basta uno débil para romperse, así el valor de una demostración depende de la firme concatenación de todo el arco demostrativo.

Los dos eslabones de la cadena que más frecuentemente se soslayan están constituidos por la opción epistemológica, que define lo que entendemos por "conocimiento", y la opción ontológica, que determina el concepto general de la "realidad" a investigar. La primera opción está más relacionada con el sujeto y la segunda con el objeto. Estas dos opciones, en la práctica de muchos investigadores, frecuentemente quedan implícitas, o se asumen y dan por supuestas en forma más o menos acrítica; y se procede así porque no se tienen en cuenta la evolución y progreso que otras disciplinas han realizado, especialmente a lo largo de este siglo, y que inciden en forma determinante en su conceptualización.

Examinemos más de cerca cada una de estas dos opciones, los niveles en que se ubican y las consecuencias que de estas elecciones se derivan.

Nivel Epistemológico.

Es sumamente importante aclarar, ante todo, el contenido de este concepto. El término "epi-steme", usado por Aristóteles para señalar el conocimiento científico, significa precisamente "sobre-seguro", sobre algo firme, estable (epi, prefijo griego, significa "sobre" como en epi-centro, epi-tafio, y stem es una raíz del viejo sánscrito –madre de muchas lenguas europeas–, que significaba "roca", "piedra", como todavía lo es en inglés "stone", en alemán "stein" y en sueco "sten"; centenares de palabras nuestras latinas vienen de la misma raíz, como estabilidad, estar, estatua, estado, estatuto, estilo (originariamente, columna de piedra), etc. De modo que epistemología es el estudio de un saber firme, sólido, seguro, confiable, "sobre-roca".

La riqueza del pensamiento filosófico relacionado con nuestros procesos del conocer es sumamente amplia. No vamos a entrar aquí en su análisis y fundamentación. Baste decir que, tratando de identificar el criterio relevante que constituye la diferencia epistemológica de cada una de estas "teorías de la verdad", podríamos centrar su pensamiento alrededor de los siguientes conceptos: correspondencia o adecuación entre la mente y la realidad (forma clásica aristotélica), evidencia y certeza interior del sujeto sobre algo (posición de Descartes), coherencia en el sentido (como explica la filosofia de Hegel), utilidad o pragmática de los resultados (autores americanos como James, Dewey, Rorty), teoría semántica de la correspondencia en el sentido de Tarski, formas constructivistas de la teoría del consenso de Habermas y formas dialécticas o interaccionistas (sujeto-objeto) de muchos autores modernos, como Hanson, Toulmin, Polanyi, Feyerabend, Lakatos, Morin, el último Popper, y los mismos físicos Heisenberg y Niels Bohr, entre otros.

Nos referiremos brevemente a la primera y a la última de estas orientaciones epistemológicas (la de correspondencia y la dialéctica), pues son éstas las que, en la práctica, tienen más vida en los ámbitos académicos y las que signan las vías alternas metodológicas a emplear.

Modelo Especular.

La primera orientación es la que ha venido a llamarse "modelo especular" del conocimiento. Su idea central expresa que fuera de nosotros existe una realidad totalmente hecha, acabada y plenamente externa y objetiva, y que nuestro aparato cognoscitivo es como un espejo que la refleja dentro de sí, o como una pasiva cámara oscura o fotográfica (analogía de Locke: Ensayo sobre el Intelecto Humano, 1690, vol.I, final del cap. XI) que copia pequeñas imágenes de esa realidad exterior, al estilo, por ejemplo, del ojo, que formaría una pequeña imagen del objeto exterior en la retina y el nervio óptico se encargaría de transmitirla al cerebro. De esta forma, ser objetivo es copiar bien esa realidad sin deformarla, y la verdad consistiría en la fidelidad o correspondencia de nuestra imagen interior con la realidad que representa.

Este modelo es el que ha sido adoptado por los autores de orientación positivista. Para lograr plena objetividad, absoluta certeza y una verdad incuestionable, los positivistas de los últimos tres siglos (Locke, Hume, J.S.Mill, Comte, Mach y otros) se apoyaron en el análisis de la sensación como en piedra segura (epi-steme), tratando de establecer un origen sensorial para todos nuestros conocimientos. De esta manera, y siendo muy lógicos, consideraban que sólo las sensaciones o experiencias sensibles eran un fenómeno adecuado para la investigación científica; sólo lo verificable empíricamente sería aceptado en el cuerpo de la ciencia; la única y verdadera relación verificable sería la de causa y efecto; la explicación de las realidades complejas se haría identificando sus componentes: partículas, genes, reflejos, impulsos, etc., según el caso; los términos fundamentales de la ciencia debían representar entidades concretas, tangibles, mensurables, verificables, de lo contrario, serían desechados como palabras sin sentido; los modelos matemáticos, basados en datos bien medidos, serían los ideales para concebir y estructurar teorías científicas.

El modelo especular ha sido aplicado prevalentemente y en forma muy exitosa en la ciencia y tecnología de los cuerpos intermedios. A él se debe el avance tecnológico de los últimos siglos. Se ha demostrado, en cambio, inadecuado para el estudio del mundo submicroscópico (estudio del átomo) y macroscópico (estudio astronómico).

Conviene llamar la atención sobre el hecho de que el modelo especular se apoya, fundamentalmente, y asume como cierto el supuesto de que nuestro aparato cognoscitivo es básicamente pasivo, como insinúa la metáfora de la cámara oscura o fotográfica, o la aparente mecánica de la visión ocular.

Modelo Dialéctico.

La supuesta pasividad del sujeto conocedor nunca fue compartida, a lo largo de la historia, por los autores que estudiaron los procesos cognitivos. El mismo Aristóteles, que dio origen al modelo especular, distinguió siempre entre un intelecto "paciente" y un intelecto "agente", al cual asignaba una actividad que nunca tuvieron en cuenta los empiristas y positivistas. Es más, Aristóteles dijo que "lo que está dado a los ojos es la intención del alma".

Con la llegada de Copérnico, toda la cultura occidental entendió que el movimiento que todos observaban en el sol (que salía, subía, se movía, bajaba y se ocultaba) no estaba en el sol, sino en el observador, es decir, que esa realidad empírica y sensorial era sólo aparente. Y Galileo habla de la dificultad y casi imposibilidad que constituía para ellos el negar una realidad sensorial, empírica y "evidente" para todos, basándose en la sola fuerza de la razón lógica (Diálogo de los dos Sistemas Máximos).

Posteriormente, Kant –según él mismo escribe en el Prefacio a la segunda edición de su obra máxima Crítica de la Razón Pura (1787)– trata de hacer una revolución copernicana en todo el proceso cognitivo. Para Kant, la mente humana es un participante activo y formativo de lo que ella conoce. La mente "construye su objeto" informando la materia amorfa por medio de formas subjetivas o categorías y como si le inyectara sus propias leyes.

Estas ideas sobre la actividad del sujeto conocedor se van generalizando, sobre todo, hacia fines del siglo pasado, por obra de autores como Brentano, Dilthey, Husserl, Ehrenfels, Max Weber y William James, entre otros. En el campo de la psicología, Freud establece la influencia de la actividad del sujeto al hablar del mecanismo de proyección. Por su parte, los gestaltistas, con el estudio del fenómeno fi, aclaran la naturaleza del movimiento aparente, base, posteriormente, del cine. Y los grandes físicos de este siglo fundamentan la revolución de la física sobre la base de que la relación sujeto-objeto (en este caso observador-átomo) cambia la naturaleza no sólo percibida sino real del átomo. La teoría de la relatividad, por otra parte, supera las teorías newtonianas vigentes desde hacía tres siglos, y hace ver que los fenómenos dependen y son relativos al observador.

El enfoque dialéctico entre el sujeto conocedor y el objeto conocido es avalado hoy día de una manera contundente por los estudios de la Neurociencia que señalan, como escriben Popper y Eccles (ambos Premios Nobel en su campo) en su famosa obra El yo y su cerebro (l980), que "...antes de que pueda darme cuenta de lo que es un dato de los sentidos para mí (antes incluso de que me sea "dado"), hay un centenar de pasos de toma y dame que son el resultado del reto lanzado a nuestros sentidos y a nuestro cerebro... Toda experiencia está ya interpretada por el sistema nervioso cien –o mil– veces antes de que se haga experiencia consciente" (págs. 483-4). En efecto, si el nervio óptico simplemente transmitiera al cerebro la imagen que está en la retina, al estilo de un FAX, le bastaría un canal unidireccional, como le basta al FAX una línea telefónica. Pero el nervio óptico tiene más de un millón de canales que funcionan en una u otra dirección. Y en la naturaleza no encontramos órganos inútiles.

¿Por qué, entonces, –y ésta es la gran pregunta– tenemos la impresión de captar las cosas y la realidad en general como están ahí fuera y no interpretadas por nosotros en base a nuestra experiencia, valores, actitudes, intereses y creencias? ¿Por qué tendemos a caer en lo que Bertrand Russell llama "el realismo ingenuo"?

La respuesta que da la Neurociencia a esta pregunta es que la velocidad de interpretación es tan elevadamente alta (de uno a diez millones de bits por segundo en el cerebro completo, lo que equivale a más de 300 páginas de un libro normal), que no podemos tener la más mínima conciencia de la mayoría de los procesos y mecanismos involucrados en el acto perceptivo o cognitivo.

De esta manera, es fácil comprender cómo Nietzsche, ya a fines del siglo pasado, dijo que "no había hechos sino interpretaciones" y, refiriéndose irónicamente a los que no aceptaban la actividad determinante del sujeto conocedor, añadió que era "porque creían en el dogma de la inmaculada percepción".

Conviene enfatizar que la aceptación del modelo dialéctico implica un cambio radical en el enfoque metodológico, especialmente si se trata del estudio de las ciencias humanas.

Nivel Ontológico

Cuando una realidad no es un agregado o yuxtaposición de elementos, sino que sus "partes constituyentes" forman una totalidad organizada con fuerte interacción entre sí, es decir, cuando constituyen un "sistema", su estudio y comprensión requiere la captación de esa estructura dinámica interna que lo define y caracteriza.

El mundo de los sistemas, especialmente de los no-lineales, puede ser impredecible, violento y dramático; un pequeño cambio en un parámetro puede hacer variar su dinámica poco a poco y, de golpe, variar a un tipo totalmente nuevo.

El principio de exclusión de Pauli establece que las "leyes-sistema" no son derivables de las leyes que rigen a sus componentes. Las propiedades, por ejemplo, de una molécula de agua (H2O), en cuanto un todo, se gobiernan por leyes no relacionadas con aquellas que rigen a sus "partes" separadas: hidrógeno, oxígeno; el "todo" es explicado por conceptos característicos de niveles superiores de organización y tiene propiedades emergentes totalmente diferentes.

Ahora bien, nuestro universo está constituido básicamente por sistemas no-lineales en todos sus niveles: físico, químico, biológico, psicológico y sociocultural. "Si observamos nuestro entorno vemos que estamos inmersos en un mundo de sistemas. Al considerar un árbol, un libro, un área urbana, cualquier aparato, una comunidad social, nuestro lenguaje, un animal, el firmamento, en todos ellos encontramos un rasgo común: se trata de entidades complejas, formadas por partes en interacción mutua, cuya identidad resulta de una adecuada armonía entre sus constituyentes, y dotadas de una sustantividad propia que transciende a la de esas partes; se trata, en suma, de lo que, de una manera genérica, denominamos sistemas" (Aracil, 1986, p. 13). Bertalanffy señala que desde el átomo hasta la galaxia nuestro mundo está constituido por sistemas y, por consiguiente, necesitamos usar una ontología de sistemas (1981, pp. 46-47).

Si el valor de cada elemento de una estructura dinámica o sistema está íntimamente relacionado con los demás, si todo es función de todo, y si cada elemento es necesario para definir a los otros, no podrá ser visto ni entendido "en sí", en forma aislada o descontextualizada, sino a través de la posición y de la función o papel que desempeña en la estructura. Más aún se evidenciará esta situación cuando estos procesos se entrelazan, interactúan y forman un todo coherente y lógico, como sucede con los valores, actitudes, intereses y creencias de una persona, una familia, un grupo social o una cultura específica. Todo esto exige un enfoque holista e interdisciplinario de la realidad.

De aquí, la necesidad de idear, como han tratado de hacer muchos autores (cfr Bertalanffy, 1981, p.34) unas matemáticas gestáticas, en las que lo fundamental no fuera la noción de cantidad, sino, más bien, la de relación. Esto es también lo que han tratado de hacer las matemáticas actuales, con la creación de las técnicas estadísticas multivariables más refinadas, como el análisis factorial, el análisis de regresión múltiple, el análisis de varianza, el análisis discriminante, la correlación canónica, el "cluster analysis", etc., lo mismo que con el desarrollo de las ecuaciones diferenciales; pero estas técnicas necesitan (porque así se lo exige la naturaleza misma de la matemática cuantitativa) partir de la medición de elementos aislados, aceptar la aleatoriedad de los mismos, aplicar la propiedad aditiva y aplicar la propiedad conmutativa, características todas reñidas con la ontología sistémica.

Por esta razón, Hegel critica la matemática, como instrumento cognoscitivo universal, por "el carácter inesencial y aconceptual de la relación cuantitativa" (1966, p.30); es decir, porque no nos da ni la esencia ni la naturaleza de las realidades; y, por su parte, Einstein solía repetir que "en la medida en que las leyes de la matemática (matemática actual) se refieren a la realidad, no son ciertas, y en la medida en que son ciertas, no se refieren a la realidad" (Davies, 1973, p.1).

Sin embargo, las técnicas matemáticas, aunque limitadas e imperfectas en su estado actual, buscan un objetivo muy valioso: expresar con un modelo (el modelo matemático) la forma y orden, es decir, la estructura, patrón estructural o configuración de una realidad compleja. En fin de cuentas, el lograr una teoría explicativa es el fin de la ciencia. El mismo Einstein solía decir que "la ciencia consistía en crear teorías". Por otra parte, hay muchas investigaciones que no buscan la elaboración de teorías, sino simplemente la exploración panorámica (survey) u opinión de una comunidad sobre un determinado tópico como, por ejemplo, establecer la jerarquía de valores, el nivel de asociación de dos variables, la intención del voto en un momento determinado, etc.

Por esto, podríamos concluir esta parte estableciendo el siguiente principio: en la medida en que el elemento o fenómeno a estudiar pueda ser descontextualizado de la estructura o sistema personal o social sin que pierda su esencia o desvirtúe su naturaleza, las técnicas matemáticas actuales pueden y deben ser usadas legítima y eficazmente.

El Enfoque Cualitativo

El enfoque cualitativo de investigación es, por su propia naturaleza, dialéctico y sistémico. Estos dos presupuestos, epistemológico y ontológico, conviene hacerlos explícitos, en todo proyecto o desarrollo de investigación, a través de un breve "marco epistemológico", para evitar malentendidos en los evaluadores de los mismos.

Señalaremos a continuación algunas de las ideas centrales que caracterizan a las investigaciones cualitativas.

Ante todo, es necesario enfatizar que el "marco" teórico que se antepone a cualquier investigación cualitativa es, generalmente, sólo "teórico-referencial", es decir, fuente de información y nunca modelo teórico en el cual ubicar nuestra investigación. Servirá para contrastar, después, nuestras conclusiones con las de otros autores y, así, entenderlas mejor, pero nunca para forzar e imponer una interpretación.

La razón de este proceder es que un marco teórico nos impone ya desde el principio todo un mundo teórico, conceptual e interpretativo que pudiera no ser el más adecuado para entender la realidad que estamos estudiando. Y su falta de lógica está en el hecho de que da en gran parte por resuelto lo que todavía no se ha estudiado.

La orientación metodológica cualitativa NO suele partir del planteamiento de un problema específico, sino de un área problemática más amplia en la cual puede haber muchos problemas entrelazados que no se vislumbrarán hasta que no haya sido suficientemente avanzada la investigación. Por esto, en general, el partir de UN problema, cierra el posible horizonte que tienen las realidades complejas.

Tampoco se formula UNA hipótesis a verificar, ya que se está abierto a TODAS las hipótesis plausibles y se espera que la MEJOR emerja del estudio de los datos y se imponga por su fuerza convincente.

Sin embargo, sí se fijan unos objetivos a lograr: algunos son más bien generales y otros específicos, pero todos deben ser relevantes. Estos objetivos determinarán, en parte, las estrategias y procedimientos metodológicos. No obstante, tampoco los objetivos serán intocables. También aquí se sigue el famoso principio de "Los tres príncipes de Serendip": "si estás buscando una cosa buena y encuentras otra mejor, deja la primera por la segunda".

El método cualitativo específico que se vaya a emplear depende de la naturaleza de la estructura a estudiar.

Se aconseja emplear el método hermenéutico-dialéctico cuando la información recogida (los datos) necesiten una continua hermenéutica (interpretación), como sería el caso, por ejemplo, del estudio del crimen organizado, de sujetos paranoicos, etc., donde la información que se nos da puede tratar expresamente de desorientar o engañar.

El método fenomenológico es el más indicado cuando no hay razones para dudar de la bondad de la información y el investigador no ha vivido ni le es nada fácil formarse ideas y conceptos adecuados sobre el fenómeno que estudia, como, por ejemplo, el mundo axiológico de los drogadictos, las vivencias de las personas atracadas que estuvieron a punto de morir, la ruptura de una relación amorosa cuando no se ha vivido, etc.

El método etnográfico es el mejor para entrar a conocer un grupo étnico, racial, de ghetto o institucional (cárcel, hospital, empresa, escuela, etc.) que forman un todo muy sui géneris y donde los conceptos de las realidades que se estudian adquieren significados especiales.

El método de historias de vida se aconseja para los estudios longitudinales de ciertos grupos sociales, donde la visión diacrónica de la realidad constituye una gestalt en el tiempo que no se puede fraccionar sin perder las relaciones esenciales que la configuran como tal.

La Muestra: Cada uno de estos métodos tiene su forma propia de entender la muestra que nos ofrecerá la información necesaria para realizar la investigación. Pero, en general, la opción ontológica asumida por todos ellos (que es estructural-sistémica) nos exige una muestra que no podrá estar constituida por elementos aleatorios descontextualizados (como es, la mayoría de las veces, la información recogida a través de cuestionarios preconcebidos), sino por "un todo" sistémico con vida propia, como es una persona, una institución, una etnia o grupo social, etc. Por ello, se impone la profundidad sobre la extensión, y la muestra se reduce en su amplitud numérica. Sin embargo, conviene escogerla de forma que estén representadas de la mejor manera posible las variables de sexo, edad, nivel socioeconómico, profesión, etc., según el caso.

Las categorías: No hay categorías o dimensiones preconcebidas, previas a la investigación. Si el investigador las tiene en su mente, es porque las ha tomado de otras investigaciones, de otras muestras, realizadas por otros investigadores en otros lugares. Las verdaderas categorías que conceptualizarán nuestra realidad deben emerger del estudio de la información que se recoja, al hacer el proceso de "categorización". No obstante, se podría partir de un grupo de categorías preestablecidas, con tal de que se utilicen con mucha cautela y como algo provisional hasta que no se confirmen, y no se deje uno llevar por la tendencia (cosa muy fácil y natural) de rotular la nueva realidad con viejos nombres.

Las variables: Tampoco hay variables preconcebidas, ya sea que se consideren independientes o dependientes, pues provendrían, igualmente, del estudio de realidades exógenas a la nuestra. Las verdaderas variables de nuestra realidad emergerán también cuando, después de la categorización, iniciemos el proceso de teorización, es decir, cuando se analicen-relacionen-comparen-y-contrasten las categorías.

Los instrumentos: Los instrumentos, al igual que los procedimientos y estrategias a utilizar, los dicta el método escogido, aunque, básicamente, se centran alrededor de la entrevista semi-estructurada y la observación directa, ayudadas por toda la variedad de medios audiovisuales disponibles hoy en día. Sin embargo, la metodología cualitativa entiende el método y todo el arsenal de medios instrumentales como algo flexible, que se utiliza mientras resulta efectivo, pero que se cambia de acuerdo al dictamen, imprevisto, de la marcha de la investigación y de las circunstancias.

La Categorización y la Teorización: Estos dos procesos constituyen la esencia de la labor investigativa. Una buena investigación no puede quedar al nivel empírico, pues no sería investigación propiamente dicha; "la ciencia consiste en crear teorías", solía decir Einstein. El fin de la teorización (y de la categorización que le precede) es lograr estructurar una imagen representativa, un patrón coherente y lógico, un modelo teórico o una auténtica teoría o configuración del fenómeno estudiado. También aquí, hoy día, están disponibles más de una docena de programas de computación que facilitan la parte técnica de ambos procesos.

Los Resultados (Informe Final): Los resultados de una investigación cualitativa se exponen en lo que se llama el "Informe Final". Este informe no se limita a exponer unos resultados aislados de la investigación como tal, sino que también ilustra el proceso por medio del cual se llegó a las estructuras particulares de los casos estudiados y a la estructura general, o estructuras generales, que los integran.

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