Sobre el autor

By Sócrates Symphony

Politólogo (1993); Maestría en Gerencia y Planificación Institucional (2003); doctorante del CENDES (2003-2005) y de la UNESR (2005-2009.

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miércoles, 29 de julio de 2009

EVOLUCIÓN HUMANA (Lectura sugerida)




Toumaï (Sahelanthropus thadensis)

Un cráneo hallado por el estudiante Ahounta Djimdoumalbaye en julio del 2001 en la región de Toros-Menalla, en el Chad, ha revolucionado el mundo de la paleontología muy recientemente. "Toumai" significa "esperanza de vida" en la lengua local, pero en el Chad es el nombre que se le da a los niños que nacen en la estación seca.
Pero lo importante es que tiene entre seis y siete millones de años y parece ser que se trata del último ancestro común entre el chimpancé y el género homo. Su caja craneal se parece mucho a la de un mono pero la cara es corta y los dientes, en especial los colmillos, son pequeños y se parecen mucho a los de un ser humano moderno. El arco supraorbital también es muy prominente.
Pudo ser el primer homínido o, por lo menos, uno de los primeros en empezar el camino que llevaría hasta el homo sapiens sapiens. Sus descendientes habrían dado origen al homo habilis o al homo rudolfensis. Según palabras del director del equipo, Michael Brunet, "aún cabe esperar nuevas sorpresas". El equipo de investigación franco-chadiana, es amplio y en él han participado David Pilbeam, Patrick Vignaud y algunos españoles, como Pablo Peláez y Nieves López.
Según Brunet, la nueva especie de homínido, si se tienen en cuenta las dimensiones del cráneo, "probablemente tuviera un tamaño similar al del chimpancé común", aunque "Toumai" "no se parece a un chimpancé, ni a un gorila ni a los fósiles de homínidos más recientes". "Su gran antigüedad y sus caracteres anatómicos sugieren una estrecha relación con el último antecesor común entre los humanos y los chimpancés. Esto implica una separación entre monos y seres humanos probablemente más temprana que lo que indicaban la mayor parte de los estudios moleculares", agrega.

Millenium Man (Orrorin Tugenensis)


El antropólogo británico Martin Pickford y la paleoantropóloga francesa Brigitte Senut, del Museo de Historia Natural de París, hallaron en octubre de 2000 en las colinas de Tugen -centro de Kenia- fragmentos de esqueletos de unos cinco simios, cuya antigüedad fue calculada en 6 millones de años, el Orrorin tugenensis.

Un simio de 1,40 metros de altura que vivió hace seis millones de años en lo que ahora es Kenia ya tenía un fémur y una dentadura similares a los de los humanos. El fémur indica que tenía una marcha bípeda muy parecida a la nuestra. La dentadura, que tenía una dieta omnívora, rica en frutas y en proteínas obtenidas probablemente de hormigas y otros insectos.

Estos rasgos, sin embargo, se apartan de los de los australopitecos que vivieron hace entre 4 y 2 millones de años y que tenían dientes grandes en relación con el tamaño del cuerpo y una marcha bípeda bamboleante.



Ardipithecus Kadabba
La diversidad taxonómica de los primeros ancestros humanos se acentúa aún más tras el descubrimiento en Etiopía de seis dientes fosilizados de gran antigüedad.
En un estudio publicado en "Science", tres destacados conocedores de las primeras fases de la evolución humana aseguran que esa dentición corresponde a una nueva especie de homínidos llamada Ardipithecus kadabba, que vivió hace 5,8 millones de años y fue uno de los más antiguos ancestros humanos.
Hasta ahora, el Ardipithecus kadabba había sido catalogado como una subespecie del Ardipithecus ramidus, homínido de hace 4,4 millones de años cuyos restos fueron hallados en 1994 en el valle etíope del río Awash por Tim White, Gen Suwa y Yohannes Haile-Sellassie, de las universidades de California (EE.UU.), Tokio (Japón) y Museo de Historia Natural de Cleveland (EE.UU.), respectivamente.
Sin embargo, a la luz de estos seis dientes posteriormente encontrados de Ardipithecus kadabba, este trío de científicos sostiene ahora que es una especie diferenciada y más primitiva, con seguridad un eslabón en la transición de los chimpancés al Ardipithecus ramidus, las posteriores especies de Australopithecus y las primeras especies de nuestro genero Homo.
White, Suwa y Haile-Sellassie hallaron los seis dientes en noviembre de 2002 en la región de Awash. En esas piezas dentales se aprecian rasgos muy primitivos que probablemente existieron en el último ancestro común de los primates y los humanos. La característica más acusada es la disposición de sus grandes y afilados dientes caninos sobre los premolares inferiores, un rasgo que se detecta en la dentición de los primates, pero no en homínidos.
Por ese motivo, estos tres científicos precisan que los rasgos morfológicos de los dientes de las especies de homínidos más antiguas podrían ser un mejor criterio de clasificación que otros atributos más complejos y difíciles de analizar por falta de fósiles adecuados, como el bipedalismo. En este sentido, precisan que las especies A. kadabba, A. ramidus y otras de este mismo periodo podrían pertenecer a un único género. A juicio del antropólogo David R. Begun, de la Universidad de Toronto (Canadá), esa posibilidad es sugerente pero difícilmente contrastable porque entre los fósiles preservados de esas especies africanas hay pocas piezas comunes.

Ardipithecus Ramidus

De momento son pocos los datos ofrecidos por su descubridor, Tim White, aunque se sabe que son escasos y fragmentarios. Los hallazgos se produjeron en el curso medio del río Awash, en la región de Aramis, Etiopía.

Ardipithecus ramidus (los vocablos ardi y ramid proceden de la lengua del lugar y significan, respectivamente, "suelo" y "raíz", mientras que pithecus significa "mono" en griego). Con una antigüedad estimada en torno a 4,4 millones de años.

Parece ser que habitaba los bosques, porque sus restos se han encontrado con otros fósiles de mamíferos de vida ligada al medio forestal. Además, los dientes del Ardipithecus ramidus presentan un esmalte fino que nos dice que se alimentan de frutos, hojas, tallos tiernos, brotes y otros productos vegetales blandos, productos que ofrece la selva. No se sabe con certeza si estos primitivos homínidos eran ya bípedos o no.

Se ha levantado gran expectación ya que los restos encontrados tienen, en palabras del propio White, "una locomoción curiosa que no es bípeda ni cuadrúpeda". Esta afirmación justifica la expectación suscitada ya que podría aclarar el debatidísimo tema del origen del bipedismo.

Australopithecus Anamensis

Sus muelas poseían gruesos esmaltes, por lo que se deduce que no comía solo hojas y frutos sino alimentos más duros. Vivió en un ambiente forestal pero más abierto que el de sus antepasados ramidus y caminaba erguido. Presentaban un claro dimorfismo sexual en tamaño corporal.

Es posible que formaran comunidades de varios machos emparentados, en las que cada uno agruparía un pequeño harén de hembras.

Las mandíbulas y los dientes de A. anamensis presentan rasgos que recuerdan a A. afarensis, pero existen diferencias muy claras. Aunque es evidente que se trataba de un australopiteco, el conjunto de características primitivas que se observan demandaba el nombramiento de una nueva especie para estos homínidos: Australopithecus anamensis.

Australopithecus Afarensis

El australopithecus afarensis fue encontrado en 1974, en Hadar, en el norte de Etiopía, por un equipo comandado por el paleoantropólogo estadounidense Donald Johanson. Esta región es ocupada por la tribu Afar; de ahí el nombre de la especie.

La especie era bípeda, sin embargo era diferente de nosotros en bastantes aspectos relacionados; por ejemplo, sus piernas eran proporcionalmente más largas en comparación con los brazos. Asimismo, podemos suponer, a partir del largo y de la ligera curvatura de sus manos y pies, que tenían cierta actividad arbórea, como dormir en los árboles, por seguridad, u obtener comida de ellos. Su pecho no era plano, como el nuestro, sino que se estrechaba agudamente hacia arriba.

Estos homínidos poseían cerebros pequeños, aproximadamente del tamaño de los grandes simios (como un chimpancé o un gorila), aunque en comparación con el tamaño del cuerpo eran relativamente más grandes. Tenían caras grandes, que se proyectaban por delante del cráneo (como la mayoría de los homínidos primitivos). Esto es, al menos en parte, reflejo del gran tamaño de los dientes, como en los simios. Sin embargo, y en contraste con éstos últimos, los caninos son reducidos, aunque se proyectan ligeramente delante del diente adyacente. Los incisivos son grandes (característica, en simios, asociada con un régimen frugívoro), y los premolares y molares son de tamaño sustancial, con superficies planas. La forma del paladar, aunque grande, forma una curva que no es parabólica, como la nuestra, ni de lados paralelos, como en simios. El efecto total es, de todas maneras, más parecido a la mandíbula humana que a la de un simio.

Los primeros restos australopithecus afarensis encontrados fueron los de la mundialmente conocida "Lucy", llamada así debido a la canción de The Beatles "Lucy in the sky with diamonds", que era escuchada en el momento de la excavación. La especie resultó ser bastante antigua, datándose entre 3.5 y 2.8 millones de años antes del presente, siendo así la especie más antigua conocida que es con gran certeza antecesora del hombre. El hallazgo de Lucy, uno de los esqueletos más completos encontrados (pertenecientes a un especimen), se vio reforzado posteriormente por un grupo de más piezas, incluyendo cráneos, de la misma especie. Este grupo de fósiles es conocido como "La primera familia", consistente en fósiles de al menos trece individuos.

La especie presenta un alto grado de dimorfismo sexual. Los machos medían alrededor de 1,50 metros y pesaban más de cincuenta kilos. Las hembras medían alrededor de treinta centímetros menos, y pesaban cerca de treinta kilos. El dimorfismo sexual es notorio también en los caninos.


La pelvis de la especie tiene un gran parecido a la nuestra, si bien es cierto que el canal de parto era más pequeño que el nuestro, y tenía forma de riñón. Hay que tener en cuenta que las hembras de la especie no necesitaban un gran canal de parto, debido al tamaño (muy chico) del cerebro de sus crías.

No se han encontrado herramientas de piedra asociadas con esta especie. Sin embargo, esto no quiere decir que no hayan usado herramientas de madera o hueso, las que no se conservan debido a su fragilidad.

En 1978 Mary Leakey y su equipo hacen el más célebre descubrimiento de su carrera: las huellas de Laetoli (Tanzania), un rastro de pisadas de homínidos de hace 3,5 millones de años que demuestran que aquellos remotos antepasados del hombre ya caminaban erguidos.

Paranthropus (Australopithecus) Aethiopicus

El Australopithecus Aethiopicus habitó Africa entre los 2.6 y 2.3 millones de años atrás. El tamaño de su cerebro era muy pequeño, algunas partes de su esqueleto semejan a los del Australopithecus Afarensis. Los Aethiopicus probablemente son los antecesores de los A. Boisei.

La primera especie robusta conocida, Australopithecus aethiopicus, vivió en África oriental hace unos 2,7 millones de años. En 1985 el paleoantropólogo estadounidense Alan Walker descubrió a orillas del lago Turkana, Kenia, el fósil de un cráneo datado en 2,5 millones de años de antigüedad que ayudó a definir esta especie. A este fósil se le denominó el “cráneo negro” por el color que presentaba tras absorber los minerales del suelo. El cráneo presentaba una elevada cresta sagital hacia la parte posterior del cráneo y una parte inferior del rostro que sobresalía con respecto a la frente.

El A. aethiopicus compartía algunas características primitivas con el A. afarensis —es decir, rasgos que se habían originado en el primitivo australopitecino de África oriental, lo que pudiera indicar que el A. aethiopicus había evolucionado a partir del A. afarensis.


Australopithecus Africanus

El primer descubrimiento de los australopitecos se produjo en Africa del Sur, y lo constituía un cráneo infantil procedente de Taung, cuyo estudio realizó R. Dart en 1924.

La mayoría de los yacimientos proceden de Africa del Sur, principalmente Sterkfontein y Makapansgat, encontrándose restos de probables africanus en el Omo (formación Shungura) y Koobi Fora. Por lo general, en Africa del Sur los restos se encuentran en yacimientos en cueva, o procedentes de cuevas posteriormente desmanteladas por la erosión, de manera que aparecen en brechas concreccionadas que presentan una gran dificultad de extracción.

En este sentido, la antigüedad y características de los hallazgos hacen más difícil su datación que en África oriental. Así en el caso de Taung la tendencia más reciente es asociar el depósito a la actividad de carnívoros y no a los homínidos. Durante largo tiempo el problema de la asociación a útiles líticos y fauna introdujo la polémica sobre la capacidad cazadora y utilización de instrumentos por el Australopiteco, surgiendo la teoría osteodontoquerática de R. Dart.

En la actualidad no se les niega la capacidad de utilizar instrumentos, dada la protocultura detectada en los chimpancés, pero sí su capacidad cazadora. La cronología es difícil de determinar, situándose como probable los 2 millones de años, según se ha detectado en Sterkfontein y Makapansgat. Sterkfontein era una cueva en la que se acumularon los depósitos a través de fisuras. Estos depósitos fueron después cimentados con los derrumbes del techo y paredes de la misma, formando una brecha que la erosión posterior dejó en superficie. Makapansgat se debe a una acumulación de fauna producida por una ocupación de hienas, sin que aparezcan instrumentos líticos y se le ha atribuido una edad, quizá demasiado antigua, de 3 millones de años.

Las características de A. africanus, también denominados A. gracilis por oposición al A. robustus, se basan en una capacidad craneana de 430 a 520 centímetros cúbicos, con una media de 440 centímetros cúbicos, un 10 por 100 más que en el A. afarensis. En general la cara es más corta y presenta menor prognatismo, unido a un menor tamaño de las piezas dentarias. Los caninos son cortos y no se ha detectado dimorfismo sexual en el tamaño de los mismos. Asimismo desaparece el diastema, o es muy raro. En resumen, se ofrece una reducción de los caninos e incisivos, y hay un mayor énfasis de la masticación en el resto de la dentición.

El esqueleto postcraneal es similar al A. afarensis. Era bípedo pero también un ágil trepador de árboles. El peso y la altura estimada recientemente para individuos adultos se encontraría entre los 33 y los 67 kilos y su estatura media oscilaría alrededor del 1,45 metros.





Australopithecus Garhi

Los restos fósiles del Garhi fueron descubiertos entre 1996 y 1998. Un equipo de 40 científicos, dirigidos por Tim White, de la Universidad de Berkeley, en California, y el etíope Berhane Asfaw los descubrieron en la región del Medio Awash, en Etiopía.

Aunque es una zona hoy desértica, hace dos millones de años y medio poseía más vegetación, un lago y numerosos animales, entre los que se encontraban los homínidos. Los restos fósiles dejados por estos seres vivos son los encontrados por este equipo.

Para los investigadores, entre las particularidades más interesantes de estos fósiles de homínido se encuentran la unión de caracteres simiescos, como son los brazos cortos, con otros más cercanos a los de los humanos, como son los miembros inferiores largos; además, los rasgos de sus dentaduras se acercan más a los del hombre que a los del mono; y, por último, aquellos lejanos homínidos parecen ser también los primeros seres vivos que utilizaron instrumentos de piedra para romper los huesos, descarnar y trocear los animales que cazaban y de los que se alimentaban.

Los paleontólogos llegaron a la conclusión de que se podía hablar del descubrimiento de una especie desconocida, y la bautizaron con el nombre de Australopithecus Garhi. "Garhi" es una palabra etiópe que significa "sorpresa", con ella quisieron tanto aludir a la sorpresa que el descubrimiento les causó, como a que este se produjo en Etiopía.

Junto a los restos del homínido Australopithecus garhi se han encontrado igualmente fósiles de animales en los que aparecen huellas de haber sido descarnados con instrumentos de piedra y sus huesos fracturados con el mismo sistema, para absorber una sustancia de tanto valor nutritivo y tan apreciada como el tuétano. De cualquier modo no se puede asegurar que fueron los Australopithecus Garhi quienes mataron a los animales, aunque parece lo más probable, dado que los restos fósiles de unos y otros se encuentran en la misma zona.

Paranthropus Robustus

El Paranthropus Robustus fue encontrado en cuevas de breccia en Kromdraai y Swartkrans, en Sudáfrica. Data de hace 1,9 millones de años hasta 1,5 millones de años. P. Robustus se distingue por un masivo aparato masticatorio, con premolares y molares grandemente expandidos.

Los dientes frontales, sin embargo, son mucho más chicos comparados con los de A. africanus, así que la cara es mucho más corta. La arquitectura de la cara está construida fuertemente para soportar las tensiones generadas por la dentición. El tamaño del cerebro es mayor que el de A. africanus, pero es difícil estimar su proporción con respecto al cuerpo, por la falta de fósiles postcraneanos. El cerebro, sin embargo, era lo suficientemente pequeño como para que los músculos masticatorios lo rodearan, formando una "cresta sagital".

La aparición de esta especie está asociada a un resecamiento del clima en África del sur. Sabemos que P. robustus vivía en praderas abiertas, al contrario de A. africanus, que vivía en ambientes más selváticos. Teniendo en cuenta esto, podemos comprender que la dentición de P. robustus estaba bien adaptada para masticar lo que su ambiente le ofrecía - rizomas, tubérculos, y cosas así-.

El único tipo de herramienta posiblemente asociado con esta especie son fragmentos de hueso y cuernos encontrados en Swartkrans. Estos fragmentos están desgastados de la misma forma en que se desgastarían si hubieran sido usados para excavar. Hay que añadir que no hay otra evidencia firme acerca del uso de herramientas en Paranthopus.

Convivieron con los Homo durante 1,5 mill. de años. Es el único de esta especie encontrado en el sur de África y no en el este. Presentaban un claro dimorfismo sexual en tamaño corporal.

Paranthropus Boisei

El primer hallazgo de un fósil de esta especie lo debemos a Louis Leakey, quien en 1959 reportó el hallazgo de una nueva especie "Zinjanthropus", en la garganta de Olduvai, en Tanzania. Este especímen fue datado en 1,8 millones de años. Hallazgos subsecuentes de esta especie se produjeron en el norte de Tanzania, en el norte de Kenya y en el sur de Etiopía.

Esta especie ha sido descrita "como P. robustus, pero más", ya que tiene un cráneo más desarrollado incluso, muelas más expandidas, y más pequeños caninos e incisivos.

Los medioambientes en que P. boisei vivía varían considerablemente. En Olduvai los fósiles estaban depositados cerca de un lago; cerca del borde de éste crecían árboles, pero daban paso rápidamente a una pradera seca.

En Etiopía, durante el espacio de tiempo en que vivió esta especie, hubo un resecamiento del clima, aunque el bosque probablemente persistió alrededor de los cursos de agua, de donde salieron los depósitos fosilíferos. Así, podemos ver que la aparición de esta especie no coincide con un cambio climático, como en Sudáfrica. Más aún, durante el largo espacio de tiempo en que vivió esta especie, no sufrió cambios anatómicos sustanciales, pese a los grandes cambios climáticos de su época.

Convivieron con los Homo durante 1,5 mill. de años. El Bosei fue encontrado por el matrimonio Mary Leaky y Louis Leaky en 1959 y vivió hace 1,8 mill. de años. Presentaban un claro dimorfismo sexual en tamaño corporal. Es posible que formaran comunidades de varios machos emparentados, en las que cada uno agruparía un pequeño harén de hembras.

Homo Habilis

Homo Habilis es el primer representante del género Homo (el nuestro). Habilis no era muy diferente del Australopithecus Africanus, tenía una capacidad craneal media de unos 600 centímetros cúbicos y era quizá un poco más pequeño que los Australopithecus y que sus contemporáneos del género Paranthropus.

Los restos fósiles encontrados por el matrimonio Leakey, en 1959, en las gargantas de Olduvai (Tanzania) revelan que eran individuos de unos 140 cm de altura, con una capacidad craneal de unos 600 cm3 de promedio y un esqueleto con rasgos anatómicos más modernos que los de los australopitecos y con piezas dentarias más pequeñas.

El nombre asignado a esta especie (habilis) hace referencia al hecho de que estos humanos son los primeros talladores que tenían la capacidad técnica para fabricar utensilios. Fabrican las primeras herramientas de piedra y son cantos rodados y piedras talladas toscamente por una cara (choppers) o por dos (chopping tools).

Los análisis al microscopio electrónico de las muescas de desgaste de la dentadura, junto con otras evidencias indirectas, muestran que su dieta incluía la carne, sin embargo no podemos decir que fueran todavía cazadores, practicaban más bien una actividad de carroñeo. Probablemente solían aprovechar el tuétano de los huesos procedentes de los despojos de la caza de otros depredadores. Los cantos tallados serían utilizados para fracturar el hueso y extraer el tuétano. También utilizarían los instrumentos de piedra para cortar plantas y triturar ciertos productos vegetales duros.

El Homo habilis todavía no conocía el uso del fuego, ni tampoco estaría en posesión de un lenguaje articulado, aunque en los moldes de un cráneo de un Homo habilis se ha observado que tenían una circunvolución de Broca bastante desarrollada.

Analizando algunos de los huesos de las extremidades recuperados se puede reconocer que se trata de una especie con un aspecto mucho más humano. La cabeza del fémur es mucho más grande y de forma más corta y redondeada. También la pelvis tiene un aspecto mucho más moderno.No hay dudas que su andar era erguido, así lo atestiguan los rasgos de su pelvis, columna, miembros y foramen magnun. Podemos concluir que tanto los huesos de las manos como de las piernas estaban más próximo a los seres humanos modernos que a los antropomorfos.

Homo Habilis tenía ciertos rasgos simiescos como unos brazos muy largos con respecto a las piernas. Sin embargo experimentó una expansión cerebral a la vez que una reducción del aparato masticador, y, lo que es más importante, sus restos son los primeros, de momento, que han aparecido asociados a industrias líticas.

Homo Rudolfensis

Homo Rudolfensis es una especie problemática, hasta el punto de que muchos expertos niegan su existencia. Tendría como características principales un cerebro de unos 750 centímetros cúbicos (mayor que en H. Habilis), una cara y unas mandíbulas mayores que en Habilis, con mayor prognatismo y una cavidad craneal más redondeada.

Los restos de H. Rudolfensis hallados hasta el momento dan un arco cronológico menor que en H. Habilis. Así Rudolfensis habría vivido hace entre 1,9 y1,6 millones de años. Además Rudolfensis sólo ha sido hallado en las orillas del lago Turkana, antes lago Rodolfo, en Kenia.

La división de esta especie en dos, habilis y rudolfensis no ha convencido a muchos paleoantropólogos. Sin embargo, H. rudolfensis tiene características que permiten distinguirlo; por ejemplo, una mayor capacidad craneal.




Homo Ergaster

Sustituyeron a los Habilis y es la especie más humana del género Homo que aparecen. Humana en el sentido de su gran cerebro, estatura y proporciones corporales, parecidas a las de los humanos posteriores. Su capacidad craneal se sitúa entre 800 y 950 cc.

Así mismo, su modelo de desarrollo era más lento que el de sus antepasados y esto implica un entorno social más protector (la alimentación y la complejidad social son imprescindibles para la expansión y reestructuración cerebral).

Además trajeron consigo una nueva forma de tallar la piedra, el Achellense o Modo 2, que consiste en núcleos o grandes lascas tallados por las dos caras denominados bifaces, como las hachas de mano, los hendedores y los picos. Se trata de una técnica que perduraría durante muchísimo tiempo ya que son de múltiple uso.

Fue el Homo Ergaster el homínido que salió de África por primera vez y comenzó a adaptarse a otros tipos de vida diferentes como los de Asia y Europa. Las primeras huellas fuera de África datan de hace 1 millón de años, y los más conocidos son los del Homo Erectus de Java. A partir de aquí ya nos acercamos claramente a nuestra especie.

Gracias al descubrimiento, en 1984, por un equipo comandado por Richard Leakey de un esqueleto completo en un 60% de un adolescente ergaster de hace 1,6 millones de años en el lago Turkana, conocemos varias características de su especie.

Este individuo murió cuando tenía alrededor de nueve años, lo que corresponde en términos humanos a once o doce años. Al morir, sus restos se hundieron rapidamente en un pantano, quedando así a salvo de animales carroñeros.

Sus proporciones eran muy parecidas a las de los habitantes modernos del lago Turkana. Era delgado y con extremidades largas. Esto es una adaptación al clima tropical de la zona.

Era bastante alto: al momento de morir medía cerca de 1,60 mt., lo que estaba muy por debajo del metro ochenta que hubiera alcanzado si hubiera completado su desarrollo.

Homo Erectus

El descubrimiento de útiles o herramientas fosilizadas y esqueletos de grandes mamíferos cerca de los fósiles de Homo erectus (hombre erguido) sugiere que estos ancestros humanos llevaron una existencia más compleja que las especies anteriores. A pesar de que su estructura anatómica se parece a la de los seres humanos actuales, los antropólogos han encontrado que el cerebro humano sufrió muchos cambios durante la evolución de una especie a otra.

Los Homo erectus son los primeros viajeros intercontinentales. Desde África se dispersan a través de Asia Menor y el Próximo Oriente, llegando por un lado hasta España y por el otro hasta cerca de Pekín, en el norte de China, y hasta la isla de Java, en Indonesia. Los fósiles más antiguos de Atapuerca, cerca de Burgos, que tienen 800.000 años, son descendientes de ellos. Los Homo erectus más antiguos de Europa se han encontrado en Georgia, donde vivían hace 1,6 millones de años. (La localidad de Dmanisi, donde se han encontrado estos fósiles, está cerca del límite generalmente reconocido entre Europa y Asia.)

Además de fabricar hachas de mano de piedra, el Homo erectus también dejó los primeros restos de viviendas construidas, de objetos de madera tallada, la primera lanza de madera y el recipiente más primitivo, un cuenco de madera. Pero su mayor avance cultural fue que aprendió a manejar el fuego. Se han encontrado los primeros indicios de su utilización en China, hace 300 mil años y se atribuyen al "hombre de Pekín", una versión del Homo erectus.

El ejemplar más antiguo tiene 1 millón de años y el más joven tan solo de 100.000 y corresponden a Java (Asia). En China se han encontrado de una antigüedad de entre 800.000 a 230.000 años. Se parece mucho al Homo Ergaster, pero tiene mayor capacidad craneal (750-1.300 cc). Los ejemplares de Java y China difieren en algunos aspectos, considerándose como dos subespecies, el Homo erectus erectus, para los primeros, y el Homo erectus pekinensis, para los segundos.

Homo Antecessor

800.000 años atrás en el tiempo, una especie común a los neandertales y a los homo sapiens vivía en la Sierra de Atapuerca (Burgos). Homo antecessor salió a la luz en 1997.

Sus descubridores, J.M. Bermúdez de Castro, J.L. Arsuaga, E. Carbonell, A. Rosas, I. Martínez y M. Mosquera, le definieron como el pionero, el que antecede a los demás.

La mayoría de los restos humanos de TD6 (Gran Dolina) se encuentran en un estado de conservación excelente, pero corresponden en general a fragmentos de tamaño variable. Esta fragmentación, así como otros caracteres de los restos (marcas de corte, golpes producidos por instrumentos líticos, tipos de fractura, etc), que también se observan en los restos fósiles de los ungulados, representan evidencias muy claras de un acto de canibalismo.

Prácticamente el 50% de los fósiles humanos presentan cortes o fracturas producidos por instrumentos líticos, y se encuentran indistintamente en los huesos craneales y en los del esqueleto postcraneal, lo que indica un consumo total de los cadáveres. Además, todos los individuos presentan algún estigma de canibalismo.

Las connotaciones en el árbol de los homínidos provocadas por este hallazgo han sido muy importantes y, sin duda, ha sido uno de los grandes descubrimientos en el campo de la paleontología. Esta especie demostró que en Europa ya vivían seres humanos hace más de 800.000 años, mucho antes de lo que se pensaba.

Su morfología revolucionó la idea que se tenía hasta ese momento de la evolución de nuestra especie. Su capacidad craneal era elevada (más de 1.000 cc) y poseía una cara muy moderna, es decir, esta especie sufrió una reestructuración total del neurocráneo, la mandíbula, los dientes y la cara, es totalmente diferente a todo lo anterior.


Desgraciadamente, no se han encontrado aún fósiles en África de la misma antigüedad que podrían hacer seguir la pista de esta especie, y los de Asia contemporáneos a ella se refieren únicamente al Homo Erectus. Se podría decir que es el eslabón que une al Homo ergaster y enlaza con formas más cercanas a nosotros.

Si aceptamos que el origen de nuestra especie debe buscarse en Africa hace entre 100.000 y 200.000 años, debemos aceptar un origen africano para la especie H. antecessor, muy probablemente a partir de poblaciones pertenecientes a la especie H. ergaster. También debemos aceptar una continuidad evolutiva de H. antecessor en Africa, que culminaría con la aparición de las poblaciones humanas modernas.

A pesar de todos los estudios realizados, esta nueva especie está aún muy cuestionada por paleontólogos y especialistas. Estas luchas dialécticas son muy comunes entre los especialistas y hasta que no hay una evidencia abrumadora (y a veces ni eso) no se ponen de acuerdo en las afirmaciones que realizan.

Homo Heidelbergensis

Entre Homo antecessor, una especie poco conocida basada en fósiles de las colinas de Atapuerca, en España, y los linajes Sapiens y Neanderthalensis existió una especie con fósiles en Europa desde hace medio millón de años, y en África un poco más tempranamente, que presenta carácteres intermedios entre H. Erectus / Ergaster y H. Sapiens.

Los fósiles en cuestión son una mezcla de especímenes que datan entre 500.000 y 250.000 años. El más antiguo es una mandíbula inferior encontrada en Mauer, cerca de Heidelberg. Posteriormente, en una cueva llamada Arago, en Francia, se encontraron los restos, mayormente fragmentarios, de una docena de individuos. El más completo es la cara y parte de la caja craneana de un individuo, que tiene gran parecido a un cráneo encontrado en Petralona, Grecia.

Juntos, estos fósiles revelan un homínido con un cráneo más "inflado" que el de ningún erectus, aunque todavía posee arcos supraciliares. La parte trasera del cráneo es más redondeada que en erectus, y las mejillas son infladas, como en los neandertales, aunque la cara es más plana.

Los utensilios asociados con estos fósiles son generalmente muy rudos, consistiendo básicamente en simples "piedras de cortar" y algunas herramientas de lascas como puntas y raspadores, siendo ellos los iniciadores de esta técnica.

Se han encontrado fósiles de esta especie en África en los sitios de Bodo, al noreste de Etiopía, con un ejemplar más robusto pero similar que data de hace 600.000 años, y en Kabwe, en Zambia. Los huesos postcraneales concuerdan con los de Arago, e indican que ésta era una forma robusta, pero moderna. También en el sitio chino de Dali se ha encontrado un cráneo que concuerda con este grupo. Otros sitios son los de Steiheim, Alemania; Swascombe, Inglaterra; Lago Ndutu, Tanzania, y en la Sima de los Huesos, en España se encontraron fósiles con características neandertalianas.

Hay que notar que en Terra Amata, Francia, se encontraron restos de refugios construidos durante la época de H. heidelbergensis. Estos refugios tenían una forma ovalada, con veinticinco pies de largo y veinte de ancho. Dentro del refugio se encontraron restos de ceniza.

Homo heidelbergensis: Se trata de individuos muy altos (1,80 m) y fuertes (llegarían a 100 kg), de grandes cráneos (casi 1.400 cm3) todavía muy aplanados, con mandíbulas salientes y gran abertura nasal. Especie intermedia entre el Homo antecessor y el hombre de Neandertal. Datan entre 500.000 y 250.000 años.
Homo Neanderthalensis
Ahora sabemos que Homo Neanderthalensis no es, como se creía, un antepasado directo nuestro, sino que eran una rama paralela en el árbol evolutivo. Una rama que guarda muchos secretos. Por ejemplo, no sabemos por qué se extinguieron, no sabemos si poseían un lenguaje.

Poco faltó para que a los neandertales se los conociera como calpenses, en honor de un cráneo de tipo neandertal hallado en 1848 en la cantera Forbes en Gibraltar: Calpe es el nombre clásico de Gibraltar. Sin embargo, el hallazgo del cráneo gibraltareño precedió en 8 años al de la cueva Feldhofer en el valle del río Neander (Alemania) que dio nombre al popular tipo humano fósil (Neandertal, significa valle del Neander). El nombre científico Homo neanderthalensis fue creado por William King (1863). Los neandertales son los humanos extinguidos que mejor conocemos, sin ningún género de dudas.

Los neandertales eran más bajos que nosotros, pero tenían una musculatura extremadamente fuerte. Sus esqueletos eran masivos, y tienen prominentes marcas musculares. Su anatomía en general está hecha para el territorio no muy agradable en el que vivían. Incluso los niños eran más musculosos que los niños actuales. La característica facial que más llama la atención es su nariz, que es grande y bulbosa. Esta adaptación les servía para calentar y humidificar el aire que inhalaban, y para perder calor con el que exhalaban, protegiéndose así de sufrir de sobrecalentamiento.

La fauna que acompañaba a los neandertales era bastante rica, y un poco extraña para lo que uno pensaría. Por ejemplo, había mamuts, rinocerontes lanudos, hienas, leones, y toda clase de animales que uno asociaría con África, en versiones adaptadas a climas fríos. También habían especies gigantes de venados y osos. La flora alternaba entre la típica de la tundra, cuando la temperatura promedio era baja, y los bosques, en los periodos en que el clima se hacía más agradable.
En vez de utilizar un tipo de herramienta multipropósito, como el hacha de mano acheuliana, crearon diferentes tipos de herramientas según la necesidad. Tenían diferentes herramientas para cortar carne, raspar, trabajar la madera, etc. Algunas puntas tienen signos de haber sido parte de flechas. Además, los Neandertales deben haber sido expertos en usar la piel de animales muertos y convertirla en cuero. Algunos resultados experimentales nos conducen a pensar que comían grandes cantidades de carne. También manejaban el uso del fuego, el que probablemente podían crear por sus propios medios.

Hacia el final de la era de los neandertales, vemos un avance en las técnicas y pasamos a una etapa llamada Chatelperroniana. Este avance se supone debido a copias de los neandertales de las técnicas sapiens. Ahora encontramos aparte de herramientas, objetos tales como pendientes, dientes de animales agujereados, y lo que parecen ser los cimientos de una cabaña.
La faringe era más corta que en los humanos modernos. Esto quiere decir solamente que no podían producir exactamente los mismos sonidos que nosotros, pero no quiere decir que no poseyeran lenguaje. Probablemente poseían un lenguaje articulado, gestos u otras formas, pero no sabemos si poseían síntaxis, gramática o un alto nivel de razonamiento simbólico. En un análisis hecho por Lieberman, se llegó a la conclusión de que los neandertales podían pronunciar al menos tres vocales: a, i, u. Comparado con otros homínidos, esto es un gran avance.
Los neandertales no parecen haber dependido de símbolos, al menos en la forma en que nosotros (y los primeros sapiens). De hecho, aparte de las tumbas, es difícil encontrar conductas simbólicas. Conchas de invertebrados y moluscos fosilizados se han encontrado en sitios de neandertales, que muestran algún tipo de sentido estético o curiosidad.
Debemos desterrar completamente la idea acerca del primitivismo de los neandertales. Ellos eran una especie tan evolucionada y adaptada a su medio, el que era hostil, que no puede dejar de sorprendernos el hecho de que hayan podido sobrevivir en él. Probablemente no tenían las mismas habilidades cognitivas que nosotros, ni se representaban al mundo de la misma manera, pero sin duda pudieron arreglárselas perfectamente, al menos hasta que llegamos nosotros, y causamos probablemente su extinción.
El hombre de Neanderthal constituye la primera especie de homínido moderna que vivió por toda Europa, y representa una forma que se adaptó al clima imperante hacia los 300 mil años atrás. Desarrolló un volumen craneal que llegó a ser superior al nuestro, alcanzado los 1500 cc. Desapareció hace unos 30 mil años, refugiado en cuevas del sur de la península Ibérica.

Homo Rodhesiensis

Como Homo Rodhesiensis se conoce al Homo sapiens sapiens arcaico, son humanos modernos pero con rasgos arcaicos; y con el nombre de Homo sapiens sapiens se conoce a nuestra especie.

El Homo sapiens arcaico apareció hace unos 400.000 años. En el Pleistoceno medio, y en todo el Viejo Mundo, nos encontramos con unos fósiles que muestran mayor capacidad craneana (por encima de los 1.000 c.c.). Aunque bien podrían ser considerados como H. erectus evolucionados, se les da un nombre taxonómico distinto y se incluyen en nuestra misma especie (sapiens), de la cual serían solo unas variantes primitivas que reciben el nombre geográfico del fósil sobre el que se señalaron sus rasgos en cada una de las regiones.

En Asia continental el H. sapíens daliensis, de Dalí y Junáushan, en China; el H. sapiens ngandonensís,. de Java (río Solo, cerca de Ngandong); el H. sapiens narmadensis, de Narmanda (Indía); el H. sapiens rodhesiensis, de Rodhesia (o Broken Hill, hoy Kabwe Man) y los de Ndutu, Ngaloba, Salé, Bodo,Saldahan..., etc. Tal vez debamos añadir hoy el hallazgo del hominido 18 de Laetoli (Tanzania), con una fecha de 120.000 A.P.

Todos ellos son morfológicamente variables y tienen el problema de que la mayor parte carecen de una datación precisa. Es posible que las diferencias se deban a dataciones distintas, con lo que estaríamos ante una microevolución temporal, o bien ante distintos rasgos genéricos (variabilidad intergrupal). También es posible que esas diferencias sean debidas a la variabilidad existente dentro de cada grupo (variabilidad intragrupal o individual), como en Atapuerca, donde hay individuos de distintas edades y sexos.

La cronología general estaría entre 500/400.000 y 200/150.000 y aparecen culturalmente asociados a las últimas fases del Paleolítico inferior (Achelense superior y evolucionado), con industrias líticas que preludian el Musteriense. Los orígenes del hombre moderno pueden estar en África u Oriente Próximo.

Un grupo científico internacional escribe en Nature (junio 2003), un nuevo y apasionante capítulo de la novela humana a partir del análisis de los restos de tres individuos que habitaron la depresión de Afar, en Etiopía, hace nada menos que 160.000 años: los cráneos fosilizados de dos adultos y un niño aportan las evidencias más antiguas obtenidas hasta hoy de la presencia del Homo sapiens en el planeta, e iluminan una zona de nuestra historia evolutiva que aún permanecía en tinieblas. El hallazgo, fue considerado un avance mayor y uno de los descubrimientos más significativos acerca del amanecer de la humanidad, ya que permite precisar cuándo y dónde surgieron nuestros primeros ancestros.

Homo Sapiens

Podemos suponer que nuestra especie, Homo sapiens, se originó en algún lugar de África hace alrededor de 150.000 años. Especies más arcaicas parecen haber continuado durante un tiempo. La especie se expandió relativamente lento, llegando a Australia hace 40.000 años. En Europa, la especie parece haber entrado más lentamente, entre 40.000 y 35.000 años, por España y por el este.

Las herramientas de nuestra especie se asocian en cuatro periodos. El primero de ellos es el Auriñaciense, que apareció hace 40.000 años y persistió hasta hace 28.000, está marcado por una explosión de creatividad. Aparecen el arte, la decoración de objetos, la decoración personal, la música (en forma de instrumentos).

Este periodo es seguido por el Gravetiano, entre los 28.000 y los 22.000 o 18.000 años. Es aquí cuando aparecen las agujas de coser, aparte de cuchillos más pequeños y afilados.

Seguidamente aparece el Solutreano, entre los 22.000 y los 18.000 años. Este periodo se caracteriza por los cuchillos "hoja de laurel", llamados así por su forma. Algunos de estos cuchillos son tan delgados y delicados que no es posible imaginar que hayan tenido un uso práctico.

Finalmente, llegamos al Magdaleniano, el que se extiende de los 18.000 a 10.000 años atrás. Con este periodo termina el paleolítico superior. Encontramos un trabajo sofisticado del hueso y las astas, junto con abundantes "microlitos", pequeñas herramientas de piedra que eran seguramente puestas en mangos. Encontramos también enterramientos, siendo mucho más complejos que los de los neandertales.

La superexplosión del Toba casi supuso la extinción de nuestra especie

El Toba fue un supervolcán que se encontraba en Sumatra y hace 74.000 años su caldera explotó de la forma más violenta que ha existido. Esta caldera tenía aproximadamente la superficie que tiene ahora el lago que dejó en su lugar, unos 100 km de largo y 60 km ancho.

Esto supuso un cambio climático en la Tierra durante muchos años. La radiación solar no podía llegar a la superficie porque la estratosfera estaba totalmente colapsada. La luz no penetraba para alimentar a las plantas y los animales (entre ellos nosotros) no podían alimentarse de ellas ni de otros animales porque escaseaban. Los veranos se hicieron más frescos, la nieve no se derretía y se acumulaba para el invierno siguiente.

Para remontarnos en nuestra historia evolutiva no hay nada como el ADN mitocondrial, es decir, aquel que vive alojado en las mitocondrias de las células y no en el núcleo. Este ADN mt se transmite únicamente por vía materna y, por su peculiaridades, es el único que nos habla de las mutaciones y cambios habidos en nuestra especie, es decir: si ha habido un aumento de la población y cuándo, si ha habido un descenso, si una población se ha mezclado con otra, etc.

Dos genetistas, Lynn Jorde y Henry Harpendin, averiguaron que en la historia de la humanidad hubo un momento en el que la población descendió de forma alarmante.

Cuando aparece el hombre es cuando encontramos por primera vez indicios de actividad artística, como en las famosas cuevas de Lascaux y Altamira, hechas por el hombre de Cro-Magnon, primer ejemplo de Homo Sapiens europeo.También podemos considerar el arte rupestre que practican los aborígenes en Australia. Las asociaciones entre distintos grupos de animales, y entre un conjunto aparentemente regularizado de símbolos abstractos indican un enorme complejo de creencias, historias y mitos.

El arte en la edad del hielo se dio en sitios de Francia y España particularmente favorecidos por la naturaleza. La estepa abierta y la tundra soportaban grandes grupos de herbívoros grandes y medianos, que no deben haber sido problema para cazar. En los sitios en que se desarrolló el arte paleolítico, la supervivencia no debe haber sido un gran problema.

Los problemas empezaron probablemente al terminar la edad de hielo. Con el progresivo calentamiento del clima, los grupos de mamíferos empezaron a moverse hacia el norte, y la estepa comenzó a transformarse en bosque. Los magdalenianos descubrieron entonces que era mucho más difícil cazar entre los bosques que en las pradera abiertas, y hace 10.000 años su rico estilo de vida, materialmente hablando, empezó a transformarse en manifestaciones culturales más simples, que reciben el nombre de Epipaleolítico. Irónicamente, estos mismos cambios climáticos contribuyeron a desarrollar las innovaciones que, hacia el sur y el este, dieron lugar a una de las revoluciones fundamentales en la historia humana: la agricultura. Ó

lLos recientes estudios del ADN mitocondrial postulan que los humanos modernos vivieron en África antes que en otros continentes. Hay que recordar que este material genético se transmite a través de las mujeres. Sólo si hay continuidad femenina se puede retroceder en el tiempo hasta llegar a una hipotética primera mujer (madre). A esta primera madre se le ha llamado Eva, y su antigüedad oscila entre los 150.000 y 200.000 años.

Desde África los sapiens sapiens habrían avanzado hacia el Cercano Oriente (Palestina), donde hay yacimientos antiguos de alrededor de 100.000 años. A Europa estos hombres modernos habrían entrado hacia los 40.000 años; a Australia, entre los 40.000 y 50.000 años, y a América, un poco más tarde.

El sapiens sapiens es el antepasado más directo de la actual Humanidad. Por lo tanto, posee una desarrollada cultura, que con el correr del tiempo se hizo cada vez más compleja. Tiene una anatomía igual a la nuestra y una gran capacidad cerebral (1350 cm3). Fue la especie que invadió todos los continentes y la que organizó su vida en variadas estructuras sociales y políticas.poco

s miles, pero no sabían por qué. Fue un antropólogo, Stanley Ambrose, quien relacionó la explosión del Toba con la casi extinción de nuestra especie.



















La evidencia más antigua de homo sapiens en Europa
Eran mucho más desarrollados que los neandertales europeos de la época
Los primeros 'sapiens' europeos llegaron a las frías tierras rusas hace unos 45.000 años. Fue en la región de Kostenski, a las orillas del río Don -a unos 350 kilómetros al sur de Moscú- donde estos humanos ya modernos, capaces de fabricar herramientas complejas, se asentaron tras un viaje de miles de años desde África, según revelan sendos estudios de paleoantropólogos rusos y estadounidenses publicados en la revista 'Science'.

Para sostener su teoría, los científicos han datado con gran exactitud herramientas encontradas en estos yacimientos, que se extienden por más de 30 kilómetros a la orilla del río. Allí se excava sin cesar desde la década de los 50, y aunque la cantidad de restos humanos encontrados es muy escasa -principalmente, dientes sueltos- los paeontólogos sí han hallado multitud de restos que permiten denominar a estos humanos como "modernos", capaces de hacer tareas relativamente complejas, como coser pieles de animales para protegerse del frío.
Los seres humanos modernos aparecieron en África, al sur del Sáhara, hace 200.000 años, pero no fue hasta casi 100.000 años después cuando comenzó su dispersión hacia el continente euroasiático. "Lo que no esperábamos era que esos hombres procedentes de lo que posiblemente eran zonas tropicales de África se hayan establecido en uno de los lugares más fríos y áridos de Europa", señaló John Hoffecker, de la Universidad de Boulder en Colorado y uno de los responsables del estudio.
Y es que las pruebas realizadas a los fósiles encontrados en el río Don son concluyentes: se puede confirmar la presencia de humanos modernos en esa zona hace entre 42.000 y 45.000 años. La hipótesis más plausible es que hasta estas frías tierras rusas no llegaran los neandertales que colonizaban en esa época el sur de Europa "porque estos 'sapiens' venidos de África eran mucho más desarrollados".
Tanto, como que entre sus utensilios se han encontrado agujas utilizadas para coser pieles con las que protegerse del frío, o primitivas trampas con las que podían cazar conejos árticos o pequeños zorros, que formaban parte de su dieta habitual.
Durante la excavación, de la que formaban parte también los científicos rusos Mijail Anikovich y Andrey Sinitsyn, de la Academia Rusa de Ciencias, encontraron piedras, huesos y herramientas, así como ornamentos hechos con conchas de moluscos y una pieza tallada en marfil de un mamut que parece ser una figura humana y que representaría la primera muestra de arte figurativo del mundo.
Otra prueba de su inteligencia y destreza es que, según el estudio, buena parte de las piedras utilizadas para crear los utensilios habían sido traídas desde lugares a entre 90 y 150 kilómetros de distancia. De más lejos venían las conchas perforadas utilizadas como ornamento, que provienen del Mar Negro, a casi 500 kilómetros de la zona. "Aunque los restos humanos recogidos en los primeros niveles de la excavación se limitan a algunos dientes, que son difíciles de asignar a algún tipo humano específico, estos artefactos son, sin lugar a duda, el trabajo de seres humanos modernos", señaló Hoffecker.
Las herramientas fueron encontradas enterradas bajo una densa capa de ceniza volcánica. "El hecho de estar bajo esta capa de sedimentos volcánicos ha permitido que sea mucho más fácil su datación, puesto que permite no sólo utilizar técnicas como el Carbono 14, sino otras mucho más fiables en restos de esta antigüedad". De hecho, los paleontólogos utilizaron el método de "luminiscencia óptica estimulada" para determinar el tiempo que los materiales estuvieron expuestos a la luz del día, así como el "fechado paleomagnético", que se basa en los cambios conocidos en la orientación e intensidad del campo magnético terrestre.

FUENTE: http://www.portalciencia.net/antroevoaeth.html

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